Pero bueno aquí estamos y eso es lo que hay.
Hoy les voy a contar lo que me sucedió un día en una reunión que tuve en una casa donde vivía, yo era joven, agradable como todos los jóvenes, ese día preparé una chicha de parchita, que por cierto es muy sabrosa, con bastante hielo, bien friita, los demás compañeros trajeron arroz chino venezolano, parrrilla, pan, pusimos música y estuvimos bailando un rato; cuando se acabó la comida y ya el sol iba a bajar, todos se despidieron ya que iban para lejos. Cuando yo estaba limpiando en la sala y mi compañera en la cocina, me dí cuenta que había desaparecido una foto que tenía en ese lugar, por supuesto que me sobresalté, sentí miedo; hoy día con el internet, pueden enviar esa foto a cualquier lugar y hasta pueden hacerte ver que estás cometiendo el crimen que se le ocurra a cualquier mente perversa.
Cuando veo a mi mamá le participo lo que me ocurre y le pedí que fuéramos a buscar la foto que ya sabía quién había sido el pillo, yo estaba superangustiada, por todos los cuentos que escuchaba en la comunidad y mi mamá acepto y nos pusimos en camino. Cuando llegamos a la vivienda en cuestión, me recibió una viejecita, que me dijo que mi compañero de trabajo no estaba, le participé que al día siguiente iba a regresar. Así lo hice y recibí la foto, cuando la señora me la dio me la puse en el pecho, casi se me salieron las lágrimas, la abracé porque pensé que no la iba a recuperar nunca; pero estaba ya en mis manos, la examiné, estaba rayada, quemada, pinchado un ojo, no me importó ya estaba en mis manos y no había malos presagios que me pudieran amilanar.