Estos meses han estado pasando cosas increíbles, una de ellas es la de una mudanza que a mi no me place en nada, pero a las niñas les causa alegría.
Es la mudanza del gatito de al lado para mi casa, y cuando lo vienen a buscar se engrincha, rasguña y se tira al suelo; lo sacan por una puerta y entra por la otra, se lo llevan por la puerta de entrada y aparece bajando las escaleras del techo; ya no hallamos qué hacer, y dejamos que la vida siga su curso.
Un día salgo del baño porque me voy a vestir para irme a la escuela, me estoy vistiendo cuando oigo dos golpes en la puerta; el gato empujó la puerta, con la otra pata la cerró y saltó a mi cama a estirarse para esperarme, lo bajé de mi cama, en cuanto salí del cuarto empezó a pegar carreras desde la puerta de la calle a la puerta del patio.
Primera vez que un gato se alegra de verme.
Al otro día los vecinos lo habían botado de su casa ya que le quitaron el cascabel que tenía en el cuello y lo convirtieron en "gato callejero". Y aquí lo vemos, felíz en la calle de los vecinos, apapachado por todos los brazos que lo sostienen, lo besan, lo apurruñan, lo arropan, en fin se siente amado; cuando llegue la perrita, tendrá que acostumbrarse a compartir.
Nosotros le pedimos al universo una perrita, el universo nos mandó un felino.
