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martes, 9 de noviembre de 2021

SAMI, ¡EL OLVIDADIZO!

 Este cuento lo escuché hace años en la Radio Nacional y me gustó tanto que lo fuí copiando a medida que la locutora lo contaba, dice así:

Había una vez  un niño árabe llamado Sami, muy olvidadizo, que no iba a la bodega por ese mismo problema. En esa oportunidad, su padre lo llamó para que fuera a la  tienda de comestibles, por primera vez,  a comprar sal:

-Hijo, toma una moneda y ve a comprar sal. (pero como era tan olvidadizo, decidió repetir la palabra "hic" que significa sal)

-Está bien Padre: hic...hic...hic...

Pasó por la orilla de un río y allí estaba un hombre pescando, que cuando lo oyó, le dijo:

-¡Niño, eso no lo debes decir! Porque hic, significa ¡Nada!

-Y entonces ¿Qué debo decir?

-Debes decir: ¡Oh, que haya 4 o 5 de estos, y Sami  fue por su camino repitiendo: "Que haya 4 o 5 de estos"..... hasta que se encontró con un entierro, se detuvo y continuó con su repetición: "Que haya 4 o 5 de estos"...; uno de los dolientes, lo tomó por los hombros y le dijo: 

-¡Niño eso no lo debes decir!

-Y entonces ¿Qué debo decir?

-Debes decir: ¡Que Alá bendiga su alma! Y así Sami siguió por su  camino repitiendo: "Que Alá bendiga su alma"..."Que Alá bendiga su alma"..hasta que se encontró con un pescado podrido, que despedía olores horribles, con muchas moscas a su alrededor, que  impresionó su corazoncito; se detuvo y continuó con su repetición: ¡Que Alá bendiga su alma!, mientras lo contemplaba, hasta que un andante que pasaba, lo escuchó y le recriminó duramente lo que decía:

 -¡Niño eso no lo debes decir!

-Y entonces ¿Qué debo decir?

-Debes decir: ¡Fo!, ¡que olor tan feo!, ¡pero que feo!; está bien: "Que olor tan feo, pero que feo...que olor tan feo, pero que feo", a medida que caminaba repetía lo mismo, hasta que se encontró con tres mujeres hermosas, ricamente ataviadas, recién bañadas y perfumadas: Sami al verlas tan bonitas, se quedó extasiado contemplándolas y repitiendo: 

¡Que olor tan feo! ¡pero qué feo!, a lo que ellas sintiéndose altamente ofendidas, lo estremecieron y casi a gritos, le dijeron:

-¡Niño eso no lo debes decir!

-Y entonces ¿Qué debo decir?

-Debes decir: ¡Ay! ¡pero que lindas!, y empezó Sami a repetir como un autómata:"Ay, pero que lindas"..."Ay, pero que lindas", hasta que se encontró con dos hombres grandes, musculosos, peleando; él del susto y la algarabía que se escuchaba, se detuvo y con mucho miedo se detuvo y con voz muy alta repetía: ¡Ay! ¡Pero que lindas!...¡Ay! ¡pero que lindas!. Los boxeadores al escucharlo, lo miraron con furia, lo agarraron por los brazos y le dijeron:

-¡Niño eso no lo debes decir!

-Y entonces ¿Qué debo decir?

-Debes decir: ¡No peleen! ¡Por favor no peleen!, está bien...está bien, gracias...gracias:

-"No peleen, por favor, no peleen" "No peleen, por favor, no peleen"... y así siguió su camino..., hasta que se encontró con dos perros rabiosos, que se enseñaban los dientes, se detuvo, todo temeroso, pegado a una pared y decía: ¡No peleen, por favor no peleen! ¡No peleen, por favor no peleen!; los mirones que estaban cerca de él, se rieron de lo que decía Sami y le dijeron:

-¡Niño eso no lo debes decir!

-Y entonces ¿Qué debo decir?

-Debes decir: ¡Fuera perros, largo de aquí!; y desde ese momento Sami empezó a repetir su nueva frase: "Fuera perros, largo de aquí"... "Fuera perros, largo de aquí".... hasta que se encontró con un zapatero, a quien se le había olvidado su cuchillo de trabajo y estaba cortando el cuero con los dientes. Sami al verlo se asombró, aunque no dejó de repetir, en la cara del hombre: ¡Fuera perros largo de aquí!...¡Fuera perros,largo de aquí!; el zapatero cuando lo escuchó se incomodó mucho, se levantó, lo amenazó con los dedos y le dijo:

-¡Niño eso no lo debes decir!

-Pero si no lo digo entonces ¿Qué debo decir?

- Si no tienes nada que decir, di ¡hic!, que significa ¡nada!

- ¡Ay! ¡Señor!, ¡gracias!...¡gracias!...¡gracias!

-hic ...hic...hic...hic...

Y salió corriendo hasta el puesto donde vendían la sal, se devolvió a su casa, entregó el mandado, su padre lo felicitó y le dijo: ¿viste hijo, lo fácil que fue comprar sal?


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Y colorín colorado este cuento se ha terminado....

Este cuento le agrada mucho a los niños de segundo, tercero  y otros grados para arriba, porque entienden todo el proceso por el que pasa el protagonista. Se puede elaborar en cartón con recortes, y si son los niños quienes lo hacen, mucho mejor, se sienten capaces de contarlo utilizando las láminas.


 



miércoles, 4 de abril de 2018

JULIO, EL FIN

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Calmada después de muchos sacrilegios, lo piensa, recuerda y añora, lo ama... lo AMA... y se indigna de ser gris, de ser común, de su drama, su impaciencia, de trocar su amor en odio y se sosiega,
y emociona al mismo tiempo, por ello lo percibe, lo busca y lo encuentra, le anuncia su presencia, quiere que él, por sus propios pies la busque y no lo obtiene, se va a su Olimpo, cae otra vez en melancolía pero no lo acepta, se devuelve y lo encuentra, por supuesto con su madre en el mismo lugar a donde lo llevó por primera vez: el pozo de "Ña Sabá".
Doña Natividad oye a su hijo, muy distante, como después de haber estado soñando, o como episodio olvidado de que una mujer blanca de pelo largo lo llama insistentemente, que le hace señas con las manospero ella no la vé y duda de la palabra de Julio.
Es tal la excitación, que la madre se estremece y tomándolo de las manos lo saca de allí inmediatamente.
- !! Vamos!!, !sal rápido!
Muy asustada, la madre va ante el cura párroco y después de hacer los preparativos formales, lo hace bautizar en la iglesia; es llevado a siete templos, se le coloca además sal en los bolsillos, como es el decir popular, a los encantos no les gusta la sal;


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le hace comer de sus excrementos para que la ninfa se aleje de él y lo encomienda a las Tres Divinas Personas como a sus mejores guarda espaldas.
Julio se fue formando como un hombrecito, con muchas responsabilidades; empezó a trabajar fuera de casa con "Los Caballeros de Cúa" y le pagaba a un obrero tres bolívares diarios y a otro muchachito para que repartieran las arepas
Muere su madre y queda con su hermana María de los Ángeles en Piñate; lleva una vida de soledad, de parrandas, de licor, con ese miedo a las límpidas aguas de este Valle,
miedo a conocer el mar, con el temor insano de que ese mar inexpugnable se le viniera encima y no fuera una ninfa sino muchas que se le abalanzaran y lo ahogaran en las profundidades del océano.
Así pasaban los años hasta que conoció el amor terrenal, a los treinta y cinco años se casó con Belén María, y le juró ante el Creador no mancillar su matrimonio, su sacro templo-hogar, con cigarros o aguardiente, ya que se le proporcionaba la seguridad, la dicha de disfrutar de los correríos de niños jugando, como lo eran Ami, Mili, Xavi, y Jean, además de una esposa atenta a sus más mínimos deseos, quien tenía que tolerar esa condición extraña, mágica, innata de volverse invisible ante los ojos de quien lo requiriera, aún cuando estuviera sentado en algún mueble y le pasara por un lado, o verlo, asombrada pescar del río con las manos todo lo que necesitara, porque los peces lo rodeaban,o sentir su ausencia cuando se perdía dos semanas y ella angustiada lo esperaba en las riberas hasta ver cómo de un salto emergía de entre las aguas con el terror reflejado en el rostro, siendo perseguido por entidades que ella no podía visualizar, pero que sus brazos y su amor le hacían olvidar porque... 
"el hechizo fue roto, mas no el encanto"...
Escuchar de sus labios que cuando llegaba a las profundidades del río los castillos que aparecían y desaparecían eran formados por serpientes que cambiaban de cuerpo como relámpago o chasqueo de los dedos.

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Dulcinea tuvo contacto por última vez con Julio en un pozo del río Tuy, cuando ella se elevó de entre las aguas, pidiendo compasión, provocó más remolinos, le extendió sus manos, le sonrió y su dolor se hizo punzante, cuando percibió el olor de la sal en el cuerpo del amado.
Él le negaba la posibilidad del reencuentro; y ella con toda la rabia que el amor le reverberaba, le hizo una promesa:
!Te dejo! Espero que seas feliz aquí en este momento, si se enteran de lo nuestro, te vienes conmigo aunque no quieras y te arranco de la dicha de tu hogar.
!TE LO JURO!

                      !Te Lo Juro!

                                          !te lo juro!
Julio le dio la espalda, se retiró del río acosado por los malos recuerdos que se producían dentro de su mente y ella, se hundió en el cristalino, de golpe, con rabia, para no dejarse ver más.


                                                                       Capitulo final: El Fin

"La Educación es un área estratégica en los procesos de transformación social y cultural de la República, por lo tanto es fundamental mejorar su calidad y para ello es necesario que los controles de supervisión funcionen a cabalidad" 
(Reglamento del Ejercicio de la Profesión Docente)