Era aproximadamente las doce de la noche, cuando decido acostarme, salir de mi biblioteca y dirigirme a mi habitación.
Empecé a recoger mis pertenencias, la computadora portátil, las llaves de la casa, una que otra herramienta usada en el día, las tijeras, papeles, recortes para botar, creyones, marcadores y otras menudencias.
Debo cruzar la cocina, pero cuando lo hago, pasa por mi lado una enorme cucaracha voladora y va directo a una esquina, se detiene y me grita desde ahí: ¡¡hey¡¡, si pasas por aquí te caigo encima, me voy a guindar de tus trencitas...jajaja.
Con ese pensamiento, me devuelvo y empiezo a buscar el cepillo de barrer, mas no lo encuentro, pero veo el haragán y voy rápidamente a agarrarlo.
Lo traigo y apunto a la cucaracha, que se está moviendo intranquila en la esquina de la pared, es pe rán do me....
Le lanzo el primer ataque, y fallo; ella vuela a otro lado, mientras yo trastabilleo y me doy contra la pared, tan duro, que se siente la carne dividida en dos, dolor y moretón.
Me lanzo al segundo ataque, la apunto pues está en el pote de ropa sucia, y cuando la veo volar, me doy con el brazo hacia algún objeto, pues me levantó la carne y casi la rompe.
ME TUMBÓ, PERO ME LEVANTÉ, AUNQUE BIEN APORREADA. |
¡¡PERO GANÉ¡¡ |