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martes, 8 de junio de 2021

HOJARASQUERITO DEL MONTE

Este cuento es de Francisco Tamayo, sobre las aventuras de Tío Tigre y Tío Conejo,. 

Tío Tigre estaba furioso con las repetidas burlas de que lo hacía objeto Tío Conejo y, por eso, se puso a pensar sobre el modo en cómo podría desquitarse. Aquello no era ya un problema alimenticio, puesto que el día anterior, Tío Tigre se había regalado ampliamente con las tiernas carnes de una novilla; era algo más serio, era su honor de Tío Tigre que estaba comprometido con los chascos hirientes de Tío Conejo. Tío Tigre pensaba reclinado en una piedra y apoyando su hermosa cabeza jaspeada en una pata delantera. Así estuvo mucho tiempo, no se sabe cuánto, pero con ello, se le ocurrió un ardid: se apostaría en la orilla del pozo donde Tío Conejo acostumbraba tomar agua y cuando éste llegara ¡zuas!, le saltaría encima y ya no le quedaría pataleo al taimado animalejo.

Con este madurado plan, se fue a la orilla del río a esperar, el cual venía tranquilamente cuando olió un vapor penetrante y desagradable. Se paró en seco, estiró su naricita para todos lados; el olor venía del bebedero y ese era nada más y nada menos que su temido enemigo, _bueno, volveré después, a lo mejor está en lo mismo que yo, buscando agua. En la tarde volvió cauteloso, pero el olor estaba allí. _¿Qué le pasará a Tío Tigre?, entonces se iluminó, como siempre, su mente y saltó: ¡Eso es una trampa! ¿Ya me las arreglaré para burlarme una vez más!, pero, la sed le tenía la boca seca y la sangre le aguijoneaba las sienes, cuando en eso sintió un rumor en la copa de los árboles, pues era una gran matajea, guindando de una rama; estas son colmenas rústicas con miel muy rica, ¡Cónfiro! pensó:

 _Con la sed que yo tengo, no puedo comer dulce, ¡Ah!, pero puedo hacer otra cosa; encendió un poco de basura y las abejas se alejaron, luego tiró una piedra a la matajea y cayó al suelo, la abrió, se revolcó en el espeso licor y entonces se acostó cuidadosamente sobre las hojas secas, que quedaron adheridas a su cuerpo desfigurándolo completamente, convirtiéndolo así en el hojarasquerito del monte, 


disfraz con el cual se aventuró a ir al pozo, carcajeándose por el camino. Allí vió al tigre agazapado en su inútil espera y sin titubear, comenzó a beber: lapi lapi, lapi....

_Hojarasquerito del monte ¿desde cuándo no tomas agua?

lapi, lapi, lapi.....

Hojarasquerito del monte ¿desde cuándo no tomas agua?

lapi, lapi, lapi.....

Hojarasquerito del monte ¿desde cuándo no tomas agua?

lapi, lapi, lapi....

Por último, Tío Conejo, recordando y sonriendo por la aventura anterior y ya harto de agua, le respondió a tiempo que sacudía la hojarasca y emprendía veloz carrera: _Desde la vez que te eché tierra en los ojos, en la cueva de Tío Zamuro, 

                               a ja ja ja ja ja ja ja ja ja



lunes, 11 de enero de 2021

CAPILLA DE SÚCUTA

 "Las plantas se estaban secando, los insectos cantaban tristemente; un canto lastimero por la sed que los agobiaba, el hombre con el sudor corriendo por sus mejillas, miraba al cielo suplicando una gota de agua, el ambiente con su inacabable  vapor arropa todo lo que mira, todo lo que toca: ¡SEQUÍA! Dice la gente, grita la gente, ¡no llueve!, ¡no hay cosecha!, ¡no hay siembra!, ¡nos moriremos de hambre!. ¡No!, ¿De hambre? ¡Nooo! Dios no lo puede permitir, un pajarito no necesita de grandes ropajes para cubrirse, no necesita de grandes banquetes para alimentarse, nosotros no podemos ser menos que los pájaros y otros animales.

Corría el año 1950, Antonio Veitía conversa con la gente, qué hacer? Será que Dios nos escuchará? Será que si le pagamos una promesa, Él nos mandará agua para nuestras necesidades, y.... ¿Si compramos un Cristo?, ¡Si! ¡Vamos a hacerlo!

Así fue como Antonio Veitía, Bernardo Flores, Cornelio Aparicio, Gabriel Landaeta, María Flores, José Cabriles y Rafael Bocanegra se unieron, reunieron el dinero para comprar un Santo Cristo a unos monjes españoles y lo obtuvieron, luego fundaron una Cofradía: La Cofradía del Cristo de Súcuta, apoyados por sus familiares: madres, padres, esposas, esposos, hijos e hijas, sobrinos y sobrinas, ahijados y ahijadas, nietos y nietas; todos con el éxtasis del encuentro con el Jesús de Nazaret que tanto amamos".

"Es así como se dá inicio a una manifestación exclusiva de Súcuta, la peregrinación del Cristo, realizada cada año en tiempo de Semana Santa; de allí nació esa fe cristiana tan arraigada hoy en día, en nuestros corazones, desde ese momento empezaron los preparativos para la instalación del Santo Cristo en una capilla, hecha con las manos ansiosas de los devotos, manos piadosas que recolectaron las piedras, el cemento, tablas, clavos, arena y unieron cada partícula con un amor tan grande como la tierra que los albergaba.

Ya en 1998 inauguraron la nueva capilla, que Antonio y su esposa, habían ayudado a construir con su peculio...para espacio y comodidad de las familias... ya que vendieron un apartamento que tenían en Caracas por 20.000 bolívares y ese dinero se entregó a las cinco personas que trabajaron en su construcción, la cual se terminó al mes de inicio.

Mensualmente Antonio Veitía, hijo de Ramón, difuntos los dos, estuvieron pendientes de recoger cada año, el dinero necesario para la compra de flores, renovar el estandarte, realizar las invitaciones, enviarlas, reunir la organización, comprar refrigerios para el largo camino y velas para ofrendar al santo". En las fotos que siguen se observa las imágenes que están en la capilla, un espacio cuidado por la comunidad y la señora Beatriz de Veitía cuidadora hasta ese momento del cumplimiento de la actividad (fallecida en el 2014). Éste fue su legado. Gracias amiga Beatriz, a quien recuerdo con mucho cariño, por su servicio invalorable, a la comunidad.




                                                               Jardín de la capilla

                                                                        El puente de Súcuta