A nivel mundial nos obligaron a usar bozal, a usar tapaboca, a permanecer callados, a no expresarnos mucho, a guardar nuestras palabras. Pues será que estamos hablando demasiado, estamos vociferando mucho, estamos haciendo mal uso de las palabras, estamos emitiendo decretos que van en contra de nuestra propia felicidad, supervivencia, armonía.
Pues ya es hora de rectificar, cada uno de nosotros, tenemos en nuestras manos, es decir en nuestra boca, lengua, cuerdas vocales el ambiente perfecto para vivir, con decretos maravillosos, que hagan de nuestra vida un ambiente maravilloso, que valga la pena asumir.
Cuando leíamos noticias sobre el coronavirus, estábamos conscientes que era para tenerle cuidado, bueno, ya llegó a nuestros predios; junto con mi nieta Andrea nos dispusimos a coser algunos modelos de tapaboca, para simplemente la conversación con nuestros semejantes, para salir a un abasto y dirigirnos al despachador, o poder estar en un vehículo con otras personas.
Los modelitos están realizados con tela doble, de motivos infantiles, cosidos a mano con hilo y aguja, otros con tela de franela y una orilla de color negro para darle estabilidad a la tela, también me sirvió las argollas del pote de atún, para pasarle una cinta y amarrar en la parte de la nuca; también se puede colocar cintas de sostenes en no uso, haciéndole travillas de hilo en cada lado; utilicé un pañuelo y quedó muy bueno, doblando, cortando y cosiendo. A otro lo hice de tela negra y le coloqué un corazón justo en la boca y unas pestañas grandes, simulando una cara, se ve muy bonito, para una niña de trece años que se niega a colocárselo. En fin se pudiera realizar otros pero con máquina de coser, porque con la aguja es realmente tedioso.
Por lo pronto hay que tener calma, guardar la cuarentena asignada, salir poco a la calle, y yo como población vulnerable, guardarme concienzudamente, tratando de cubrir algunas cosas que me falta por realizar en la tranquilidad de la casa.
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