miércoles, 3 de julio de 2019

LUCIÉNDOME

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Me acuerdo que tenía como cinco años, pero ya leía corrido y me gustaba como la gente se quedaba asombrada de ver esa pichurrita de persona, tan chiquita leyendo como gente grande.
Lo cierto del caso es que un día estaba con mi mamá en El Silencio, Caracas, porque nací por allá, estábamos caminando, mirando vidrieras, cuando me dí cuenta que había un gran cartel con letras menudas y me puse a leer en voz alta, y mi mamá al lado mío orgullosa; yo seguía leyendo y miraba de reojo a mi alrededor y veía como se iba llenando de gente que me quería escuchar leer, miraba para un lado, leía, miraba para el otro y leía, así hasta que terminé con la lectura y escuchaba las palabras de halago que decían, con mucho asombro, porque acababa de leer un texto bien largo para una bebé de cuatro a cinco años, v como dice el refrán: "Vaca chiquita siempre es ternera", mientras más chiquita más joven era.

Moraleja: Cuando a un niño se le cimenta el hábito de lectura desde temprano, es muy difícil que deje de hacerlo, tanto en la adolescencia, juventud o adultez.