miércoles, 2 de mayo de 2018

MAYO CON SUS SÍMBOLOS NATURALES

SIMBOLOS NATURALES
de la República Bolivariana de Venezuela
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Los Símbolos Naturales de la República Bolivariana de Venezuela son, EL ARAGUANEY
(Tabebuia chrysantha)
Es nuestro árbol nacional según lo establecido en la Resolución conjunta de los Ministerios de Educación y Agricultura de fecha 29 de mayo de 1948.  su nombre científico Tabebuia es de origen indígena y crisantha se deriva de los vocablos griegos que significan "flor de oro".
Es conocido con los nombres de Acapro, Curarí, Araguán o Cañada, Flor Amarillo y Puy.

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LA  ORQUÍDEA
(Cattleya mossiae)
Fue declarada Flor Nacional el 23 de mayo de 1951, por Resolución conjunta del Ministerio de Educación y el Ministerio de Agricultura y Cría.  Su nombre científico es Cattleya, en honor a William Cattley, quien 1818 cultivó los primeros bulbos de esta planta en Inglaterra, a partir de unas especies enviadas desde Brasil.  También se le conoce con el nombre de "Flor de Mayo".  El número de especies y colores de esta hermosa flor es variado y pueden verse y pueden verse en cualquier parte del país, ya que crecen en selvas tropicales, zonas cálidas, lluviosas y frías.
EL TURPIAL

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(Icterus icterus)

Fue declarado Ave Nacional el 23 de mayo de 1958 por Resolución conjunta del Ministerio de Educación y el Ministerio de Agricultura y Cría.  Se reconoce por sus  colores: amarillo el cuerpo, excepto la cabeza y las alas que son negras con partes blancas y tiene una mancha azul pequeña, pero intensa alrededor de los ojos. Vive solitario o en pareja, en lugares cálidos como los matorrales espinosos, llanos, bosques deciduos o que pierden las hojas, bosques de galería y cardonales.  Su canto es muy variado y melodioso.

PARADOJA

Nos descubrimos una hermosa mañana de primavera, cuando percibíamos el peso de la naturaleza, los árboles de frondosos follajes, el olor de las frutas que nos impulsaba a atravesar la campiña una y otra vez en busca de emociones, bajo un cielo despejado y nítido como el agua rivereña de altas latitudes.
Después de disfrutar de su compañía por ciudades, valles, montañas y aguas; él con ese amor oblativo que siempre me demostró, me ofreció un nido de amor construído con sus propias manos, esmero y mucha querencia, buscando los mejores materiales para que fuera digno de mí, me sintiera como una diosa, dueña del mundo y lograra así sentir paz en mi alma y regocijo en mi corazón -espectacular- le dije y sin pensarlo dos veces, asombrada, lo amé mucho más y una y otra vez nos arrullamos...
Mi hogar de paredes acogedoras, me invitaba a la pulcritud, todo debía estar en su lugar; ni una brizna de paja traída por el viento, permitía en la entrada. Vecinos había, pero solamente !Buenos días! !Buenas tardes!, no había visitas, ni nosotros las hacíamos, sólo dedicábamos el tiempo a nuestra laboriosidad y ternura.
Los días pasaban inexorables, como ha sido siempre el tiempo, para bien y para mal, como buenaventura o como experiencia dolorosa, disfrutaba del afecto de mis hijos, de sus requerimientos, miraba por sus ojos, suspiraba con sus revoloteos, los atendía en exceso, desesperada, porque sentía muy dentro de mí, que su necesidad era mi propia necesidad, que si dejaban de respirar yo también moriría; cómo no amarlos, si eran tan frágiles como una ramita seca o como una escurridiza semilla de guayaba, eran tan dulces, tan inofensivos, tan demacrados que apenas podía observar el color de sus caritas. Los amé con delirio, sobreprotegiéndolos; si su padre no llegaba en su momento justo para atenderlos, le demostraba tal turbulencia que el pobre se alejaba observando mi comportamiento, hasta por medio día, donde yo pataleaba, hacía gestos con mi cuerpo, me abalanzaba sobre él para agredirlo, aunque siempre se mantenía paciente, yo no sé  cómo lo hacía, pues me esquivó muchas veces y nunca tuvo ni un reproche, y menos un alejamiento.
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No me podía explicar por qué actuaba así, en vez de mantener la paz de mi dulce hogar; yo no tenía mas nada qué hacer, por qué la rabia escondida dentro de mí, me obligaba a perturbar su felicidad que sólo consistía en vivir a mi lado, pues cuando yo me rezagaba, oía sus dulces llamadas, una y otra vez, para recibirme retozón en cuanto me acercaba.
!Dios mío! El inexorable pasa lentamente y nosotros seguimos rutinariamente viviendo.
Un día me levanté bien temprano a observar los amados hijos y !horror! hay uno que está inmóvil, lo beso muchas veces, lo toco, lo muevo, pero nada, aparto a los otros con mi cuerpo y... lo lanzo fuera !fuera de mí!, !fuera de nosotros!, que lo amamos y nos abandona de esta manera, así sin despedirse, !No quiero saber de él!, !Ni siquiera volveré a mirar dónde está!, !Que se lo coman los bichos en la calle!, !Que sirva de alimento por lo menos a la tierra que lo recibió!, yo estaré bien, mis ojos nunca derramarán una sola lágrima por él.
Todo era cantos y alegría, seguíamos el ritmo natural, pero vuelve mi vida a perturbarse cuando un intruso se asoma a nuestro hogar y lo destruye, todo desaparece de repente. 
Me quedo sola, desde ese momento no pude volver a mi casa, ¿A qué? si allí no estaba el motivo de mis desvelos.
Vagué, vagué mucho, cada árbol representaba un remanso, y al final lo encontré, cabizbajo, oteando el horizonte, nos miramos y nos adentramos en el mundo maravilloso de nuestro amor, sólo de nuestro amor de pareja, pero... y nuestros hijos, ¿Dónde están nuestros hijos?, ¿Qué hizo el destino con ellos?, ¿A dónde los botó ese torrente?, ¿Me los habrá golpeado?, ¿Los habrá maltratado?, ¿Mi cuido habrá servido de algo?, ¿Seguirían o no mi ejemplo?


Pasan los minutos, los segundos... como pesados fardos cargados de piedras, voy y vengo buscando a mis hijos, no hay lugar que no mire para llamarlos, no hay sonido que no oiga para descifrarlo, no hay cuerpo que no toque para sentirlos, hasta que al fin me oigo llamar  y encuentro al más pequeño !PRESO!, mi hijito preso, pero si le ofrecí el mundo entero para que lo atravesara, le alimenté su alma y su cuerpo para que volara raudo contra el viento y las dificultades, QUERÍA, Quería, quería, quise.




Hoy lo alimenté y calmé muchas veces, su alma desesperada por los barrotes, se abrió con sentimientos ambiguos, dulces e insospechados; estuve tan cerca como pude de su dolor, pero hoy no debo, ya es tarde para consentirlo, ya es tarde para salvarlo, pertenece a otro mundo, el que escogió sin pensar, un mundo a donde yo no me permito entrar, y secamente, con inercia, le ofrecí una semilla, que ciertamente su corazón no soportaría.
¿Su presidiaria lo soltará el día que tenga las alas fuertes? o por el contrario ¿Me entregará un despojo? ¿En qué condiciones me lo devolverá? !Dios mío, !Dios del universo!, ¿Qué debo hacer? !Señor, lo  entrego en tus manos!, !Dispón Tú sobre su vida!
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De lejos lo veo caer y al final yace en el piso de su propia jaula, mientras yo me veo volando a encontrarme con la luz de mis ojos, mi adorada familia.

Me siento rodeada de preguntas acosantes ¿Por qué no hay una lágrima en mis ojos?, ¿Por qué no tengo compasión para mis hijos?, Si ese ser y los otros salieron de mí, ¿Por qué no hay un pensamiento de amor o de dolor para ellos?, Soy como un títere en manos del destino que me obliga a actuar así, ciertamente, es lógico, es mi naturaleza que se impone, soy tan débil, que no puedo torcer los hilos del destino.
Hoy, en mi recién estrenado nidito de amor, con otros hijuelos que me llaman y pían desesperados de hambre, mi llegada, me doy cuenta que sólo soy una pajarita de satinadas plumas amarillas y negras, con un hogar ubicado en la parte superior de un poste y que por favor pido que no vuelvan a destruir. CJB.19-06-1999
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