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martes, 30 de marzo de 2021

EN MI SALÓN: ¡UN DUENDE!

 Yo tenía el salón más feo de toda la escuela, las paredes estaban esconchadas, es decir sin pintura, se le veían los bloques, de la mitad para abajo, el escritorio también horrible, los pupitres ni se diga, los hierros salidos, que por cierto me monté en uno de ellos para ornamentar el salón y me caí, raspándome todo el brazo  con uno de los brazos sin madera de ese asiento, lo mejor fue que me levanté calladita la boca, para que nadie supiera que había dado en el piso con mi humanidad, me levanté, me sobé y pa´lante , porque no había y no tenía para qué pedir auxilio.

Resulta que empecé a trabajar sobre la visibilidad del salón, pinté algunas figuras en las paredes que pudieran engañar la vista de los alumnos y no se fijaran en la fealdad sino en los dibujos;

Llevé de mi casa algunos sténciles  o plantillas para hacerle grecas a las paredes y al escritorio, el pizarrón también lo refaccioné para poder trabajar mis dibujos en él. 

En frente me quedaba un espacio verde y junto con los niños preparé un jardín con piedras pintadas, tapas de leche y las plantas que trajeron los niños, las cuales fueron señalizadas con pedazos de madera. 


El conjunto se veía bien ya que con la luz brillaban las tapas de leche, colocadas simétricamente en los caminitos. Muchos de los demás colegas, junto con sus alumnos, fueron a ver el trabajo elaborado por mis niños de tercer grado, y se les veía el agrado en su cara al contemplar el jardín.

En el salón no tenía forma de cerrar un hueco de la reja y niños de la comunidad o serían ellos mismos se introducían por ahí para dañar las cosas que tenía amontonadas en el aula; así que un día pinté la cara de un duende en el pizarrón y les dije que ese duende estaría allí cuidando las cosas que tenía en el salón, haciéndole muchas muecas para nombrarlo (ese duende era tan feo que yo no quería ni verlo); el duende permaneció en el pizarrón mucho tiempo, pero los muchachos seguían desordenando el salón. 

Un día llegué con una historia de duendes: "Que estaban en mi casa y que yo los estaba oyendo y los seguí hasta una mata de cambur y demás ideas que ellos mismos me estaban indicando con sus preguntas y respuestas, porque había un completo silencio entre los niños, quienes se veían la cara con asombro y opinando, cómo es, era, fue y muchas historias más que surgió de ese cuento que empecé para calmarlos, para hacer que se interesaran en las actividades del salón, aclaro que este era un salón de tercero, rural, pero por regla general los alumnos son más grandes que la edad promedio para ese grado (-1994). El colmo fue que a la hora del recreo escucho unas pedradas en el aula contigua donde había abandonados un montón de pupitres y cuando le pregunto a los niños por este asunto , me contestan: _Maestra Josefina estamos cazando un duende que está debajo de esos pupitres.

_Bien cálmense que ahí lo que está, seguramente, es un pobre perro cobijándose de la lluvia.

Al día siguiente, llegaron los representantes:

_Maestra Josefina, cuéntanos qué fue lo que te pasó con los duendes en tu casa???

Uffff

 ¡¡¡¡¡Una simple idea todo lo que revolucionó!!!!!!


sábado, 7 de abril de 2018

DUENDES o qué....







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DUENDES ...O...

Esto que les voy a relatar, no me lo contaron, yo lo ví con estos ojos que se van a disolver en la tierra, y si me lo hubieran contado no lo hubiera creído; lo creí porque pude observarlo, no una, sino dos y tres veces, donde lo intangible toca lo tangible para hacernos pensar en qué es lo que estamos viendo.

Sucedió el año pasado en el mes de noviembre cuando fuí a visitar a una amiga, a la que tenía tiempo que no veía y necesitaba saber de su salud; era aproximadamente las 4:30 pm, nos pusimos a conversar y a ver jugar a los niños, de 7, 6, 4 y 2 años.

La de cuatro años se quedó rezagada jugando sola y yo me quedé observándola mientras mi amiga salió a preparar un traguito de café, la niña saca del cuarto unos juguetes y entre ellos un carrito que lleva con mucho entusiasmo en su mano derecha.

Lanza el carrito contra la pared y una mano invisible lo toma y lo devuelve hacia donde está ella, que lo vuelve a lanzar y lo vuelve a recibir; como yo estaba distraída en ese momento, me pareció que no había captado el suceso en su cruda realidad, vuelvo a mirar pero ahora con todos mis sentidos activos y lo que observo me deja boquiabierta, erizada,estupefacta, momento en el que entra mi amiga y al verme, me pregunta que qué es lo que me pasa.

Para que ella no me replicara que yo estaba viendo mal, le digo:
-!Fíjate en el carrito, cuando la niña lo lanza, y vé lo que sucede!,
ella contesta: -No está pasando nada, estás viendo mal...
-!Pues no!, es otra cosa, y quiero que me digas si es verdad lo que va suceder en este momento...
Mi amiga con el corazón en la boca, voltea y ve a su hija lanzar el carrito y recibirlo de vuelta.
Abrió más sus ojotes y me preguntó:
¿Tú viste igual que yo?
!SI!, 
Y se dirige a la niña:
-Mija, venga acá: ¿por qué ese carrito se devuelve?....
-Porque estoy jugando con el niñito.
¿Cuál niñito?
Y contesta:


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-El niñito que viene a jugar conmigo casi todos los días y ahorita está muy contento, se está riendo a carcajadas porque estamos jugando con el carrito, sin interrupciones, sin mas nadie, sin que me llamen, ni me molesten.
La madre ante esa respuesta, con una risita nerviosa, y yo, nos quedamos pensando en las cosas intangibles que no podemos descifrar.
¿Hay un niño ahí, que no podemos ver?
¿Será un niño espíritu, o un duende de la naturaleza?
¿Cómo es posible que la madre no se hubiera dado cuenta de que su hija  jugaba sola y feliz?
¿Cómo es posible que el carrito pegara de la pared y se devolviera, para completar otra vez el ciclo?
.........................................
¿Será cierto que pasó?
¿Existirán los duendes?
¿O será su Ángel de la Guarda que la acompaña, viéndola tan sola?

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Autora: CARMEN JOSEFINA BARRETO
2004



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