Que terribles sentimientos
Que profundo dolor
Cuanta mirada perdida
Cuanto cuerpo incapaz
de tomar las riendas justas
para vivir de una vez,
Yo los miro desde lejos
analizo su aventura
todos sostienen en mano
una inyección letal.
Letal porque los enmaraña
los ata a su telaraña
instala su trono de fuego
y les disuelve su ego.
Quedan convertidos en nada
sólo deseando comer,
tomar fuerzas,
y caer
de nuevo en la telaraña.
Jóvenes lindos
y hermosas mujeres
de finas cabelleras,
que un día creyeron
tener fuerza más que humana
para retar el destino
y controlar sus dictados.
Hoy están sin voluntad
títeres de su mala estrella
fantoche de desesperanza
marioneta del mal vivir.
Siguiendo un programa diario:
-Hora de la inyección
-Hora de alimentación
-Sigue ahora la inyección
-Luego la alimentación.
La aguja entra en las piernas,
en los brazos
en el cuello, donde sea
o el humo de su cigarrillo,
o se toman su gragea
aunque le atasque la vida
con los miembros gangrenados.
El programa se repite
en sus minutos y horas
con sus días. con sus noches
sus semanas y sus meses,
viviendo en la porquería
con un morral en el hombro
contando los billeticos
y las monedas ausentes.
Pasan los años volando
uno de ellos Gregoriano
quinquenio, decenio, ¡Ya!
¡ya no puede!, ¡ya murió!
deambula por el cementerio
raudo como un ventarrón
gimiendo por el desperdicio
de vida que consumió.
Ejemplo triste de seres humanos, de vidas perdidas, de dolorosa realidad.