Esta es la historia, cuyo cerebro ideó, diseñó y pintó de una tortuga, que mientras era elaborada y pasado el tiempo se dio cuenta de que no podía seguir siendo tortuga por problemas estructurales y de recursos, y decidió convertirse en pollo, vio que era muy bonita y que aunque no cumplía con el motivo de su creación, continuó con su plan de ser un pollo; por lo tanto he aquí un POLLO.
Pero después de mucho tiempo, este pollo fue perdiendo todo su ornato, su pescuezo adornado con las mejores alhajas se cayó, su pico se desbarató de tanto picar divirtiéndose, sus patas cubiertas de perlas cultivadas perdieron sus uñas escarlata, sus alas realizadas de fino nylon color sol fue destruyendo cada una de sus tornasoladas plumas, su contorno redondito realzado con una cadena de plata fue perdiendo los eslabones uno a uno, hasta quedar sólo guilindajos inservibles; como la superficie era de papel periódico reciclado, que albergó muchas noticias viejas, descoloridas, leídas y pisadas muchas veces en muchas esquinas de la casa, dió lugar a que fuera adquiriendo un matiz grisáceo impregnado de polvo y suciedad, del uso y traslado a que fue sometido por niños y adultos, unos para jugar y otros como cofre, que redujeron su brillo hasta opacarlo completamente para convertirse en ésto que es hoy: un fraude de tortuga. Un envase circular sin brillo, estabilidad ni belleza, que sólo sirve como ejemplo, por perder el uso o misión para lo que fue ideado.
