viernes, 8 de mayo de 2020

DECRETO DE GUERRA A MUERTE

Bolívar y el “Decreto de Guerra a muerte”
A sangre y fuego, realizaron los españoles la conquista de estos pueblos americanos, que les tendieron las manos y los brazos en señal de amistad, y el escritor Rafael María Baralt expresa: "...Aquí la guerra fue la misma que en todas partes, los indígenas obligados a la fuerza, se sometían hoy para tomar las armas mañana con nuevos desastres, levantamientos, horrores, eran ahorcados o empalados los caciques, les incendiaban sus cementerios, sus chozas, se servían de sus mujeres, de sus hijas con la brutalidad de la soldadesca, para así mutilarlos de un modo horrible y excitar el miedo y horror entre las tribus"
"Con este trato, con hambre, la intemperie de los montes y del acero perecían a millares y la guerra y la conquista se acababan", "..la guerra a muerte que nos han hecho nuestros enemigos cesará por nuestra parte, perdonaremos a los que se rindan, aunque sean españoles. Ningún español sufrirá la muerte fuera del campo de batalla". En otras palabras, Bolívar firmó: "Españoles y canarios, contad con la muerte aún siendo indiferentes, sino obráis activamente en obsequio de la libertad de Venezuela. Americanos, contad con la vida aun cuando seáis culpables"
Frases finales del Decreto de Guerra a Muerte dictado por el coronel Pedro Briceño Méndez, el 8 de junio de 1813 y firmado el día 15 por El Libertador, que aunque haya sido criticado se trataba de una respuesta justa, lógica y necesaria a la orgía de sangre y tierra arrasada, desatada por los realistas, y Bolívar antes de desalojarlos de Trujillo, dijo: Nuestro odio será implacable y nuestra guerra será a muerte.
Así, también viene a la memoria la lectura del religioso, capuchino Fray Eusebio del Coronil, arengando a los soldados a que:  "de siete años para arriba, no dejasen vivo a nadie
Hoy observando los acontecimientos de mi Patria, me acerco al Decreto de Guerra a Muerte, y suspiro, viendo a tantos traidores deseando vernos destrozados, por unas simples monedas de plata como los propios Judas que son.
(Tomado de Venemérides 2004. Caracas)

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