Mostrando entradas con la etiqueta El túnel. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta El túnel. Mostrar todas las entradas

sábado, 16 de febrero de 2019

EL TÚNEL o una mirada al más allá

Resultado de imagen para volkswagen azul metálico

Había salido corriendo en mi volkswagen azul para llevar unas planillas de becas a la Zona Educativa, era muy tarde, era el último día de entrega y no quería que los niños de la escuela se perdieran de esa participación, por lo que agarré mi muchacha, de cinco años, mi carpetero y salí hacia Los Teques.
Llegué a punta de once de la mañana, entregué, y ya iba salir cuando me encontré  con una amiga compañera de trabajo y decidí esperarla, estaba junto con su mamá, que la había acompañado a realizar algunos trámites; ella no pudo solventar sus trámites en el turno de la mañana y le dieron cita para el turno de la tarde, me incomodó, pero decidí no dejarla en Los Teques y dí vueltas por ahí antes que dejarlas allá.
Salimos, mi amiga de copiloto, su mamá en la parte de atrás con mi hija acostada en sus piernas; el viaje no tuvo mayores inconvenientes hasta que vamos llegando a la curva de Arichuna; miro, por el retrovisor, que viene un camión de bloques a alta velocidad por el carril rápido y yo me voy a la derecha, sin comentarios de ningún tipo; sigo mirando y veo la manipulación del chofer que ya no hallaba cómo hacer con la velocidad que estaba desarrollando. 
La niña se despierta, se levanta y se acomoda en las rodillas de la señora, casi cayéndose y me pareció muy extraño, como si hubiera recibido aviso de que se corriera o alejara de ella.
En fin, el camión ya estaba sobre nosotras y golpeó fuertemente el carrito, arrancándole toda la parte trasera, y también a la señora, quien fenece en el acto; la niña cae al piso y dos conchas de vidrio le cubren los ojos como lentes de contacto; a la amiga, la parte de la guantera le provocó una fisura desde el oído, ojo, hacia arriba, hemisferio derecho.
Mi parte o espacio quedó absolutamente intacto, puerta, asiento, volante, controles, etc, sufrí el síndrome del latigazo, como decían los médicos de Hospital de Coche a donde nos llevaron, que fue otra odisea, pues después de caminar con tacones de aproximadamente 10 cm. casi un mes, y correr por las calles el cambio de semáforo, fue cuando un médico particular decidió hospitalizarme, sin escuchar mis quejidos y lágrimas.
Una vez que el camión nos golpea, sube una colina y choca contra un jeep que lleva dos maestros más que iban a Los Teques a entregar una película, uno de ellos queda en el sitio, mientras el otro estaba en muy malas condiciones. Mi carro quedó allí y me despierto parada agarrando a mi niña fuertemente por la mano, porque me está preguntando por sus zapatos, era como cinco de la tarde, pero yo veía todo oscuro y no pensaba; escucho una voz que grita: ¡¡todos a la ambulancia¡¡, caminé sin soltar a la niña, me senté y la abracé porque tenía miedo de quedarme dormida y que me la robaran, entraron los demás, mi amiga me preguntó por su mamá y yo le respondí que no sabía, me dieron las carteras de todos y las agarré con el otro brazo; en el viaje hacia Caracas, la ambulancia se accidentó y me bajaron, detuvieron un vehículo particular donde me introdujeron, el chofer me hizo relatarle lo que había sucedido y me contestó: -Yo la llevo porque usted está despierta, sinó no hubiera aceptado, pero yo, de vez en cuando perdía la conciencia, me iba y hacía grandes esfuerzos para regresar. ¡¡Muchas gracias a esa persona que me auxilió¡¡. Con el latigazo se dañaron en ese momento los anillos cuatro, cinco seis y siete de la cervical, los cuales hoy, están bien, sin problemas ni dolores de algún tipo. Mi compañera, meses después me cuenta que estando desmayada escuchaba una niña llorar, pensó en mi hija, y empezó a ver dónde estaba y la vio buscando sus zapatos, luego ve a su mamá que se dirigía hacia el cielo, la llama: ¡¡mama, mamá¡¡- adónde vas?- Voy a entrar hija, me pusieron a escoger entre tú y yo, y yo soy quien debe entrar. -Pero mamá, acuérdate que mañana me van a hospitalizar y tú eres la que me va acompañar. -Ya lo sé, pero no será, porque debo ser yo quien se vaya y tú te quedas. -¡¡Y las puertas del cielo se cerraron con un estruendo en mi nariz¡¡, por eso cuando me preguntó por su mamá, estaba convencida, ya lo sabía, de que ella ya no estaría a su lado. Después de conversar con su mamá a las puertas de lo que ella denominaba "cielo", miró a otro lado, hacia una colina que llamaba su atención y me ve en el centro rodeada de imágenes preciosas, que era imposible describir, por la belleza que había, cuestión que me confesó, con mudez y con las manos abiertas tratando de explicar lo inexplicable. Honor a mi amiga que se alejó de este mundo años después, a buscar a su adorada madre, quien prefirió ser ella la que entrara a dejar que su hija lo hiciera. Paz a sus restos