miércoles, 5 de diciembre de 2018

YARACUY

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Era nieto del cacique Yare e hijo de Chilúa, el unificador de la nación Yaracuy. Él logró agrupar a más de quinientas poblaciones indígenas y en la batalla de Cuycutía logró vencer al capitán Vargas que se había instalado en un fuerte cercano, con una gran cantidad de hombres y armas, a donde llegó Yaracuy a exigirle que se alejara de su territorio, pero ante la negativa del español , lo atacó destruyendo completamente la plaza. El gobernador García Paredes acudió en auxilio de los vencidos, alcanzando a Yaracuy, que ya había dispersado las otras tribus y fue hecho prisionero y condenado a morir..
En Archipiélago de la historia de José R. Mena., la historia se cuenta que: El cacique Yaracuy habitaba las tierras que hoy llevan su nombre, era valiente como todos los valientes aborígenes, caribes o no. Cuando llegó a estas tierras el conquistador Nicolás Federman o Fedreman según algunos uno de los adelantados a los Belzares, invadió los territorios de los aborígenes, en un encuentro que sostuvieron, el cacique Yaracuy cayó prisionero y fue abandonado por los suyos, lo que significaba el derrumbe del imperio que llevaba su nombre.
La implacable sentencia debía cumplirse al despertar el día. El cacique no obstante, se mantuvo tranquilo, sin manifestar temor ni miedo "El jardín inmenso del valle del Yaracuy lloraba de pena al contemplar a su hijo atado recientemente a un árbol, después de haber triunfado sobre el arcabus y el caballo",  pero allí estaba él, altivo, vistiendo un traje de colores con ajorcas en sus brazos y plumajes blancos cubriendo su frente, contemplando sus caminos, sus ríos, sus pájaros canoros y haciendo sus últimas meditaciones.
Yaracuy pidió una gracia antes de morir, pidió que se le permitiese, por un momento, despedirse de su paisaje.
Los españoles no opusieron dificultades, por el contrario, en vista de tan extraño pedimento, le dieron libertad por cinco minutos. el conquistador lo invitó a sentarse en el césped, mas el cacique rechazó la invitación, lo dejaron solo un instante, sin temor a sospechas pues estaba suficientemente vigilado, pero cuando los custodios se distrajeron un instante, Yaracuy se abalanzó sobre Federman, le arrebató la espada y lo traspasó con ella y así como a tres soldados más, hasta que el fuego de los arcabuces puso fin a uno de los más valientes hijos del imperio del Yaracuy.
Y cuéntase que el cacique antes de morir, pronunció estas palabras que bien hablaban de su carácter y su valentía: 
"!!!!Muero, pero no muero solo¡¡¡¡" 
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Obra de Alejandro Colina: Yaracuy