martes, 16 de marzo de 2021

DESPEDAZÓ LA SORTIJA

 

Recuerdo que teníamos una reunión, el cumpleaños de uno de los cantantes amigos míos; nos reunimos en la casa del cumpleañero y a cada uno de nosotros nos tocó cantar de una a tres canciones antes de cantar la torta, somos más de trece: boleros, guarachas, joropo, mexicanas, colombianas, Tito Rodríguez, baladas, Daniel Santos, Celia Cruz y más, cada uno en su especialidad; entre los compañeros se encontraba un joven Don Juan que enamoraba a tres de esas muchachas del mismo grupo, a sabiendas que en algún momento se iban a encontrar todos juntos, porque cantaban en iguales locales; y ninguna lo sabía, pero una de ellas empezó a percatarse de que algo no estaba funcionando como debía ser, y se fue a la cocina a hablar con otro colega, lo hizo su confidente en ese preciso momento, y  empezó a divagar y depositar su rabia en la cocina, casi llorando, hubo un momento que maldijo al susodicho. La verdad es que cuando uno habla y no se percata de lo que dice, las palabras tienen peso y algún impacto tienen tanto en las personas como en los objetos, pues yo tenía mi mano derecha levantada en dirección a la cocina, porque estaba hablando, pero al mismo tiempo escuchaba la perorata trágica de mi compañera, cuando veo que mi sortija de plata se parte en dos y cae al suelo; toda esa perorata cayó en mi sortija la despedazó, y creo que si le cae al Don Juan le corta la cabeza.