Cuando llegue a la escuela José Félix Ribas en el año 1994, todo estaba deteriorado, todo era feo, un rancho, pupitres rotos, paredes esconchadas, parecía que una nube oscura se cernía sobre la institución y no la dejaba progresar, pero pasó el tiempo, aproximadamente veinte años y fuimos viendo como todo fue cambiando para bien, hasta que salí en el 2014. A continuación he guardado fotos de la evolución de mi penúltima escuela donde me desempeñe como maestra de aula, maestra de Educación para el Trabajo y maestra Bibliotecaria.
Esto sucedió en el 2015, se construyó el espacio para el preescolar y un salón para primer grado con sus baños, se refaccionó el comedor escolar, construcción y dotación de recursos nuevos, construcción de un ala para los primeros grados y la Dirección del plantel, construcción de la biblioteca y los baños de hembras y de varones, se entregó la computadora Canaima a los alumnos de la escuela y las que tenían que quedar a resguardo en la Biblioteca (40), que serían usadas por los niños de primero, que era con las que yo le daba clase a todo el alumnado, bajo horario semanal, e igualmente se le entregó computadora a dos maestros. Hicimos un taller de computación en la aldea Bolivariana, se dotó de libros a la Biblioteca. Dicen que si a un maestro se le dá una escuela con todos los recursos que necesita para trabajar, es muy dudoso que ese maestro abandone la escuela, o haga una vida personal, porque se sentirá tan a gusto en ese lugar que le será difícil abandonarlo.
De pura casualidad esta escuela no se ha inaugurado por perspectivas políticas del poder, y ya estamos en 2021.
