jueves, 1 de abril de 2021

EL ALUMNO Y EL CONDÓN

 Era un primer grado, todos chiquitos de cinco o seis años hasta siete, estoy leyendo en la pizarra: "amo a mi mamá, mi mamá me ama.....", cuando oigo en la parte de atrás del salón a una alumnita haciendo bombas: bbrrr bbrrr, no ví qué era, y mando a la pasante a que averiguara qué era lo que estaba pasando, mientras yo sigo trabajando con los demás alumnos. De repente no era una niña, sino otra y otra, tres niñas haciendo bombas, la pasante, me dijo calladito que estaban soplando unos preservativos; me quedé de una sola pieza porque pensaba en la forma de quitárselos sin que se ofendieran o lloraran y que los demás alumnos no se dieran cuenta, muy tonta yo, por supuesto que ya sabían lo que pasaba, pero no volteaban para nada.

Así que le dije a la pasante que se los llevara al recreo sin ser la hora, que los paseara por el patio y los regresara, además le fui indicando las filas que tenían  que salir primero, hasta que me quedé con las niñas que estaban alborotando el salón; les pedí que me lo entregaran de una vez, muy obedientes, sin chistar, se levantaron y me los entregaron; la pasante ya venía con los otros niños, entraron, se sentaron y continuamos con la lectura, una de las niñas se levantó de su pupitre, tomó el preservativo de la basura y empezó otra vez a tratar de inflarlo, con los consiguientes  reclamos de mi parte y de la pasante quien se unió  para quitarle a la niña su juguete. 

Pasó el día ya habíamos solucionado el problemita distractor, llegó el día siguiente y cuando estamos en plena actividad empieza el bbrrr  bbrrr, otra vez, pero se los quité y los guardé para cuando la madre regresara al medio día, así poder entregárselos.

Estuve de guardia, no me distraje en lo más mínimo, esperando que llegara la señora y le dije: _Tome ésto lo trajo su hija ayer y hoy.



_¡Ay, maestra, que pena, es que esos muchachos me revisan todo!

Y se fue corriendito......



"JUVENTUD DIVINO TESORO"

 A veces repetimos frases, que no sabemos de dónde vienen, ni quién las dijo, ni dónde fueron pronunciadas, no tenemos la fisonomía de su autor, ni nada por el estilo, sólo sabemos que un día fueron pronunciadas, se pusieron de moda, todo el mundo las repitió, el pueblo se adueñó de ellas y quedaron ya, no como de un autor: fulano de tal sino, del pueblo. Así sucedió con esta hermosa frase pronunciada muchas veces cuando vemos a los jóvenes hacer algo que nos causa asombro, repetimos como loros: _Francamente, "juventud divino tesoro", pues resulta que esta frase pertenece al famoso poeta nicaragüense Rubén Darío, y el poema se llama "Canción de otoño primaveral" y dice así:

Juventud, Divino tesoro,
¡Ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro
Y a veces lloro sin querer.

Plural ha sido la celeste,
Historia de mi corazón,
era una dulce niña, en este
mundo de duelo y aflicción.
Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor
era su cabellera oscura
hecha de noche y de dolor.
Yo era tímido como un niño 
Ella, naturalmente fue,
para mi amor hecho de armiño
Herodias y Salomé.
Juventud, divino tesoro
¡Ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro
y a veces lloro sin querer....

La otra fue más sensitiva,
y más consoladora y más
halagadora y expresiva
cual no pensé encontrar jamás
pues a su continua ternura
una pasión violenta unía
en un pelo de gasa pura
una bacante se envolvía.
En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé
y le mató, triste y pequeño,
falto de luz, falto de fe.
juventud, divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
cuando quiero llorar, no lloro
y a veces lloro, sin querer...
otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión
y que me roería, loca
con sus dientes, el corazón.
poniendo en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad.
y de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Eden
sin pensar que la primavera
y la carne acaban también.
juventud, divino tesoro
¡ya te vas para no volver!
cuando quiero llorar, no lloro
y a veces lloro sin querer...
¡y las demás!, en tantos climas,
en tantas tierras, siempre son,
sino pretexto de mis rimas,
fantasmas de mi corazón.
en vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar
la vida es dura, amarga y pesa
¡ya no hay princesa que cantar!
mas a pesar del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin,
con el cabello gris me acerco
a los rosales del jardín...
juventud, divino tesoro
¡ya te vas para no volver!
cuando quiero llorar, no lloro
y a veces lloro sin querer...
¡mas es mía el alba de oro!