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domingo, 16 de mayo de 2021

EL PADRE DE TODA LA GENTE

El Padre de toda la Gente: Amalivaca, mito Tamanaco

Hace mucho tiempo, en las riveras del Orinoco, el río padre de Venezuela, habitó un pueblo que ya no existe, que hoy conocemos como los Tamanacos. Tamanaco, es en realidad el nombre de un cacique que, tras la muerte del cacique Guaicaipuro, trató de reunificar las tribus de la costa venezolana para luchar contra los españoles. En 1570 fue vencido y preso; condenado a morir en la horca, un capitán español le ofrece la libertad, si lograba vencer a su perro. El valiente cacique lo enfrentó, pero la bestia le destrozó la garganta a dentelladas. Así, Tamanaco se convirtió en una leyenda para los demás pueblos indígenas. 

Para los Tamanacos existían tres mundos: 

Uno superior donde moraba el dios Sol y los demás dioses celestes: el Trueno, el Rayo, la Lluvia y el Viento; 

Un estrato medio donde vivían en armonía los hombres, las plantas y los animales que habitaban la Madre Tierra. 

El tercero era un mundo inferior, subterráneo y subacuático, habitado por demonios, duendes, los muertos, los dueños de las aguas y los animales acuáticos. 

En este mundo inferior vivía una enorme anaconda de las aguas: Lalikilpará. Un día cansada del ruido de los hombres que habitaban las riveras de sus dominios, provocó un enorme diluvio que inundó toda la tierra, destruyó a los hombres, sus templos y ciudades. A este gran cataclismo sobrevivieron dos jóvenes: Amalivaca y su hermano Uochi, quienes le preguntaron a los dioses qué debían hacer para poblar se nuevo la tierra y evitar otra calamidad de la misma magnitud. Los dioses le encomendaron a estos hermanos la tarea de repoblar el mundo sembrando las semillas de moriche que habían traído en su canoa desde las tierras del Sur.

Amalivaca y Uochi, sembraron las plantas de moriche y de sus semillas nacieron hombres y mujeres que repoblaron el territorio; crearon los ríos, incluyendo al Orinoco para que las aguas bajaran hasta el mar; poblaron los ríos de peces y la tierra de animales y aves; sembraron cacao, maíz, papas y yuca. Los nuevos hombres ahora pescaban y recolectaban sin maltratar la Madre Tierra. 

Los hermanos pelearon con el río Orinoco porque deseaban que sus aguas circularan en ambos sentidos (rio abajo y río arriba), para que los remeros de las canoas pudieran subir y bajar sin problema, Al final desistieron de esta imposible empresa. 

En los tiempos anteriores al gran cataclismo, los dioses habían creado a los hombres para que fueran inmortales como en la Edad de Oro griega. En ese tiempo, los hombres eran eternos y cuando la era dorada acabó, terminaron transformados en genios y hadas. Amalivaca y su hermano Uochi, por ser los únicos que sobrevivieron al cataclismo tenían el don de la inmortalidad. Muchos de esos hombres veían a Amalivaca como un dios de las aguas.


Otra versión cuenta que Amalivaca decidió regresar en canoa al otro lado del mar, adonde supuestamente iban las almas de los hombres después de la muerte. Cuando ya se iba, les dijo a los Tamanacos: "uopicachepte mapicatechi" (mudarán sólo la piel). A semejanza de las serpientes que mudan la piel y parecen rejuvenecer, les daba así el don de la inmortalidad a los nuevos hombres; pero una vieja mujer dudó de lo que decía Amalivaca. El héroe se molestó y dijo con firmeza: "mattageptchi", que en idioma de los Tamanacos quiere decir "morirán". Se dice que, por alguna razón, la muerte, así como la pérdida del paraíso, los hombres siempre se la han achacado a las mujeres, por ejemplo a Eva y a Pandora.
Lectura tomada del libro Cardenalito, publicación venezolana 

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