Definitivamente el poeta tiene ese algo que enamora, y hace tiempo me topé con Eduardo Embry, pude leer y releer sus versos, que me hacen sonreir con pesar cada vez que poso mis ojos sobre ellos; uno es "Sueños del Poeta", lo transcribo y dice así:
Un día me puse a soñar
que contestaba en forma errónea
las preguntas que normalmente
todos contestan a Dios,
y soñaba que tenía una silla
que tenía comida en abundancia,
pero no había qué comer,
que tenía una cama
pero dormía en el suelo,
que tenía mujer,
pero no tenía mujer alguna.
Que mataba sin escopeta
cinco pájaros volando,
y ninguno quedaba en la mano;
"este sitio está quemado"
-dije a mi mujer-: "nos iremos a vivir a otra parte",
bueno, lo dicho dicho está
como no tenía mujer, ni ropa qué llevar,
desnudo y solo me marché;
"¿y para dónde va usted?"
me paró el viento
"¿para dónde?" y cuando me quedaban
sólo algunos huesos, me hablan
las cenizas: "por lo menos
te queda el consuelo del ave fénix,
que del polvo vienes al polvo vas",
y finalmente habla el viento con el viento:
"ya no podrás escribir más:
se te ha volado la mano"
ENXEINPLO DE LA VIRGEN Y EL HIJO LEJANO
Para que yo llegara por acá
la Virgen María
se quedó en mi casa
en todos estos años
me ha reemplazado en mi puesto de batalla.
Si mi madre necesitara
cambiar un bombillo
para que no sufriera mi ausencia
venía la Virgen María y se subía
en una silla
y el bombillo quemado cambiaba
por una luz más refulgente,
y cuando yo le mandaba cartas
por intervención de la virgen
yo mismo golpeaba a la puerta
"ha llegado la carta, señora,
dos pasos adelante y uno hacia atrás"
saltaba en una pata, de alegría saltaba de saber
que yo leía las cartas
que yo mismo mandaba a mi madre,
la Virgen María_que también
anda por estos lados_
pasa y me mira (y me sonríe
con la misma sonrisa celeste
con que mi madre me sonreía)
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