Mostrando entradas con la etiqueta llorar. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta llorar. Mostrar todas las entradas

viernes, 11 de marzo de 2022

EL COCUYO Y LAS ESTRELLAS

 

La Fundación del Niño, publicación No. 29. 06 de diciembre de 1992, con el nombre de El Cocuyo y las Estrellas de Renato Agagliate M., ilustrado por Aura Márquez

Había una vez un cocuyo chiquito pero ambicioso.

De noche se quedaba mirando las estrellas y decía: -Aquellas son hermanas mías

¡Que suerte la de ellas brillar en el firmamento azul!

¡Que lindas lucen!

Todo el mundo las admira. Yo, en cambio, ¡Qué infelíz soy! Mi lucecita se pierde en la inmensa oscuridad de la sabana.

Una noche, el cocuyo sintió tanta envidia de las estrellas, que decidió dejar la tierra y subir, subir hasta alcanzarlas. Antes, sin embargo, quiso consultar a una ardillita vieja y sabia, para saber qué camino seguir.

La ardillita escuchó el deseo del cocuyo, pensó un rato y, al fin, contestó: -Amigo cocuyo; yo no conozco camino alguno que lleve al cielo. De todos modos, prueba a montarte en aquel jabillo grande: Su rama más alta debe estar muy cerca del cielo.

-Gracias- dijo el cocuyo a la ardillita y echó a volar en dirección al jabillo. Subió por el tronco y llegó hasta la rama más alta. Mas arriba no podía encaramarse nadie. Pero...¡Qué desengaño!. 

Desde tanta altura las estrellas se veían aún muy altas, ¡Demasiado arriba! Entonces, el cocuyo rompió a llorar, a llorar desconsoladamente. 

Su llanto no hubiera terminado, si un chi chiiip, que venía de una rama más abajo, no le hubiera llamado la atención.

Era un pichoncito de azulejo que le decía a su mamá: -Mamita, una estrella se ha posado en la rama arriba de nuestro nido.

Al oir esto, el cocuyo se estremeció de contento y dijo para sí:

-Ahora también, yo soy una estrella....


Desde entonces, el cocuyo dejó de envidiar a las luces del cielo. 

Todas las noches, iba a prender su farolito sobre el nido de los azulejos.

Y así se sintió felíz por toda la vida.





martes, 16 de noviembre de 2021

CELESTE, LO SIENTO

 

Hoy martes 16 de noviembre recibimos una mala noticia, el fallecimiento de una joven maestra de la escuela del frente, la Unidad Educativa Rosa Peña; lo sentimos mucho y creemos que fallece de dolor, de un dolor contenido a través de todo este año, donde la depresión le ganó, aunque tuviera otra hija por quien luchar.  Lo cierto y doloroso es que una joven mujer, llamada Celeste, el año pasado se le enfermó su hijo de once años, lo llevó al CDI y allí el personal que labora en ese instituto,  no logró  adherirlo a la vida, así que el niño de once años fallece, pero ella se veía fuerte, no había lágrimas, nunca hubo lágrimas, pudo continuar con su vida, acompañando a su esposo, y a su pequeña hija, reintegrándose a sus labores escolares, ayudando a resolver todos los problemas que se suscitaron en ese transcurso de tiempo, que quizás para ella fue una eternidad por el pensamiento que tendría de unirse a su hijo, y /o vivir como una autómata, sin vivir, darse cuerda en la mañana para afrontar el día a día y morir con su hijo cada noche. 

En estos días, cuando yo salía del preescolar me la encontré, me preguntó por mi hija y le envió saludos; iba igual que siempre con una sonrisa en los labios, de palabras sencillas, de actuar sencillo, humilde; ignorábamos todos que justo la semana siguiente  volaría a los brazos de su hijo, que quizás la llamaba todas las noches en sueños y hacía más difícil la vigilia.


Lo sentimos por esa niña huérfana, que quién sabe en cuál familia será acogida, lo sentimos porque con la corta edad que tiene no deja de llorar, porque ya sabe el significado de la palabra muerte="Nunca más te veré", aprendida en el ocaso de su hermanito.


viernes, 30 de marzo de 2018

"Amado por las Ninfas"

Antes de iniciar la continuación de Amado por las Ninfas, vamos a deleitarnos con música venezolana, música de mi Patria VENEZUELA, a la que amo profundamente.


La Sierpe.

Lloraba, sí, de la adversidad que lo estragaba, sintiéndose execrado desde el mismo instante en el cual fue arrancado de la troja, elaborada por las manos amorosas de Natividad y "llevado por un hombre peludo", como así lo describió su hermanita María de los Angeles, de sólo tres añitos, a quien la madre amarró a las patas de la cuna, para que, en su ausencia no tocara al bebé con sus caprichos.
Se dispusieron a ejecutar el fin de aquella insólita situación y por instinto recorrieron la inmensidad, desenfrenados, impetuosos, jadeantes, hasta llegar a la casa donde supuestamente se había desaparecido un niño de tan sólo ocho días de nacido y cuya madre, en aras del dolor y el infortunio, con el rostro petrificado, con surcos por el manantial ya seco de sus ojos; con el alma ausente, fue llevada intempestivamente junto con parte de la población, para rezar y disparar, hasta el pozo de "Ña Sabá", consiguiendo así alejar a la "sierpe", como creían, para siempre, por lo menos retirarla de su presencia eran sus deseos hata el 2018.
Una dulce y hermosa ninfa susurraba al cristalino el nombre de Julio y su deseo de tenerlo otra vez entre sus brazos, pues su padre, uno de los dioses de las aguas, lo había convertido en mortal y que pagara con ello el atrevimiento de pretender a su princesa.
Con murmullos melodiosos lo llamaba, y sus amigos, las otras entidades acuáticas, hicieron accesible otra vez el reencuentro;  rauda como lo que era, llegó a su presencia; era tal el sufrimiento agobiante de su alma enamorada que en un arrobamiento ineludible de feliz inspiración, lo encuentra ese día en la población de Marín, en faenas familiares y sin pensarlo, se convirtió en charco, por donde sabía que él pasaría, cuando oyó a la madre decirle:
-Julio, pásame un bejuco largo para amarrar ese haz de leña... 
                                     
Imagen relacionada

                                      Próximo capítulo: El Chirrete de Agua.........