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miércoles, 5 de enero de 2022

NO SE MUERE A DESTIEMPO??

 

Siguiendo con las palabras de Conny Méndez, cuando afirmaba que el conocimiento de la Verdad que liberta, es lo que se llama Fe.

Conociendo la verdad de que nadie muere a destiempo y por qué no puede morir si alguno de los que lo rodean tienen fe. Si logra entrar un metafísico en el cuarto del enfermo las vibraciones positivas de su pensamiento cambian la polaridad negativa que impera en la habitación, porque la luz siempre domina la obscuridad; porque el positivo domina el negativo, porque el bien domina el mal; porque la verdad desvirtúa la mentira, Él sabe que aquella vida es valiosa y que Dios no quiere que sea tronchable. Lo primero que hace es recordar las palabras que nos dejó Jesús: "Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra y con la fe del que conoce la verdad la declara y el enfermo se cura".

Ustedes preguntarán lo que preguntan todos los principiantes: ¿Y si tiene una enfermedad incurable? ¿Y si ha sufrido un accidente que le ha dañado un órgano vital? ¿Y si no sobrevive a lo que se le haga?. Primeramente, aún la religión nos ha enseñado hasta la saciedad que para Dios no hay nada imposible, lo cual ha de tomarse en serio, quiero decir textualmente  que para el PODER ESPIRITUAL un órgano destruido o un mal de los llamados "incurables" representan obstáculos únicamente para los humanos. Son menos que nada para la vida. Ella es indestructible y está previsto que ella se repara ella misma, si las mentes humanas no le cierran el paso con sus falsas creencias. 

El polo negativo también es de Dios, todo es de Dios. Contra el libre albedrío no actúa ni Dios mismo y si tú prefieres situarte en el polo negativo, tendrás todo lo que a él pertenece. Al polo positivo pertenece la sonrisa, al negativo pertenece el ceño fruncido. Si quieres cambiar de polo en plena manifestación negativa, sonríe,  declara el Bien presente, bendícelo y dile al negativo: No te quiero ver. Eso es todo y verás transformarse lo negro en blanco, lo triste en alegre, el mal en bien. Pruébalo.

 En la mayoría de los milagros que hacía Jesús, le decía al paciente: -Tu fe te ha salvado y lo demostraba, desde sanar una llaga, movilizar a un paralítico, dar la vista a un ciego y por último resucitar muertos. No ya órganos destruidos o males diz que incurables, sino muertos, muertos ya en la tumba maloliente, como Lázaro, manifestando así que para la fe no existe lo imposible.








martes, 27 de julio de 2021

EL BURRO ENFERMO

EL BURRO ENFERMO 

A mi burro, a mi burro

le duele la cabeza

el médico le ha puesto

una corbata negra

A mi burro, a mi burro

le duele la garganta

el médico le ha puesto

una corbata blanca

A mi burro, a mi burro

le duelen las orejas

el médico le ha puesto

una gorrita negra

A mi burro, a mi burro 

le duelen las pezuñas

el médico le ha puesto

emplasto de lechugas

A mi burro, a mi burro

le duele el corazón

el médico le ha puesto

jarabe de limón

A mi burro, a mi burro

ya no le duele nada

el médico le ha dado

jarabe de manzana.


  Firma: Herminio Almendros 


martes, 13 de julio de 2021

MÉDICO Y SANTO

Un intelectual venezolano, cuya muerte dejó un gran vacío en la ciencia, en la religiosidad y en las letras, colaborador también de "El Cojo Ilustrado"  en su camino diario al hospital donde trabajaba, pasaba todas las mañanas ante una humilde casita donde solía jugar un grupo de chiquillos, donde correteaban, jugaban con pelotas de papel, papagayos con pabilo, perinolas, aros de metal y otros.  

Un día pasando por ahí, los miró y se detuvo a verlos en sus correrías y echó de menos a uno rubito y alborotador, al siguiente día se detuvo igualmente a contemplarlos, pero tampoco lo descubrió, por lo que le preguntó a los otros:

-¿Dónde está el rubio? 

-¡Ha enfermado señor! 

Le respondieron, dicho esto, entró en la casa y en la última habitación, acostado en un lecho constituído por un montón de guiñapos, vio que yacía el enfermito, por lo que inquirió a la mujer que lo velaba, una humilde trabajadora, que asistía con cariño a su hijo, por lo que le pasaba, le respondió que... un... curandero...., 

Bien!, dijo nuestro hombre: 

Desde hoy le cuido yo

-¿Y quién es usted?, replicó la interpelada, 

-¿Yo? ¡Un médico!, se limitó a contestar.

 Aquel ángel tutelar se llamaba José Gregorio Hernández.

Poco después, el Santo venezolano, visitante, que se complacía en aplicar a las almas, como a los enfermos de su clínica, la terapéutica que en cada caso convenía, volvía cargado de alimentos, golosinas y juguetes.  Al despedirse dejando al niño gozoso y tranquilo, como resucitado con aquella medicación original, sosegó a la madre con estas palabras: 

Su hijo no está enfermo!

Su padecimiento se llama "tristeza de la miseria

Diagnóstico verídico que sólo podía ser formulado por quien además de ser Médico, era un Santo!