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martes, 11 de octubre de 2022

CAPÍTULO II DE LA VUELTA

 del Camino Real.....




.............Este horrible secreto lo perdía en las más abyectas y desesperantes profundidades infernales y sobrellevaba su aflicción como un zombi.

12- HISTORIA

   Bernardito se levantó ese día como si tuviera grilletes en los pies, el semblante hosco, los ojos hundidos, la piel enrojecida, las manos hinchadas, como si un hongo oscuro lo hubiera poseído, caminó pesadamente, fue a la casa vecina, allí charló vagamente con su amigo Don Ramón, quien justamente estaba de visita ese día a visitar a sus sobrinos, pues vivía en Cúa y como a ambos les gustaba la “pelea de gallos”, compartían esos momentos regularmente e inclusive una vez le ofreció su gallo Giro, pinto, valiente y ganador de muchas escaramuzas, sin deseos subyacentes, sólo pensando obsesivamente en la “Vuelta del Camino Real”.

  En la Hacienda Marín, habitaba Misia Estílita Noguera, esposa de Don Ramón Delgado Gudiño, quien después de la muerte de su esposo continuó allí criando a sus hijos: Pedro, Juan, Anita, Rita, Antonio, Margarita y Lépido, junto con los peones. Estas visitas eran regulares después de la muerte de su hermano, se reunían sobre todo en la época de vacaciones para charlar sobre diferentes tópicos de la siembra, o hacían veladas para cantar, escribir, compartir momentos placenteros, de creatividad, unos típicos Clubes de Lectura, junto  a figuras preclaras como el Dr. Alberto Smith, Dr. Obdulio Álvarez, y Juan España, ....

13- CONFESO

  Le cuenta a Don Ramón, sollozando su desgracia, sobre la “Vuelta del Camino Real” y él conmovido llora junto a Bernardito, quien le pide además, que no lo cuente, que no quiere sentirse señalado.

14- AGOBIO

  El tiempo corre con siniestra lentitud; Bernardito intenta aparentar un espíritu que hacía ya tiempo lo había abandonado, se dedica a ser un humano normal, trabajador al 100% hasta el agotamiento, casado con una buena mujer, procreó hijos, quienes nunca supieron su obsesión por lo acontecido en la “Vuelta del Camino Real”; así después de un tiempo de cumplir sus objetivos en el mundo ...desencarna, para llegar como él creía a la presencia majestuosa de su Dios, pero no lo encuentra, se queda en la más completa obscuridad, donde no hay tiempo ni espacio, vagando en el astral, buscando a su espíritu, que ya estaba pesado, grosero, todavía consumido por las abominables energías que había concebido en la tierra, que debía limpiar, porque era imperante llegar al mundo celeste, pero...¿CÓMO?, si estaba encadenado a la “Vuelta del Camino Real” 

  -¡Este terrible sufrimiento que me agobia es peor!, 

-Porque aquí estoy realmente vivo y no me permiten discernir sobre qué debo hacer.

Observa en un dulce remanso una apariencia de luz..¡Oh!, ¡Es la Virgen del Carmen! -la llama mil veces, suplicando que lo saque de allí, de la “Vuelta del Camino Real”, que estaba arrepentido de su pecado; sus alaridos retumban en su cabeza, como una atroz pesadilla de la que no puede despertar, sólo él oye su desesperación.

-¿Ni siquiera me está permitido hablar con la Virgen del Carmen?

-¿O mi dimensión está tan retrasada que me está vedado este alivio?

-¡Qué terrible!

-¡No puedo hablar con ella!

  Y debe soportar a sus únicas compañías: un alcohólico y un drogadicto quienes ansían introducir demonios en su estómago, cerebro y sangre; posesionarse de cualquier medio físico para saciar sus vicios.

15- LUZ

   Sigue pasando su espera, porque allí no hay ni tiempo ni espacio, Bernardito ve su cuerpo retorcerse  como los de un animal, sobre todo sus pies; ignora cuántos días humanos, meses, años y no consigue un alma pura con quien conversar, a quien pedirle que ruegue por él, que con sus plegarias y luces le alumbre el espacio adonde está encadenado; pasan muchas lunas, muchos nacimientos y desencarnados, hasta que al fin, la Energía Libre, Indefinible y Pura le señala a Ángela y la vislumbra en la hacienda cuidando a una bebé de pocos días de nacida; a una chica del campo, de orígen humilde, morena clara, limpia, analfabeta, sencilla, conservándose en un estado de pureza y que gracias a su madre existe, a pesar de los tropiezos que como mujer embarazada soltera tuvo. 

16- ARENA

  Corre el año 1931, en la Hacienda Marín, hoy Onza, Ángela cuenta con catorce  años y cuida a una niña de nombre Hermas, nieta de Doña Estílita, quien está muy anciana ya y probablemente ya difunta.

Bernardito desde su dimensión, la llama muchas veces: ¡Ángela! ¡Ángela!, pero es en vano, no le hace caso; Sin saber qué hacer, Bernardito le echa arena del río en los ojos, no una, sino varias veces, también en la arepa que le va servir de alimento; hasta que Pedrito, hijo de Don Pedro la conmina a que en vez de arena le ponga flores, diciéndole:

-¡Noo chica, tú lo que estás es loca! ¡Pídele que te ponga flores! 

-¿Cómo te va poner arena?

17- CONJUROS

  Bernardito la sigue llamando insistentemente recibe como respuesta: 

¡Conjuros contra el demonio!:

-¡Aléjate Satanás!

-¡Aléjate, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo!

La bendicen, la bañan en agua bendita, le ponen en el cuello unos escapularios con indulgencias y crucifijos con telas de santos.

-¡Pobrecita!, pero mi desesperación por salir de esta oscuridad, me obliga a este tipo de comunicación.

18- ASOMO

  Don Ramón la manda a buscar agua, un momentito, a la cocina, pues los muchachos están escuchando vitrola en la sala; Bernardito aprovecha la oscuridad para hablar con Ángela, que brinca del susto cuando lo ve escondido entre los tenues velos grises de la estancia; creyendo que es el niño Pedrito, le dice: -¡Déjeme pasar, niño Pedro, no me asuste!

Bernardito, le permite el paso, pero ella no lo mira y de regreso a la sala, se da cuenta que Pedrito  está sentado allí por lo cual lo increpa:

-¡Niño Pedro!,

- ¿Quién me asustó en la cocina?,

- ¿No fue usté?

No obtiene respuesta, todos corroboraron que Pedro no se había movido de la sala.

Bernardito, debía buscarse un nombre, por el que ella sintiera confianza:

-¡Ah,ya sé! ¡ÁNGEL DE DIOS!, para presentarse dignamente, que no lo rechazara, y a partir de ese momento, él, Bernardito Hedriche, se le aparece a diferentes horas del día en pos de buscar ayuda para llegar a la presencia de su Dios Todopoderoso, porque si en esa dimensión donde está, tuviera la facultad de perder la conciencia, haría lo posible por hacerlo y no seguir sufriendo esa absoluta pesadilla en donde está sumido por su propia culpa, por su propio descalabro moral.

19.- PETICIÓN-

   Ángela oye su historia de la boca de Bernardito, quien la repite, sin importarle que la tilden de loca, además de quitarle el cuido de la niña Herma, que tanto ama, para hacerla a realizar otros oficios de la casa.  Él le pide que le encienda una vela en “La Vuelta del Camino Real”, que con lluvia o sin ella, esa vela no se iba a apagar, porque él la cubriría con su cuerpo, fenómeno observado por la  gente que se acercaba por ahí cuando miran asombrados una “vela bajo la lluvia, prendida”, a pesar del acompañamiento sin tregua de las lloviznas y aguaceros contínuos de la época de invierno y el joven Lépido, de catorce años, aprovecha para burlarse de ella.

-¿Con quién es que tú tanto hablas, chica?, ¡Ese debe ser un muerto!, a lo que ella dulcemente le responde:

 -Es un hombre alto, bien parecido, blanco, vestido de liki-liki, tiene siempre los zapatos limpios y brillantes y no se ensucia con el pantano del camino.

20- AKÁSICO

  Como Lépido no la dejaba tranquila con sus burlas, Bernardito le cuenta a Ángela cómo va ser la vida futura de él y su triste muerte en soledad, pues lo pudo leer en el Registro Akásico, “que le llegaría el amor sin echar raíces”, como realmente sucedió, cuando conoció a una hermosa y vivaz campesina, de ojos brujos, amarillos, cabello largo, carácter fuerte, decidida y muy firme en sus decisiones, de la que se enamoró perdidamente, siendo él el encargado de la hacienda y ella la de los oficios del hogar.

21- LA SOLEDAD

  Lépido, un play-boy, de treinticinco años, culto, refinado, de excelente verbo, como hombre enamorado, de cada viaje le traía un presente, la colmaba de regalos, pero solamente eso, no hubo un hogar, un desposorio, un calor; aunque en una oportunidad se la llevó a La Guaira, por dos años, y al final del camino, él murió sin los cuatro compañeros que la vida le había ofrecido, en un hospital, con la soledad del amor de pareja; contrito, añoró justamente ese día no poder tenerla a su lado, y llevarse a la eternidad el dulce recuerdo que le hizo apretujar el corazón y mojar sus pupilas, cuando alucinó que una puesta de sol emergía de aquellos ojos que lo embrujaron, cuenta su hija Omaira.