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sábado, 18 de mayo de 2019

LA REVISTA


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En una oportunidad, trabajando en Formación Docente, yo tenía una subjefa y una jefa, gente muy diestra con el lenguaje, de quienes aprendí mucho, aunado a que mantenía relaciones con muchos docentes quienes componían poesía, canciones, realizaban exposiciones muy buenas, seminarios, ponencias, talleres, simposios, encuentros, festivales, siempre en el tópico de la Literatura. 
Me encantó participar en esa actividad que me permitió actualizarme y poner en práctica mis pocas cualidades histriónicas que había aprendido a lo largo de mi existencia: declamar, leer con entonación, actividades teatrales, y otras.
En fin cada encuentro con la jefa, era un aprendizaje, eran actividades de formación, pues se había graduado en Literatura Latinoamericana, era muy buena escribiendo y le gustaba; por lo tanto, nos podía "ayudar a aprender" para que a su vez nosotras formáramos niños y maestros para las mismas actividades.
El cuento es que la Jefa se va a Europa, como por quince días y nos dejó la recomendación de que recopiláramos textos para que al llegar ella, editáramos la revista que estaba en ciernes.
Yo tenía un texto y lo entregué, que se llamaba "Amado por las Ninfas", que consistía en una investigación acerca de un hombre humilde, que había sido acechado, enamorado, por una invisible mujer, que casi lo tenía al borde de la locura, porque lo había robado desde un mes de nacido en su casa, se le convertía de vez en cuando en serpiente y lo atormento en todos sus momentos; este hombre me contó la historia de su amarga vida, bajo lágrimas, ya estaba apartado, cansado, con artritis en los dedos y me decía que no conocía el mar por el terror que sentía de si esa diosa de las aguas se levantaría con miles de brazos, entre las olas y lo atrapaba... 
Bueno, la subjefa me puso trabas en la entrega del texto, porque yo pertenecía al comando mayor y además la jefa no nos estaba pidiendo nada a nosotras, era nada mas que para recopilar textos de los maestros y de los alumnos. 
Me sentí abrumada, pero callé, callé al sentir que mi historia era buena, mantenía la incógnita y gustaba.
La Jefa regresó, lo primero que hizo cuando nos reunimos fue darle play a mi texto. 
En silencio, regocijándome internamente, me sentí plena, feliz, de haber derrocado una piedra más en mi camino, sin rabias, ni amarguras, malas palabras o maldiciones. 

"No hay peor cosa en este mundo 
que poner en duda, 
aunque sea mínima,  
algún deseo que tengamos, 
para que no se dé".

Al recordar la historia de este hombre, me acuerdo que le mande la revista con una amiga mía, sobrina de él; que lo iba a a visitar esa semana, pero se le quedó en la casa, aún así, le avisó que ya la historia había sido publicada y (siempre me llenan los ojos de lágrimas) con un nudo en la garganta, puedo escribir que a los tres días murió, con el convencimiento de que su historia estaba en la voz de sus congéneres, que no iba a quedar en el olvido, que no iba a morir sin que supieran todo el peso que había llevado sobre sus hombros, que los errores que había cometido, lo impulsaban era a deslastrarse de esa molestia que lo asfixiaba, cubría y desesperaba en todas las instancias de su vida, que ya podía estar tranquilo, respirar sin sofocos... y... respiró hondo...ya¡¡¡.. ya...¡¡¡ yaa¡¡¡   y .
el alma le voló por entre los labios.... 
Paz a tus restos,
espero que donde estés, 
puedas realmente descansar sin que te persigan.