jueves, 14 de marzo de 2019

Y LLEGÓ LA LUZ

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Después de estar tres días en oscuridad, aquí recuerdo cómo la pasamos, lo primero que hicimos fue sacar los colchones fuera de las habitaciones, armamos un mechero con gasoil y unas medias, también usamos velitas que teníamos guardadas, hasta que se terminaron. Por la comida sí nos preocupamos, ya que nuestra cocina es eléctrica, y le pedimos a los vecinos para que nos ayudaran a resolverlo, pues en casa hay tres niñas de quince, doce y cinco años, esta última come las 12 horas del día, no descansa sus dientes, ni su pedidera de algo para comer.
Con el agua tuvimos que racionarla severamente, pues no había, sino para lo indispensable, uso de higiene nada más. Para tomar no había, nos regalaron una taza llena, que era dos sorbos para quien quisiera y compramos una gaseosa, que fue repartida por poquitico también a quien quisiera. Como no había internet, las niñas jugaron STOP, que es un juego para escribir en una hoja rayada los nombres, apellidos, flor, cosa, animal, ciudad o país, comida, donde se va escribiendo por las letras del abecedario de acuerdo a como vayan saliendo; se le coloca una puntuación al resultado y quien tenga más puntos es el ganador.  En la calle los muchachos estaban en la misma onda y jugaron al escondite, fusilao, carreras, se reunieron a contar chistes y las noticias de actualidad.  La gente pasaba alumbrándose con la linterna de su teléfono celular. Yo me dediqué a vigilar una horda de bachacos que venía en busca de la mata de limón en tres comandos, los que subían al tallo que se encargaban de cortar las hojas; los bachacos de abajo se encargaban de cortarlas en pedacitos, y por último los transportistas que eran los encargados de llevar la comida hasta la cueva.
En fin fueron noches diferentes al que nos adaptamos para no agredirnos unos con otros sino para colaborarnos en nuestras necesidades.
Al día siguiente los niños y niñas de la escuela llevaron sus envases a la institución para que les entregaran la comida, que no debía estar guardada pues se podía dañar; había una cola para los niños de primaria, otra para los muchachos de bachillerato y otra para las personas de la comunidad que necesitara de la comida de la escuela.