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sábado, 8 de octubre de 2022

LA VUELTA DEL CAMINO REAL



Hoy les entrego una historia verdadera: La historia de Bernardito Hendriche, en tres capítulos.

Disfrútenla, que es un hermoso relato acaecido en Cúa, contado por mi amiga Omaira Delgado de Mirabal..

CAPITULO I

  Al otro lado de la casona familiar, un irregular chirrido deja escuchar sus lamentos en lo recóndito de la vegetación; las paredes carcomidas por bichos y comejenes, abren sus entrañas para dar paso al viento que se cuela por cada una de sus rendijas y junturas, como extraño nocturno de Chopin, lírico y melodioso, nos anuncia el preámbulo de una tormenta; tormenta si,  de vidas envueltas en un torrente de pasiones, tormentas de amores dispersos como el brillo de una ráfaga de luz que nos paraliza al instante, o que nos encandila y estremece como el relámpago a las nubes.

 1- PASIÓN.

  En esta oportunidad, acariciaba tembloroso a una mujer, muy sensual, frente al espejo. Ella mar, complaciente, plena, sacrílega, con toda la experiencia del mundo en sus saberes, se observa y se embelesa en sus carnes sin virtud, provocativas; posesa, se voltea y penetra en el iris de sus ojos que igualmente la contemplan, e insinuante le extiende los cálidos brazos, curtidos y dorados por el sol de días de peregrinaje y diversión en las riveras cercanas a la hacienda.  Como río huracanado va tomando fuerza en la pendiente, se oye susurrar arrumacos de amor, que le hacen tambalear como una piedra al ser golpeada por el agua.

2- ÉXTASIS.

  Después de socavar las profundidades del cuerpo que se entrega, pasa del éxtasis divino a una laxitud donde se despereza lentamente, oloroso a pasión, como el mar cuando se abalanza lujurioso a la playa, espumoso, palpitante y vivo.  E impregnado de onírico vuelo, su mente es acechada de pronto por los tormentos del amor fugaz, ajeno, escondido; se levanta, se viste, en su mirada triste se observa la congestión que sufre, se arranca de ella con sus brazos, y en el lomo de su bestia recorre la campiña, llevándose como “alma que lleva el diablo”, las ramas atravesadas a lo largo del camino.

3.- ANGUSTIA

  Su padre molesto por la concuspiscencia que lo llevaba a claudicar ante esta mujer “sin clase”, “corrompida”, “agreste”, “callejera” y otra cantidad de epítetos indescifrables no acordes al apellido HEDRICHE, de estirpe, francés, de alcurnia...se pregunta:

¿Cómo esa mujer, osa fijarse en la piel sagrada de mi hijo?

Criado con tanta devoción, con tanta protección, un “monsieur”, educado con los mejores maestros; motivo por el cual decide cumplirle las amenazas que le hizo, hostigarla para que se vaya; monta su caballo, se acerca sigiloso al rancho, toca la puerta, la abre, observa la estancia, la cama delicadamente tendida, un espejo ovalado con marco dorado, una ventana abierta con sendos cortinajes de damasco, una mesa de madera y una poltrona con las patas torneadas recostadas a la pared; un aguamanil y su ponchera con muchos arabescos azules; semiescondida una vasenilla de peltre, a un lado, en una cuerda amarrada de pared a pared, muchos trajes guindados, desde el más sencillo hasta el más lujoso; más acá sobre una peinadora, un cofrecito de plata, abierto, tallado por las primorosas manos de un orfebre, del cual sobresale un collar de perlas grises; y en la cocina: ¡nada!. Sólo cristalería, ¡para brindar con sus amantes!_piensa

_¡Y a mí, ¡que me parta un rayo!

Una oleada de calor sube a su rostro, siente su corazón como atrapado en una jaula, lo comprime, se ahoga, ¡SE AHOGA!, se rodea el cuello con las palmas, abre la boca en busca de aire, se recuesta a la pared pues su cabeza da vueltas, y sentado en el suelo, llora; sus lágrimas caen tibias sobre las mejillas arrugadas, sobre la piel fláccida, cetrina, como si los latigazos recibidos en la vida hubieran quedado allí como cicatrices.

4.- RABIA

  Desordenadamente, con el corazón en la piel, temblando, jadeante, con miedo, empuja todo hacia afuera con las manos temblorosas, los pies indecisos, el cuerpo trémulo, arroja las joyas hacia el monte, el espejo estalla entre sus brazos, se mira en cada cristal, multiplicado en su rabia, en su odio _presagios de una desgracia_ golpea como un martillo en su frente, pero asimismo realiza un trabajo metódico alrededor de las cuatro paredes hasta prenderle fuego.

5- DESOLACIÓN

  El humo denso, disforme, se eleva hasta el cielo, mientras él se sienta a contemplar las llamaradas enceguecedoras, el crepitar de la madera lo aturde y pide perdón a su Dios, pero también le reza para que esa mujer se aleje de su hijo, se engaña con que su acción no es por maldad; él sólo quiere la felicidad de su hijo, ahuyentarle del rostro esa tristeza, como la suya, hacer realidad  sus sueños juveniles, que él no tuvo; cambiar sus pensamientos, colocarlo en un mundo más cónsono con la educación que le dio; lo quiere ver “bien casado” con una mujer honorable, como su esposa fallecida hacía ya muchos años, quien los dejó tristes, solos, pesarosos, desamparados y por lo cual cayó en las carnes tersas de ella, primero dulce, luego dolorosamente, después como un infierno, hasta sentirse asqueado; hoy cuando está en juego también la felicidad de su amado primogénito: BERNARDITO HENDRICHE.

6- LASCIVIA

  Ese día había sido fatigoso para ella, buscó y rebuscó entre miradas de los hombres que pasaban, hacía señas con su cuerpo, contorsiones lascivas se desprendían de cada uno de sus poros, de cada una de sus fibras, de sus iris, oscuros como una noche de guerra, lanzando cohetes para inmolar al contendiente, coqueta, dejando su pelo indio azabache balancearse con la brisa, rodearle el rostro, los brazos desnudos, los voluminosos senos; exhibiendo sus lozanas piernas con un vestido vaporoso, ofreciéndose como chuchería, como oropel, como chatarra, para cazar como araña a otros insectos, así como a aquellos dos hombres y otros que no venían en cuenta, que estaban prisioneros de su carne, “cuando ella dijera, cuando ella quisiera”.  Infructuoso sí, fue el día, por lo tanto, decide, con los pies sudorosos, además con la piel empegostada y la cartera vacía, tomar rumbo a su casa; visualiza entonces el baño revitalizador, con el agua templada de la lluvia, almacenada en el pipote de metal, se eriza cada vez que piensa en la totuma con agua fría que va lamer su cuerpo, y el olorcito del café en una taza grande, como todas las cosas que a ella le agradaban.

7-CONCIENCIA

  En su andar irreflexivo, se percata de improviso en lo mal que huele todo, un humo denso impregna el ambiente; apresurando el paso observa asombrada sus corotos regados en el suelo, sus ropas, ¡SUS ROPAS! ¡SUS JOYAS! Obtenidas después de muchas horas de trabajo comunitario, todo lo suyo, todo por lo cual vive, todo aquello que le hace olvidar que está sola, con esa tremenda soledad, con esa tortuosa soledad que la agobia muchas veces, arrastrándola inconsistentemente a sus miedos, atormentada aún por los insultos de la madre, adolorida, con el cuerpo marcado por los palos del borracho de su padre, violada por todos los muchachos que la asediaron como presa fácil que era, sin convicciones morales, que la llevaron a esta “vida de placeres”, como decían  las beatas de Cúa, acompañada algunas noches y otras no, algunos días y otros no.

8-DESENGAÑO

  Cae de rodillas con el rostro desfigurado, enrojecido, y empieza a recoger sus cosas, contempla con rabia o con dolor su rancho, que el dueño de la hacienda, papá Hendriche, en pago a “servicios extras” le había mandado a construir con los peones; su pasado, su presente y su futuro incierto, y camina lentamente como sonámbula, gimoteando, desolada, por el largo, camino laaargo de los sueños que se quedaron en la bragueta de un pantalón, el de Bernardito, que la iba a sacar de allí, le iba a montar una casa en el pueblo, para que fuera una señora, tuviera hijos de apellido Hendriche, y fuera respetada por todos los dueños de hacienda; pero en ese momento tan crucial, se jura y perjura, con impotencia, muy asustada no volver a verlo jamás, para salvarse de la furia “del viejo ese”, el padre, que la había amenazado y cumplido su palabra con tanta precisión y violencia.

9- LIBERACIÓN

  La noticia corre tan veloz como río crecido, penetra a los oídos de Bernardito, lo aturde, e impulsivamente toma su escopeta, la carga, monta en su bestia y se acomoda en un recodo del camino real; allí, mudo, como  fiera herida espera a su padre, la frente sudorosa, el ceño fruncido, los ojos escarlata, chispeantes, los músculos faciales contraídos, el deseo subyacente de matar, de vengar la ofensa recibida por su amada; esa sensación de ser manipulado una vez más, de ser un títere en las manos del “Don”,

-¡Nunca mis deseos!-

-¡Jamás mis sentimientos!-

-¡Siempre cediendo ante él!-

-¡Siempre de último!-

-¡Siempre educado, un “monsieur” -como me lo repite constantemente-, a carta cabal, de lenguaje y ademanes refinados, obediente, buen hijo, respetuoso!-

-¡Pero hoy no!

-¡Este día ¡NO!!

10- CRIMEN

  Ciego, Bernardito, dispara.  El estrépito del arma lo despierta de su locura y el crimen queda grabado en su mente, que lo repite mil veces a cámara lenta, mientras cae sentado en el matorral; suelta la escopeta, con asco, ve el caballo retorcerse de dolor y su cerebro estalla hasta reventarle las sienes; gotas acres, que no sabe qué son si sudor o lágrimas??? le corren por la cara, el cuello, el pecho y hacen que las ropas en desagravio a su pecado lo compriman y asfixien como a una alimaña debajo de una bota. Se arranca la camisa a jirones, creyendo que podía, después de aquél momento, alguna vez, respirar aire puro.

11- MUERTE

  En ese momento murió espiritualmente, de dolor, de vergüenza por la bajeza cometida; desde ese momento fue un cuerpo robotizado, que muere de arrepentimiento por el sacrilegio hacia el ser que le había regalado la vida; su sangre, cerebro, músculos, huesos, órganos colapsaron y trabajaron a media máquina, como facsímil mudo del hombre que pretendía ser. Desde ese momento su espíritu queda aletargado en una dimensión desconocida, muerto en vida, consumido, penando, confinado allí, allí en la Vuelta del Camino Real, allí donde disparó, allí donde consumó su  a-se-si-na-to, pues aunque no  sucedió, lo intentó y con la intención basta; -¡Dios mío!

-¿Cómo pude...? y lágrimas hirvientes haciendo surcos,  le rodaban por las mejillas

-¿Cómo pude ser tan despiadado...?

Este horrible secreto lo perdía en las más abyectas y desesperantes profundidades infernales y sobrellevaba su aflicción como un zombi.