En agosto 2008, pasamos las vacaciones en Mérida, Cordillera de los Andes, un lugar excepcional por la singularidad de sus paisajes, de su gente, de su alimentación, de su música, y de lo bien que uno se siente ahí, compartiendo con sus comunidades. En esta oportunidad nos alojamos en la suit del hotel Valle Grande, km 10 del Páramo La Culata, perteneciente al Instituto de Previsión Social del Ministerio de Educación. Aquí guardo celosamente algunas de las fotos que tomé con mi celular.
Visitamos en esa oportunidad los Chorros de Milla, la comunidad de Los Aleros, que para ir a lugares específicos en la recepción hay diferentes listas donde uno se anota y recibe las orientaciones de salida y entrada, de nuevo al hotel, También se puede hacer individualmente y no en excursión, como lo hicimos nosotras, que llegamos en taxi y esperábamos el autobús para devolvernos.
En los Chorros de Milla, peces
En Los Aleros Andrea espera su cédula de identidad
Esperando en la parada Comprando dulces
Como el perro labrador de Bolívar, Nevado
En la plaza Bolívar
No podía faltar el teatro, cuando llegamos había música y bailé
Y bueno, me encontré con europeos que decidieron huir de sus países y encontraron en Venezuela un apoyo, un hogar, un reposo para sus días agitados o perseguidos, me imagino que ya sus cuerpos estarán en reposo eterno, o quizás no, por la vida tan agradable que llevan o han llevado, ya que hicieron de sus profesiones antiguas un arte aquí en América, enseñando a los más jóvenes el conocimiento que da continuación a más aprendizajes.