Tres maestras junto con los representantes se encargarían de servir la comida a los niños, instaladas en una o dos aulas, mientras yo me dedicaba a distraer al alumnado; cada alumno llevaba su pupitre al pasillo para sentarse junto con sus demás compañeros y a evitar que los niños de otros grados se colaran en ese pasillo, ya que cada uno tenía un aula con su maestra esperándole. Para evitar esto colocaba a uno que otro representante al final del pasillo y de esa manera se controlaba el flujo de alumnos
En ese espacio se cantaba, jugaba, decía poesía, se bailaba,
hacíamos rondas, eso sí todo era bajo normas de disciplina, no era permitido hacer desorden, ni salirse de las reglas establecidas, mientras degustaban la comida y los postres traídos por sus representantes. Toda una belleza de niños, ordenados, responsables, obedientes, ya que por esas cualidades habían aprendido a leer y a comportarse, a realizar tareas diarias y cumplirlas.En el primer grado el alumno aprende a comportarse para siempre, es la formación que se le da al alumno de primer grado para que emprenda su viaje por sus diferentes salones y cada vez con un maestro diferente. Que aprenda a escribir, que tenga un cuaderno limpio, ordenado, con las puntas derechitas, que use todas las hojas, que no rompa el cuaderno, que no le arranque pedazos, que no escriba en la parte de atrás, que pinte todos sus dibujos, que no le de pena cantar o decir una poesía delante de sus compañeros, que aprenda a contar, sumar, restar y escribir números y discriminarlos.
Y es más satisfactorio cuando te los encuentras en el camino de la vida o te reconocen o te dan un gran abrazo de agradecimiento.
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