MEDIOPOLLITO

La gallina blanca se puso a incubar doce hermosos huevos. Al cabo de 21 días comenzaron a salir: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, hasta 11 pollitos amarillos y redondos como motas de ponerse talco en la cara; al romperse el último huevo, salió un pollito muy raro.

No tenía mas que un ojo, un ala y una pata. Sus hermanos lo llamaron: !Mediopollito¡ !Mediopollito¡ !Mediopollito¡. Como todo el mundo le tenía mucha lástima, Mediopollito hacía siempre lo que le daba la gana, y un día Mediopollito le dijo a su madre:

-Mamá, me voy a la Corte a ver al Rey, no quiero estar más tiempo en este corral, y

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Salió cojeando a través del campo. Por el camino encontró un arroyo, el agua le dijo: Mediopollito mira -No puedo pasar porque he tropezado con este montón de hojas secas, ayúdame a quitarlas con tu pico, sino me ayudas me pudriré aquí encharcada. Mediopollito le contestó: -No tengo tiempo que perder, voy a la Corte del Rey, y siguió:

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dando salto con su única patita. Al día siguiente, encontró una lumbre que se apagaba bajo la leña verde. La lumbre, que era un fuego muy hermoso, dijo: -Mediopollito, me estoy ahogando, por favor, hazme un poco de aire con tu ala. Mediopollito contestó: -No tengo tiempo, voy a la Corte a ver al Rey y siguió

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siguió su camino. Poco antes de llegar a la Corte pasó junto a unas matas en las que se había enredado el viento y no podía pasar. El viento le dijo: Mediopollito, estoy aquí enredado, si apartas, por favor esas matas, yo podré seguir mi camino. Mediopollito contestó: -No tengo tiempo, voy a la Corte a ver al Rey y

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siguió cojeando más aprisa aún.

Al fin llegó a la Corte y llegó al palacio del Rey, pasó sin pedir permiso, por delante de los centinelas y entró en el gran patio; pero al cruzar bajo las ventanas de la cocina, el cocinero lo agarró por la patica diciendo: -Precisamente, me hacía falta un pollito para la comida del Rey.

Y lo metió de cabeza en una olla de agua que se calentaba en el fuego. Mediopollito sintió que se ahogaba y empezó a gritar: !Agua, amiga mia, no subas, no subas, quédate en el fondo, que me vas a ahogar¡ 

-Tu no me ayudaste a mí cuando te lo pedí. y el fuego era cada vez más fuerte. Mediopollito gritó: !Apágate un poquito amigo fuego que me quemo¡, pero el fuego respondió: 

Tú no me ayudaste a mí cuando te lo pedí.

En ese momento, el cocinero levantó la tapa de la olla, miró dentro y dijo: -Este pollo está casi quemado, ya no sirve para nada; y agarrándolo por la patica lo lanzó fuera por la ventana.  Antes de que cayera en el suelo lo recogió el viento y lo remontó dando vueltas y vueltas por encima de los árboles, Mediopollito pudo gritar: -Viento, amigo mío, !no soples tan fuerte¡ !Déjame bajar despacio, que si no me voy a estrellar¡, pero el viento respondió: -

Tu no me ayudaste a mí cuando te lo pedí. 

El viento sopló con toda su fuerza y envió a Mediopollito hasta lo alto del campanario, donde se quedó enganchado. Ese es el gallito que se ve clavado en las veletas, con una pata, un ala y un ojo, con el que mira a los puntos cardinales: Norte, Sur, Este y Oeste, para ayudar al  agua, al fuego, y al viento, porque él sueña con irse, con ir a su casa otra vez a estar con su mamá.

El sapito glo glo glo

nadie sabe dónde vive

nadie en la casa lo vio

pero todos escuchamos

al sapito glo gloglo

¿Vivirá en la chimenea?

¿Dónde el pillo se escondió?

¿Dónde canta cuando llueve el sapito glo glo glo?

¿Vive acaso en la azotea?

¿Se ha metido en un rincón?

¿Estará bajo la cama?

¿Vive oculto en una flor?

Nadie sabe dónde vive

Nadie en la casa lo vió

Pero todos escuchamos

Cuando llueve: glo glo glo