Estos son mis secretos, mi biblioteca, frases, relatos, historias y cuentos, que celosamente he guardado en mi nube, de los lugares donde he trabajado como maestra, en Venezuela, que ha llenado mi vida de satisfacciones; poesías que han salido del fondo de mi alma para botar con sus letras mi deslastre. ¡¡¡¡Que entre la vida de nuevo!!!! Y como Pablo Neruda: "Confieso que he vivido"
sábado, 12 de mayo de 2018
EL PERRO COJO de Manuel Benitez
La pata coja colgando como una inútil piltrafa
pasó el perro por mi lado, un perro de pobre casta
Uno de esos callejeros pobres de sangre y de estampa.
Nacen en cualquier rincón de perras tristes y flacas
destinados a comer basuras de plaza en plaza.
Si pequeños,
por el qué fino y ágil de la infancia
baloncitos de peluche, borlones de lana,
los miman, los acurrucan, los sacan al sol, les cantan;
De mayores, porque con que se les fue la gracia
los dejan a su ventura
mendigos de casa en casa, sus hambres por los rincones
y su sed por las charcas.
Yo lo llamo: "psch", "psch", un perro si se le llama
huele la voz esperando pan, caricias o pedradas;
no en vano lleva marcado un mal recuerdo en su pata.
Lo vuelvo a llamar... dócil a medias, avanza,
moviendo el rabo con miedo y atrás las orejas gachas.
Chasco los dedos, le digo: -Ven aquí, no te hago nada,
Y le nacen de alegría aullidos como palabras,
sólo su patita coja no puede decirme nada.
El perro sabe que estoy maldiciendo la pedrada
y con el rabo me está agradeciendo la lástima:
-Vamos pues perrito mío, vamos, anda que te anda,
nos muestra cojera a cuestas, con nuestra tristeza en andas
yo por mis calles oscuras, tú por tus calles calladas,
tú la pedrada en el cuerpo, yo, la pedrada en el alma
Y cuando mueras, amigo, yo te enterraré en mi casa
con un letrero: aquí yace un amigo de mi infancia
y en el cielo de los perros, pan tierno y carne mechada
te regalará San Roque una muleta de plata.
Compañeros, amigos donde los haya,
mi perro y yo por la vida, pan pobre, rica campaña,
era joven y era viejo, por más que yo lo cuidaba
el tiempo malo pasado, lo dejó medio sin alma.
Fueron muchas hambres, mucho peso para sus tres patas.
Y una mañana en el huerto, debajo de mi ventana
lo encontré tendido, frío como una piedra mojada,
como un duro musgo, el pelo con el rocío brillaba.
Ya estaba mi pobre perro hacia el cielo de los perros,
se fue anda que te anda, las orejas de relente
y el hociquito de escarcha.
Portero y dueño del cielo, San Roque en la puerta estaba
ortopédico de mimos, cirujano de palabras
bien surtido de recambios con que curar viejas taras
"para tí, un rabo de oro, para tí un ojo de ámbar; tú
tus orejas de nieve, tú, tus colmillos de escarcha, tú
...-y mi perro se reía- tú... !tu muleta de plata¡"
-Ahora ya sé, por qué está la noche agujereada.
¿estrellas? ¿luceros? ¡NO! Es mi perro
que cuando anda con la muleta
va haciendo agujeritos de plata
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