"Sólo destrucción y muerte hay en este mundo"
"Sólo destrucción y muerte hay en esta tierra"
El agua dice a su amiga:
"Voy a limpiar el suelo que te cubre"
Y saca de sus entrañas una gran inundación
Que se llevó algunas cosas,
objetos e individuos de extraña mirada torva.
El fuego asomó sus manos en lengüetas satinadas
y su pícara sonrisa, expresó sin dilación:
"Voy a limpiar rapidito
donde el líquido vital
llegue a esparcirse poco",
Así él quemó los cerros, las montañas y los riscos
con sus árboles llorosos
de rubíes y esmeraldas.
Cobró vida de los nidos
Que dieron con su ternura
en las chispeantes malezas.
El aire, muy presuroso,
no quería quedarse atrás
"¿Qué me importa?
Si el hombre está enceguecido
no le duele hacer fogata
sobre lo de tu hermosa piel,
te contaminan mil veces
con la radiación perversa,
te inventan armas de destrucción sin recato
las aplican a menudo con toda la perversión
de mentes enfermas de odio,
envidia, revancha y traición"
"Así que...
voy a llevar...
en cada uno de mis rulos
un poco de toxicidad,
un virus mortal de difícil tratamiento
donde perezcan montones
para alimentar con ellos
tus raíces
que surgirán
en un nuevo reencuentro".
Pero de pronto,
un genio con cara muy bonachona
se levanta del cono
de un volcán en erupción
y con voz ronca y viril
lanza cenizas y azufre
en versátil desparpajo,
regurgita calor intenso
de su corazón inflado,
convirtiendo así las piedras
en mosaico derramado,
que rueda hasta la pradera
tal como si fuera agua,
llevándose consigo a rastras
dulces chozas y mansiones,
siempre... acompañado siempre
con atisbos de lágrimas salobres.
Para unirse a la "orquesta del desquite",
se levantó el tsunami, con la mismísima furia,
los meteoritos también fueron disparados,
nubes oscuras muy raras
de contextura semi-amorfa
cubrieron la verde espesura,
el cordón del diablo
hizo realmente de las suyas,
junto a huracanes, granizo, y tornados
avalanchas de nieve, arena en esplendor
mientras el hambre se arrastraba
como un mesurado pulpo,
para dar paso a la tierra que con un baile frenético
y asombradamente ilógico,
agradeciendo a sus visitantes amigos,
empezó a danzar con un vals,
que poco a poco
se fue convirtiendo en el vulgar regguetón.
"Sólo destrucción y muerte hay en esta tierra"
"Sólo destrucción y muerte hay en este mundo"
