domingo, 28 de marzo de 2021

EL ARROZ CON QUINCHONCHO

 Mi mamà iba a salir y me dijo: aquí te dejo una taza de arroz y una taza de quinchoncho, los montas y estás pendiente, tendría yo como ocho años y estábamos recién mudados para los bloques de Artigas frente a la capilla; estábamos disfrutando de un espacio nuevo para correr, jugar y divertirnos mucho.

Fuí a la cocina, monté el arroz con un pocotón de agua para que no se quemara y otro pocotón de agua para los quinchonchos, sin lavar nada, y me fuí a jugar; llega mi mamá y me llama, me saca de mis hermosos juegos, la ere, el escondido, la cuerda, sube escaleras, baja escaleras, le digo a mi hermanito que me espere ahí que ya yo regreso. 

Llega mi mamá de sus diligencias y me llama después que sube, yo la oigo y  dejo de jugar, me lleva directamente a la cocina y me enseña la preparación de mis platos, por supuesto por encargo; me dice _prueba el arroz, lo probé y dije ¡asco!, estaba hecho una sopa aguada sin sal, parece como si el agua no se hubiera secado; me dijo: _ahora prueba los quinchonchos, los probé y de casualidad no se me quebraron los dientes, _Ahora, prepara la mesa para que te lo comas todo. 

Muy obediente, sin chistar, sin rabia, sin ¡No me lo voy a comer! busqué un plato, cucharilla, traje una jarra con agua y mi mamá puso las dos ollas sobre la mesa, la cual quedaba justamente frente a la ventana, donde podía divisar a los muchachos jugando, si me levantaba un poquito. 

Obediente, con la certeza de que la situación siempre va en beneficio mío, nunca en mi contra, o como si estuviera mirando la situación desde otra perspectiva y yo fuera simplemente un observador.

Inicié mi almuerzo, una cucharada de arroz, un trago de agua, una cucharada de quinchoncho, un trago de agua, pero yo siempre "he estado protegida" y los muchachos empezaron a jugar pelota, y las ventanas eran de vidrio y ¡¡¡crash!!!!, un pelotazo se oyó en la ventana, los vidrios se esparcieron por el comedor, y la mesa estaba demasiado cerca de la ventana para que no hubiera caído algo allí, enseguida la llamé y le dije: 

_¡Mamá! ¡Mamá! los vidrios me cayeron en la comida!...¡_mmmmjjj te salvaste!. 

Me levanté de la mesa y salí a jugar  lalaralaaaaa, pensé: 

¡El buen Dios nunca abandona a sus hijos más consentidos! y yo ¡soy su consentida!....lalaralaaaaa