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martes, 17 de agosto de 2021

CUENTO WARAO DEL CASABE

 DE CÓMO LOS LOROS ENSEÑARON A SEMBRAR YUCA A LOS WARAOS.


Hace miles y miles, muchos, muchos años en algún lugar del mundo, de los waraos, decidieron un día irse ellos de un caserío a buscar frutas en un morichal, y sólo quedó en el poblado un hombre con su mujer y el lorito que tenían, trua lorito...trua lorito...trua.


Al rato pasó por encima de su casa una bandada de loros, tan grande que todo el cielo se obscureció como si fuera a llover; los loros venían muy felices y con su algarabía hacían un enorme alboroto. El lorito de la casa les preguntó tres veces a dónde iban, y por qué estaban tan contentos.  Ellos le respondieron  que iban a buscar yuca, y siguieron su camino. Cuando venían de regreso, bien cargados de yuca, el lorito del rancho les pidió que le regalaran algo de lo que llevaban y ellos le echaron un palito de yuca.

Como el lorito estaba sobre un palo en el alero  de la casa, le costó mucho bajar a buscar el palito de yuca; cuando llegó abajo, un indígena que estaba cerca se lo agarró, pues había escuchado toda la conversación entre los loros. Como ya estaban volviendo los pobladores a la ciudad, el hombre escondió el palito de yuca entre la tierra, enterrándolo, semi acostado.  


Cuando regresó al día siguiente, vio con sorpresa que había germinado y estaba cubierto de hojas. El hombre dejó crecer la mata y como ignoraba cuál era su parte comestible, empezó a experimentar. Primero comió las hojas que le produjeron un tremendo dolor de estómago. Arrancó la mata , comió los tubérculos de sus raíces, pero le cayeron tan mal,  pero tan mal que en toda la noche no pudo dormir con la hinchazón del vientre y sus dolores.


Al día siguiente, ralló la yuca, le extrajo el jugo o yare y se lo bebió; ese día estuvo a punto de morir envenenado.


Ya iba a desistir creyendo que  no era comida de personas, cuando decidió hacer una última prueba: ralló la yuca, le sacó el yare, la puso a secar y se la comió. No le supo muy sabrosa, pero de este modo no le hizo ningún daño.  Al día siguiente hizo lo mismo y además cocinó la yuca. 

De esta manera se entronizó la yuca en los hogares venezolanos y el casabe como el rey de los panes.



miércoles, 4 de agosto de 2021

MERCURIO

 

Mercurio  nació en Arcadia, sobre el monte Cilene, hijo de Júpiter y de Maya; al nacer, se sintió tan apuesto que luchó  con Cupido, con una zancadilla le robó el carcaj, mientras era felicitado por los dioses le quitó la espada a Marte, el tridente de Neptuno, el ceñidor de Venus y el cetro de Júpiter, estuvo a punto de escamotear el rayo pero sintió miedo de quemarse los dedos. Por tanta bribonada fue expulsado del cielo, llegó a la tierra y fijó residencia en Tesalia, donde pasó su adolescencia y juventud. Apolo también fue desterrado y se dedicaba a cuidar los rebaños del rey Admeto, cuando Mercurio lo vio, pensó procurarse un rebaño sin gasto alguno, por lo que vigilándolo muy de cerca, observó que estaba entretenido tocando la flauta tiernamente en un delirio amoroso, momento que aprovechó para desviar sus bueyes hasta lo más espeso del bosque. 

Por lo que se ha considerado a Mercurio el dios de los ladrones y tramposos. Pues resulta que Apolo se enfadó mucho cuando lo descubrió, Mercurio le entregó una lira de tres cuerdas y a cambio recibió un palito de avellano con la magia de apaciguar las querellas   y reconciliar a los enemigos, sabiendo eso Mercurio para probarlo, lo  interpuso entre dos serpientes que peleaban encarnecidamente, pero en ese momento las dos se enroscaron alrededor de la varilla, quedaron enlazadas, formando así el Caduceo, emblema de un ministro plenipotenciario y conciliador, que es el atributo de Mercurio.

Fue considerado el dios de los atletas y dios de los pastores, ya que llevó una vida pastoril por mucho tiempo e inventó la lucha y los ejercicios corporales en los que sobresalía siempre, aunque él se sentía poco satisfecho con estos vulgares honores, decidió recorrer grandes ciudades y mostrar el arte de la elocuencia, y con ello los oradores los retóricos, artes y bellas letras también se pusieron bajo su protección. Queriendo juntar lo útil con lo agradable perfeccionó el comercio, el cambio, inventó los pesos y medidas y los mercaderes lo llamaron el dios del comercio. En el cielo sentían un gran vacío por su ausencia ya que en la tierra mostró  superior destreza e inteligencia, y Júpiter lo llamó para convertirlo en su ministro, su intérprete, y el mensajero del Olimpo. Era por lo tanto ejecutor de los  encargos de los dioses, de negociaciones públicas o secretas, importantes o frívolas, era criado, escanciador, espía, embajador, satélite y verdugo. 

Era el encargado de llevar a los infiernos a las almas y asistirlas en sus juicios, llevarlas a la tierra cuando cumplían mil años, para un nuevo cuerpo. En los sacrificios que le ofrecían a Mercurio le colocaban miel, leche y sobre todo la lengua de las víctimas ya que era considerado como el dios de la elocuencia.

Sus alas en el bonete y tacones significa que es el mensajero de los dioses; 


la cadena que sale de su boca significa el poder que un orador perfecto encadena voluntades, una bolsa en su mano es el símbolo del dios protector de los comerciantes, el gallo significa la vigilancia, la tortuga recuerda que inventó la lira. Su similar en Grecia era el dios Hermes


Este era un dios en todo su esplendor.

Tomado del libro de Mitología griega y romana de Juan Humbert. Francia 1958