Mostrando entradas con la etiqueta baba. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta baba. Mostrar todas las entradas

domingo, 27 de diciembre de 2020

EL DÍA QUE COMÍ BABA


 Trabajando en Barlovento, por el año 1969 aproximadamente, se me pierde una niña de sexto grado, que no quería ir a la escuelita, pensé que estaba enferma, pero los compañeros no me daban noticias de ella, hasta que decidì llegar a su vivienda, la cual quedaba cerca dentro de la misma comunidad donde yo trabajaba.


Así que lleguè hasta su casa, observando mutismo en los habitantes deL hogar, preguntè por Mariángeles y no logré verla, y la mamá me contestó: _Maestra...lo que pasa es que ella quiere ponerse la ropa de salir al pueblo, para ir a la escuela, y yo no la dejo, entonces decide no ir, me dice que si la maestra va bonita a dar clase ella también debe ir bonita y con ropa de salir.

Aquello me dejò preocupada, no supe qué decir, me fuí a la casa donde yo vivía con una determinación,ponerle fin a esta situación donde una alumnita quiere imitar distorsionadamente a su maestra; aunque , claro también tiene su lado positivo, como es el hecho de captar la vestimenta que yo me ponía, para su uso particular.


Un error que cometí, no premeditado al llegar a una población de gente humilde y ostentar tacones, ropa nueva, collares, sortijas, pulseras para moverme en la misma comunidad; un error de joven ya que para ese tiempo tenía 23 años, vivía en Caracas, era mi primer año de trabajo y la mitad de lo que ganaba se iba en cosméticos personales.


Al día siguiente me vestí con ropa de estar en la casa y con zapatos bajos me fuí a trabajar; Mariángeles asistió ese día a la escuela, me observó muy bien la ropa que llevaba y en la tarde, tocó la puerta de la casa, abrí, y observé que tenía en las manos un envase verde con algo adentro, me lo entregó diciendo:_Tome maestra, coma, y después que coma, yo le digo qué es. En ese momento, tragué en seco, porque yo no estaba acostumbrada a excesos, ni extravagancias  alimenticias, y sentí miedo de comer cosa raras.


En el envase había plátano verde sancochado y una carne esmechada, que no tenía ni idea de lo que era; me senté y me dispuse a comer, encomendándome a Dios de que no fuera culebra, renacuajo,zamuro, rata, mono, ¡¡qué sé yo!!, cuántas carnes raras me pasaron por la mente, y la niña se sentó frente a mi con una sonrisa pícara de mirar mi cara cargada de incertidumbre.


Probé... y mmmmm, sabe bien mmmmm, bien bien, me gusta... me comí todo el contenido de la vianda, le dí las gracias y le hice la pregunta:_Qué es?, ¡por favor!, qué es?_!Maestra, eso es baba¡_Y qué es baba?_!Pues un caimán pequeño¡ ¿Ahhh!?????. Me daba igual lo que había comido, total no lo conocía en mi ignorancia supina, y con esto, me agradeció la niña el haber visitado su casa, o haberla tomado en cuenta frente a sus compañeros de clase y comunidad, y yo comí por miedo a que se sintiera despreciada.


Después que leí y me enteré de lo que  realmente era, dije ¡GUÁCALA!, aunque no sentí asco en ese momento, ahorita escribiendo y observando estas fotos me produce mucha insalivación.