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jueves, 26 de agosto de 2021

ASALLAM, EL PRIMER UNICORNIO

Hace algún tiempo compré un hermoso libro dedicado exclusivamente a los unicornios, una belleza de libro, con dibujos hermosísimos y del cual mis nietas quedaron prendadas, y del cual extraigo el siguiente texto, no sin antes identificarlo:  El Mágico Mundo de los Unicornios por Cristina Cambareri, con ilustraciones de Alejandro Ravassi, Ediciones Continente, 2005. Se inicia el libro con esta hermosa Dedicatoria:
A quienes creen en la magia y lo maravilloso de lo cotidiano. A quienes manifiestan la verdad y la pasión en cada cosa que emprenden. a quienes confían en la vida y en las segundas oportunidades. A quienes aprenden a escuchar el mensaje en las casualidades. A quienes ven la pequeña luz en la noche más cerrada. A quienes bajan a la tierra para iluminar nuestra existencia. CRISTINA, FEBRERO 2005.

ASALLAM, el primer unicornio

En un blanco torbellino llegó a la tierra; suavemente se deslizó desde los cielos hacia los campos recién nacidos, todavía hirvientes por los fuegos iniciales. Y al tomar forma Galgallím, eligió la del unicornio, criatura bella e inspirada, pero de espíritu temible, dotada de un cuerno de luz en espiral sobre su frente. Fue llamado Asallam, el primer unicornio de los nacidos, que aparta de sí toda oscuridad o tiniebla.
Al ver Asallam toda aquella extensión desnuda, golpeó con su cuerno una roca y la penetró hasta su hondo centro, y de ella brotó la fuente inagotable de la vida. A su paso, las aguas sofocaban los fuegos asfixiantes y con ellas se fecundaba la tierra de trecho en trecho, transformaban las humeantes planicies en praderas verdes. Fructificaba la vertiente y extendía lo fértil a lo ancho y a lo profundo de la tierra. Se erigieron grandes árboles y florecieron, y bajo su sombra pastaban las bestias salvajes y los diminutos seres se multiplicaban, y brotaban las hierbas, y los pájaros se alzaban en vuelo para surcar los cielos. Todo esto era intención del Único, y el unicornio su instrumento de amor. Así se conformó el Jardín del Edén, llamado Shamagin, que quiere decir "Lugar donde hay agua, el designio del Único en la tierra.

Se dirigió, una vez concluído su jardín, al unicornio y le dijo: Asallam, tú, espíritu de armonía, serás la única creatura, entre todas la que recuerde el momento y la forma de su hechura. Vivirás para la memoria de la luz, para ser su guía y su guardián. Pero ha de ser mi promesa permanecer en la tierra y no volver a la morada de la luz, para ser su guía y su guardián. Pero ha de ser tu promesa permanecer en la tierra y no volver a la morada de la luz sino en la hora final de los tiempos.

Fue así, como el unicornio, maravillado, vivió en aquel jardín en el inicio de las Eras.
A pesar de las infinitas cualidades  que se le adjudicaron y las distintas versiones de cada observador, todos concuerdan en una característica que define en esencia al unicornio: Su espiralado cuerno en el centro de la frente, apuntando al cielo. Blanco, dorado, como el arcoiris, azul y negro con la punta roja, o completamente de luz, el cuerno de un unicornio es la base principal de su magia, centro de su poder e inmortalidad. No está inclinado ni hacia atrás ni hacia adelante; recto, se alza directamente de la frente de la creatura, poco más arriba de los ojos. Ocupa al mismo tiempo esta y otras dimensiones y por ello logra penetrar cualquier sustancia. 

En horas de peligro o de prolongada concentración, puede exhalar cierto brillo o un suave resplandor. Llamado también alicuerno, es estriado, extremadamente duro y muy pesado. El  más conocido es el del color de la madera o del corazón de la madera. Por la creencia general en el Medioevo de que un unicornio volvía cada año al Paraíso a beber de sus aguas y alimentarse de su vegetación, su cuerno era considerado capaz de curar enfermedades, neutralizar pociones o venenos y hasta de resucitar muertos, y se lo usaba como muleto de protección.
La cotización de un cuerno era altísima, y tanto reyes como papas y grandes mandatarios de la iglesia o el reino, pagaban fortunas para poseer uno. 
                        Pura poesía