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sábado, 23 de abril de 2022

¿QUÉ ES VENEZUELA?

 


Este texto es de Luis Britto García, copiado de un librito de bolsillo editado en el año 2004, cuyo título formal es:  "Para navegar el Caribe venezolano", y no tiene desperdicio.

"Con el andar de los tiempos, Venezuela llega a ser una República, situada en pleno trópico, en la región septentrional de América del Sur, con 916.445 kilómetros cuadrados de superficie en plena zona tropical. Dentro de ella hay muchos países.

Venezuela es un país caribeño: geográfica, estratégica y culturalmente pertenece a ese Mediterráneo de América al cual Germán Arciniegas bautizó como "torbellino del mundo", En el Caribe y el Atlántico tiene costas que, medidas en línea recta, alcanzan  a 1.982 kilómetros. Incluídos sus golfos, bahías y penínsulas, se prolongan 3726 kilómetros. Es la más extensa frontera del país. A partir de ella, domina un mar territorial de 22 kilómetros (12 millas náuticas) y una plataforma continental hasta los 200 metros de profundidad. Iguales extensiones reinvidica desde las costas de sus setenta y una islas.

Esta es la frontera abierta que ha comunicado desde siempre al territorio venezolano con el resto del mundo. Por ella navegaron libremente más de un centenar de naciones indígenas. También llegaron los conquistadores, atraídos por el esplendor de las perlas de las islas de Cubagua y de Margarita, en homenaje a las cuales, Juan de la Cosa bautizó en 1500 el litoral venezolano con el tentador nombre de Costa de las Perlas.


Tras los conquistadores, arribaron los barcos negreros y los piratas y corsarios. Entre 1528 y 1727, aventureros como Jack Hawkins, Francis  Drake, Walter Raleigh, Amyas Preston, Cristopher Mings, Henry Morgan Jean Nau "El Olonés" y Francois Grammont lanzan centenar y medio de asaltos contra las ciudades costeñas y fluviales. Pero por el mar arriban asimismo las ideas nuevas, y los sabios naturalistas, y las expediciones de los precursores de la independencia y de los libertadores.

Conscientes de la importancia de esta frontera líquida, el imperio español defendió sus principales puertos y accesos fluviales y lacustres con un rosario de magníficas fortificaciones, la mayoría de ellas en pie, todavía. La cercanía al mar o a un puerto de fácil acceso y defensa, determinaron el sitio de fundación de las primeras ciudades venezolanas: Nueva Cádiz (1500), La Asunción (1524), Coro (1527), El Tocuyo (1545), Cumaná (1552), Caracas (1567), Maracaibo (1571).

Por los puertos próximos a ellas salen las cosechas de cacao, tabaco, añil y café que se recogen en las plantaciones de las zonas aledañas. El de Maracaibo es la clave de la riqueza comercial de la región occidental, y salida de las exportaciones de Los Andes, Puerto Cabello y La Guaira. Son vehículos de la prosperidad de los valles de Caracas y de Aragua; Barcelona, Cumaná, Guanta y Carúpano son las puertas marítimas de la bonanza de Oriente, así como Angostura y las bocas del Orinoco lo son de la de Guayana.

A la larga, la conveniencia de la vecindad del mar irá configurando en Venezuela un fenómeno típico de América Latina: la demografía de fachada, o concentración de los habitantes cerca de las costas que comunican con la metrópoli. El 85% de la población venezolana se agrupan en los estados costeros y en los andinos.

El Litoral, soleado todo el año y con cálidas aguas tropicales, reúne todo lo que puede desear el deportista: playas apacibles para la natación, vientos constantes para la navegación a vela, fauna variada para el pescador y abigarrados bancos de coral para el submarinista. Hacia sus extremo oriental se abre el laberinto de caños del Delta del Orinoco, habitado todavía por los indios warao en su condición original. Hacia occidente, el Golfo de Venezuela da acceso al lago de Maracaibo, la mayor reserva de agua dulce de América Latina, emporio de la explotación petrolera y soberbio paisaje iluminado en las noches por la reverberación atmosférica perenne del Relámpago del Catatumbo.


Más del 14% del territorio venezolano está bajo el régimen de protección ecológica de los parques nacionales. Estos incluyen numerosas áreas de costa o próximas a ellas, que conservan casi intacta su belleza tropical.  En la isla de Margarita, el parque Nacional La Restinga, preservan un nutrido sistema de manglares. Al sur de la isla, el Parque Nacional Península de Paria protege las playas de esa región. Todavía más al sur, en las estribaciones de la cordillera de la Costa Oriental, el Parque Cueva del Guácharo, preserva la gruta de ese nombre, con kilómetros de majestuosas galerías, que maravillaron a Alexander Von Humboldt y todavía no han sido exploradas en su totalidad

Un tanto hacia el oeste, el Parque Nacional Mochima resguarda 94.935 hectáreas de la cordillera de la Costa Oriental, y rodea la extraordinaria bahía del mismo nombre,que incluye pintorescos islotes y bancos de coral. El Parque Nacional Macarao comprende la desembocadura del río homónimo, en la cordillera de la Costa. Muy hacia el norte, se encuentra el Parque de Los Roques; archipiélago óptimo para los deportes náuticos y con uno de los sistemas coralíferos más notables del Caribe.

En el litoral central y occidental, los parques nacionales El Ávila y Henry Pitier, que también cubren amplias regiones montañosas de la cordillera de La Costa, comprenden bosques, playas y ensenadas propicias para los vacacionistas. El Parque Morrocoy preserva una de las más vitales combinaciones de estuarios, sistema de manglares y barrera coralífera que existen en las aguas tropicales. El Parque Médanos de Coro protege majestuosas dunas desérticas con vegetación xerófila, que bordean playas amables y casi intocadas.


En Margarita, Araya y Falcón hay salinas que llenan vastas extensiones de un brillo cegador. Las tormentas son raras, y nunca llegan a estas costas los ciclones que devastan otras áreas del Caribe"

lunes, 11 de enero de 2021

CAPILLA DE SÚCUTA

 "Las plantas se estaban secando, los insectos cantaban tristemente; un canto lastimero por la sed que los agobiaba, el hombre con el sudor corriendo por sus mejillas, miraba al cielo suplicando una gota de agua, el ambiente con su inacabable  vapor arropa todo lo que mira, todo lo que toca: ¡SEQUÍA! Dice la gente, grita la gente, ¡no llueve!, ¡no hay cosecha!, ¡no hay siembra!, ¡nos moriremos de hambre!. ¡No!, ¿De hambre? ¡Nooo! Dios no lo puede permitir, un pajarito no necesita de grandes ropajes para cubrirse, no necesita de grandes banquetes para alimentarse, nosotros no podemos ser menos que los pájaros y otros animales.

Corría el año 1950, Antonio Veitía conversa con la gente, qué hacer? Será que Dios nos escuchará? Será que si le pagamos una promesa, Él nos mandará agua para nuestras necesidades, y.... ¿Si compramos un Cristo?, ¡Si! ¡Vamos a hacerlo!

Así fue como Antonio Veitía, Bernardo Flores, Cornelio Aparicio, Gabriel Landaeta, María Flores, José Cabriles y Rafael Bocanegra se unieron, reunieron el dinero para comprar un Santo Cristo a unos monjes españoles y lo obtuvieron, luego fundaron una Cofradía: La Cofradía del Cristo de Súcuta, apoyados por sus familiares: madres, padres, esposas, esposos, hijos e hijas, sobrinos y sobrinas, ahijados y ahijadas, nietos y nietas; todos con el éxtasis del encuentro con el Jesús de Nazaret que tanto amamos".

"Es así como se dá inicio a una manifestación exclusiva de Súcuta, la peregrinación del Cristo, realizada cada año en tiempo de Semana Santa; de allí nació esa fe cristiana tan arraigada hoy en día, en nuestros corazones, desde ese momento empezaron los preparativos para la instalación del Santo Cristo en una capilla, hecha con las manos ansiosas de los devotos, manos piadosas que recolectaron las piedras, el cemento, tablas, clavos, arena y unieron cada partícula con un amor tan grande como la tierra que los albergaba.

Ya en 1998 inauguraron la nueva capilla, que Antonio y su esposa, habían ayudado a construir con su peculio...para espacio y comodidad de las familias... ya que vendieron un apartamento que tenían en Caracas por 20.000 bolívares y ese dinero se entregó a las cinco personas que trabajaron en su construcción, la cual se terminó al mes de inicio.

Mensualmente Antonio Veitía, hijo de Ramón, difuntos los dos, estuvieron pendientes de recoger cada año, el dinero necesario para la compra de flores, renovar el estandarte, realizar las invitaciones, enviarlas, reunir la organización, comprar refrigerios para el largo camino y velas para ofrendar al santo". En las fotos que siguen se observa las imágenes que están en la capilla, un espacio cuidado por la comunidad y la señora Beatriz de Veitía cuidadora hasta ese momento del cumplimiento de la actividad (fallecida en el 2014). Éste fue su legado. Gracias amiga Beatriz, a quien recuerdo con mucho cariño, por su servicio invalorable, a la comunidad.




                                                               Jardín de la capilla

                                                                        El puente de Súcuta