En el tiempo de María Castaña existió un
ser que iba por el espacio de nube en nube, criticando lo sucias que estaban,
lo que él ignoraba es que estaban cargadas de beneficiosas aguas que iban a
permitir que las plantas crecieran y alimentara a los humanos. Él veía muchas calles sucias en Ocumare y
decidió pedir permiso a sus autoridades para nacer. Nació en un buen día, con bastante sol, fue dotado
con muchas gracias físicas, que lo convirtieron en un hombre muy apuesto para
las mujeres y constantemente estaba rodeado de un glamoroso coro de chicas que
aplaudían cada una de sus gracias y cada uno de sus mandatos. Así fue creciendo
hasta convertirse en un hombrecito muy formal que intentó buscar pareja pero
todas tenían grandes defectos insalvables que no se permitía aceptarlas,
igualmente emprendió tareas intelectuales pero se quedaba en medio de la nada
con las manos vacías, hasta llegó a ser General, pero renunció porque él no
aceptaba órdenes de nadie.Por lo tanto, se dedicó a lo único que
hacía bien, barrer la calle, prender fogatas en todos los lugares a donde se
mudaba, ya que estaba de comunidad en comunidad, no se sentía bien en ninguna
parte y al mismo tiempo era rechazado por las demás personas que veían en él un
mandamás que los quería obligar a comportarse según sus órdenes. Pasa el tiempo
o el tiempo pasa, se muda a otra comunidad, convierte el frente de su casita en un cristal
brillante, al igual que la calle y las paredes del frente de la otra vivienda,
sembró flores de variados colores que armonizaban con la hermosa comunidad donde
vivía, pintó la calle por donde pasaban los vehículos y podaba regularmente
los árboles para darle forma ovalada, en especial un árbol japonés llamado Sakura,
de hermosas flores lila, que le ensuciaba mucho la otra acera.Pero como toda belleza tiene su fealdad
oculta, dormía dando vueltas en la cama, con pesadilla porque tenía que
resolver la próxima empresa de limpieza, se levantaba de madrugada, antes de
salir el sol y le daba rienda suelta a su locura, empezaba a recoger hoja por
hoja, de rodillas, pidiéndole perdón a las hojas, se iba a la casa de al lado,
donde vivía una humilde viejecita, que no podía ni caminar, toda encorvada, que
usaba bastón para caminar, se las ponía allí, le echaba kerosene, encendía el
fuego y él, a aspirar el humo como si fuera perfume. Como esta operación la
realizaba todos los días, la viejecita le recriminó un día y por poco lo agarra
a bastonazos, porque no lo entendía, era como si estuviera llamando la atención
para que vieran que él cumplía con las Ordenanzas Municipales….???? Nadie sabe
cuáles, porque ninguna Ley dice que hay que contaminar el ambiente, o hay que
dañar los nidos de los pajaritos que huyen despavoridos, cuando hay fuego en la
punta de sus ramas; en ninguna Ley se hace referencia a que se debe contaminar
el oxígeno a los asmáticos o no permitir que los niños disfruten de un ambiente
ecológicamente sano. Pero en fin, el
tiempo pasa, los años continúan en su loca carrera por terminar con esta, u
otras vidas, que parecía que iba a ser llena de perfección y sólo le trajo más
karma del que obtuvo en otras incursiones anteriores. En fin, este hombre muere, su
intemperancia y abuso le hacen acreedor de otra deuda que hay que pagar y fue
castigado a llevar amarrado en sus piernas un rastrillo, un cepillo de barrer y
una pala por toda la eternidad. Y aún hoy en pleno siglo XXI se escucha cuando
al caminar arrastra estos implementos en la acera de enfrente, de arriba abajo,
y a veces se posesiona de pobres espíritus pobres para colmarlos de angustia y
desesperación para que recojan las hojas o la basura y enciendan el fuego, ese
maravilloso fuego que los domina; esa angustia se percibe en época de lluvia
cuando la hojarasca está húmeda y más aún para él, que sufre del intenso mal
del piromanismo y de vez en cuando centellean chispas de fuego en el aire que
intentan quemar algo que no pueden, seguramente ustedes también las han visto,
son como globulitos o luces que danzan en el aire y mucha gente cree que son las hadas (orbes). |
Carmen Josefina Barreto 2018