Alfredo Sadel, Tenor venezolano, cantando Adiós
AMADO POR LAS NINFAS
EL CHIRRETE
- !Allí voy mamá! -
Con este trabajo se entretienen, mientras la hermanita, de seis años, les observa cuidadosa.
Julio va y aunque su piel siente lo intangible, apura el paso, la tierra se abre y se le adhiere, la ninfa se levanta y quiere aprisionarlo con sus brazos, mas no puede, su madre salta y pega un grito cuando ve el "chirrete" de agua levantarse en forma de una mujer irreal, de curvas cadenciosas, pelo largo y cara hermosa; pero es tanta la impresión, que los dos caen desmayados, mientras la hermana, movida por una indefinible sensación de valentía lucha contra el espejismo, que atrapa a los dos seres queridos, para sacarlos fuera del contacto con el agua, hasta por fin salvarlos de la caprichosa Dulcinea, que se desvanece al instante convulsa y arrogante.
Julio medita en su destierro, en la vida tan dura que tiene que sufrir viviendo muchas veces solito con su madre, y con sólo ocho años debe levantarse todos los días muy temprano a moler el maíz, a ayudar en la elaboración de las arepas, ella amasando de manera tal que la masa quedara lo más fina que se pudiera, para no desencantar a todos aquellos dueños de negocios, esperando fijo "la mejor arepa de Cúa".
Debía por consiguiente, repartirlas en la misma cesta donde su mamá las iba almacenando a medida de su cocción; después de este correcorre, desayunaban, y al terminar, cada uno tomaba su machete e iban para el río, él cortaba leña para la casa y apartaba otro "bojotico" para vender. Si a su madre le quedaba tiempo, lavaban la ropa en el río Tuy, la secaban en las piedras y debía además ayudar a recogerla poniendo atención a cualquier cosa extraña que sucediera, pues su madre temía que la ninfa lo perdiera como había sucedido la vez anterior.
-Hijo, !cuidado!, !no te acerques al agua!
Próximo Capítulo: Un Amor Apasionado
(Las imágenes son tomadas de Google)
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