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viernes, 1 de enero de 2021

31 DICIEMBRE 2020

 

Llegó el esperado día, las horas finales del año 2020,  que con sus torturas nos hizo temblar durante todo su transcurso, y no fue de emoción, ni de pasión, fue de miedo, el espantoso miedo que nos acobardó en algún momento de nuestra existencia; aunque aquí en nuestro país no lo sentimos con tanta furia como en otros países, que apilaban fallecidos en habitaciones, en camiones, containers, que tuvieron que ubicar espacios inmensamente grandes para enterrar a sus muertos.

En Venezuela si es cierto que vivimos con ciertas restricciones, pero en ese aspecto no tuvimos grandes incidencias; ya nos hemos olvidado prácticamente del corona, porque muchas veces se nos olvida el uso del tapaboca o barbijo, como dicen en Argentina, y lo recordamos cuando el presidente dice que entramos en cuarentena parcial o estricta, de resto los venezolanos no lo recordamos en ninguna de nuestras conversaciones.

En mi casa, mi hija y nietas van en busca de lo que puedan comprar de comida, cada una con su tapaboca y regresan hablando del montón de gente que está en la calle, muchas de ellas sin usarlo correctamente; aún así cerca de nosotros no se escucha ni se habla de contagiados en ningún barrio, como si no existiera, como si su existencia estuviera plasmada en las noticias únicamente.

Nos dispusimos este día 31, a lavar la vajilla a usar, las copas, los cubiertos, en tenerlos dispuestos para la cena de fin de año, al igual que fue la cena navideña; las hallacas que preparamos el 21, día del Espíritu de Navidad, las bajamos del congelador para montarlas a cocinar, a fuego lento; el pernil lo monté a cocinar el día anterior con sus aliños; en una reunión de amigos elaboraron, tequeños, pan de jamón, otros de queso, golfiados, después monté en la cocina, la papa y la zanahoria, y en un sartén un pollo aliñado, que dividí en dos para elaborar con una parte la ensalada. 

Otra vez el universo conspiró para que tuviéramos una hermosa mesa de fin de año, donde no faltó ni los estrenos.

Además estoy cosechando el frijol de chocolate y las lechosas ya están creciendo.

Cenamos justamente a las doce, brindamos con refresco deseando buenas venturas para este 21 y deseando igual energía a todos esos hogares donde faltó la cena navideña y de año nuevo.

 Con respecto a la comunidad, mi calle, que es la central,  estuvo silenciosa, en los edificios sí hubo bastante bulla, la gente con los altavoces de su música, brindaban por otro año; hacia la parte de las veredas tenían sus cornetas y micrófonos, dispuestos a cantar karaokes como en el 24, hasta que en la madrugada se fue la electricidad que le cortó la inspiración a medio mundo, pero no los mandó a dormir y hasta ahorita en que escribo continúan con su alegría.

Por esta calle, hubo un encargado de recoger dinero para alumbrar la calle y una persona colaboró en comprar otros bombillos ya que están inalcanzables, por lo caro; hoy cada calle cuenta con su alumbrado y mi casa cuenta con un poste alumbrado.

El tiempo está muy agradable, no está haciendo calor, más bien fresco, mi nieta Vicki quiere que haya una nevada para salir a lanzar pelotas de nieve, sería chévere pero que no dure sino tres días, sino moriremos de frío.

Este es el resumen del jueves 31 de diciembre de 2020 y esperamos mejoras, tanto espirituales como económicas y físicas, ya que hemos sufrido por mucho  tiempo los desmanes de los poderosos. Y como dice el Papa Francisco, el mundo necesita una vacuna pero, para el corazón