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sábado, 23 de enero de 2021

MI PRIMERA NOCHE EN....


Llegué a las oficinas del Ministerio de Educación en Los Teques, con mi título de Maestra, mis notas de los cuatro años de estudiante,  mis nervios por miedo a lo desconocido,  ya que mi tío me había enseñado el periódico "Ultimas Noticias"donde decía que había 15.000 maestros sin empleo. Como siempre acostumbro, cuando quiero lograr algo, guardo silencio, no opino; cuando llegué al pasillo de entrada de la Supervisión, observé a lo lejos que había un grupo de personas, que luego me dijeron, eran los supervisores de Educación, del Estado Miranda, porque se había levantado una huelga de maestros, (no sabía por qué motivos) era el año 1969, uno de los profesores se levanta de la reunión y muy amablemente me interroga. Yo le respondí, que lo único que  quería era trabajar, le enseñé mi boleta, y que no importaba el sitio, recuerdo a ese ser humano, ya que se portó muy bien conmigo, el profesor  José Antonio Camacho, me dijo que necesitaba una persona en Los Galpones, y quedé como Maestra Coordinadora, me correspondía buscar el sueldo de la otra docente en Ocumare del Tuy, firmar la documentación y entregarla al Banco y al ente de Educación correspondiente. Me dijo igualmente que el Instituto Agrario Nacional me daría una casa rural para mi estadía en Barlovento, cerca de la escuela. Llegué a mi casa a dar la noticia, de que ya tenía un cargo de maestra nacional, sino que también tendría vivienda para estar el tiempo que me correspondía y pagar mi  noviciado en rural, a lo sumo dos años. y que debía iniciarme el 03 de noviembre.


Mientras se adecuaba la vivienda, y yo compraba lo que necesitaría para vivir esos dos años, mis amistades de Caracas me consiguieron una ubicación cerca, mi amiga Sira, a quien se lo agradezco y  con quien compartí mis primeros días en Barlovento. Esa noche el tiempo estaba lluvioso, y yo nunca había estado fuera del abrazo de mi mamá. En Barlovento, cuando truena se siente que el ruido se va extendiendo por toda aquella llanura y se siente horrible, bueno eso era lo que yo sufría en ese momento; truenos, relámpagos, aguacero total, truenos, oscuridad, y más truenos que parecía una cancha de bolas criollas, rodando por una calle y golpeándose una con otras, o una cantidad de barriles chocando contra otra envergadura con temor de que me cayeran encima. ¡Relámpagos Pum!  ¡relámpagos pum! ¡relámpagos pum! ¡relámpagos pum! ¡pum! ¡pum!. 


Me removía en mi cuarto de un lado a otro, me tapaba la cara para no ver el brillo de las luces, los oídos para no escuchar el sonido de los golpes en el techo, me levanté sigilosamente con el colchón terciado debajo del brazo y toqué a Sira con las manos: -¡Por  favor déjame quedarme aquí, que tengo mucho miedo! Y Sira, una mujer mayor que yo, me contestó: ¿Miedo? ¡No juegue chica!. No me importó, puse el colchón en el suelo al lado de su cama y me acosté, mejor dicho, me acurruqué, luchando desesperadamente con mis miedos infantiles, volteada hacia Sira, que... ya.... empezaba a roncar...