Una de las experiencias en la fe que he tenido, ha sido recitar las palabras de La Magnífica, mantra que me dio mi mamá para cuando hubiera alguna mala influencia o negativismo en el ambiente, y que ha llenado mi vida de expectactivas, todo el tiempo.
No es que me ponga como loca a pedir, implorar, suplicar, llorar, rogar, no, a un Dios en específico, no, es que lleva tanto poder ese mantra, que tumba cualquier barrera que se levante.
En una oportunidad veníamos de Súcuta y se monta en el autobús un muchacho, se sienta delante como a tres asientos del chofer. Mira hacia atrás a todos, se levanta la franela y deja ver una pistola en la parte de atrás de su pantalón, viéndolo, seguidamente pronuncio mi mantra para equilibrar el ambiente.
Termino de pronunciar las palabras, y de ipsofacto el chico se levanta , le pide al chofer que pare y sale corriendo para bajarse.
En otra circunstancia, estaban dos personas con un grado alcohólico muy alto, esperando a cierta persona, en la oficina donde yo estaba trabajando, requiriendo su presencia por un pago que le debía haber hecho y no se había consumado.
Me preguntaron los dos individuos por el paradero del deudor y le contesté que había salido pero que pronto regresaría, enseguida empezaron a vociferar sobre la deuda y muchas palabras hirientes no descartando la agresión fisica.
Los personajes decidieron salir de la oficina y volver cuando el deudor regresara.
El deudor regresó todo angustiado, por las consecuencias impredecibles que estaban a punto de ocurrir; los acreedores regresaron con su carga de violencia, y yo le pedí al deudor que me cediera su oficina por un minuto mientras repetía mi mantra; me senté, pronuncié las palabras y al instante el deudor abre la puerta y me pregunta, que pasó, cómo lo hiciste; qué hiciste, mi respuesta fue -qué pasó?, me contestó: que los beodos se habían ido y que le aceptaron su nueva condición de pago, sin más preámbulos, sin una palabra demás, ni encolerizada, sólo de verlo, creo que no estuvieron ni un minuto, entrada por salida.
Y así como estos dos ejemplos tengo muchos otros más que dan respuesta, en un chasquido, a una necesidad bajo el manto de La Magnífica.