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martes, 7 de septiembre de 2021

LA LEYENDA DEL GRAN ZAPARA

 

El Gran Zapara era un jefe indio que habitaba el lugar que hoy se conoce como Lago de Maracaibo, en el occidente del país y hace mucho tiempo, cuando mandaba en toda esa región, tenía su palacio encantado en el centro de la vasta selva, y en sus alrededores espacios para recrearse. 

Este rey tenía muchos poderes y uno de ellos era que con sólo su voz podía transformar el espacio y así lo hizo para construir su mansión en todo el centro de esa selva virgen. 

Allí en ese espacio afortunado vivía con su bellísima hija Maruma, dotada de excepcionales virtudes de canto, compositora, con una voz que enamoraba a quien la oyera, por lo que su padre se negaba darla en esposorios a algún pretendiente, para deleitarse él con los poemas y cantos de su graciosa hija. Un día el Gran Zapara emprendió viaje por mar, mientras, sola Maruma se disponía, armada de arco y flechas a perseguir a un venado que le sirviera de alimento; mas cuando ya iba a disparar, observó con asombro que el animal caía herido por una flecha que no había salido de su arco, y cuando levantó la vista observó a un apuesto cazador, elegante como no había conocido ninguno de sus  jóvenes  pretendientes, aún así se dirigió a él, y con voz airada le increpó por haber penetrado en esa sagrada selva cuyo dueño era nada más y nada menos que el Gran Zapara, su padre, el rey de esos dominios.

El joven interrogado, le contestó con un dejo de humildad y respeto: -Bellísima doncella, mi nombre es Tamare, soy poeta, por lo que mi pueblo al ver que no sirvo para nada me ha desterrado de sus tierras y familia; sin darme cuenta he penetrado en esta selva, perdido por cinco días, sólo me he alimentado con frutos silvestres, si la he ofendido perdone mi osadía, pero con la condición de que me indique el camino para poder salir de esta selva sagrada.

Maruma, expectante al conocer que también era poeta, lo invitó a su palacio, llamó a sus sirvientes y ordenó un espléndido banquete, a lo que siguió una bellísima canción, que dio inicio a poesías de ambas partes; él al escucharla cantar pudo responder con los versos más hermosos que expresaban dulcemente a un alma enamorada. Este espacio se había perdido en el tiempo, estuvieron cantando y recitando para finalizar con dulces besos, sin que ellos mismos se dieran cuenta, como le pasa a cualquier poeta y/o cantante cuando está sumergido dentro de un ambiente magnético de creación subliminal.

Estaban tan inmersos en su creación, que no advirtieron la llegada del Gran Zapara, que al acercarse fue escuchado otra voz diferente a la suya junto a hija, al instante le impactó y surgió rabia y desencanto y dolor de sentirse traicionado por su hija, dio un patada tan fuerte en el suelo que la selva entera se hundió, formándose un inmenso hueco. Los ríos caudalosos de la cordillera de los Andes, que circundaban la selva empezaron a caer dentro de la cuenca; el Gran Zapara, luego se dirigió al norte, abrió la tierra con sus manos poderosas, para que entraran las aguas del mar Caribe y se llenara más rápido, y lleno de dolor, viendo aquella catástrofe que había hecho por egoísmo, no queriendo sobrevivir, entregó el trono a su hijo Maracaibo, se arrojó al mar y quedó convertido en la isla que hoy lleva su nombre.


Maruma y Tamare, estaban entusiasmado con sus creaciones, por lo que no sintieron nada de lo que estaba  sucediendo, pues siguieron cantando y expresándose su apasionado amor con versos y canciones, ajenos al castigo que se les estaba inflingiendo por haber infringido las leyes impuestas por el Gran Zapara.  El agua, había empezado a manar en la habitación donde estaban, los cubrió, llevándose a  la superficie las notas de su último canto, así las canciones de los dos enamorados se fundieron con la calidez de las aguas; cuentan que desde ese día, el lago no grita como el mar, ni ríe como los otros lagos, sino que susurra poesía o canta estrofas de infinito amor.


Una bella historia de amor infinito.