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domingo, 8 de abril de 2018

EL BICHO


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EL BICHO
(Historia contada por Nancy Lucena).

Esta experiencia que entrego hoy, nos causó tanto miedo que miles de pensamientos se nos cruzaban por la mente y temíamos volvernos locos.
Era una noche cualquiera, tenebrosa, oscura, los árboles se balanceaban y de sus ramas emanaba un quejido espeluznante, por lo que decidí acostarme luego y terminar esa noche la novela que estaba leyendo; como a las once treinta ya todos dormían y pasé a ver las puertas a verificar si estaban cerradas, y la de mi hijo menor que yo acostumbraba dejarla abierta, que para ese tiempo tendría como cinco años.
A la una de la noche, me sentí indispuesta y le dije a mi consorte que me acompañara afuera, adonde estaban los baños; él me responde que debemos ir rápido, porque tiene que madrugar y no quiere perder las horas de sueño.
De camino por la sala, no veo nada raro, tampoco en los cuartos de mis hijos, llego al baño, lo uso y de regreso me fijo en la habitación de mi hijo menor, ya que yo había dejado la puerta entreabierta y ahora estaba cerrada, y se escuchaba dentro como un forcejeo de algo que trataba de salir o de entrar, que jadeaba, se quejaba, por lo que me asusté muchísimo y llamé a mi mamá.
-Mamá venga, ayúdeme para ver qué le está sucediendo al Flaco, "algo" está pasando allí.
Mi mamá viene y molesta me dice:
-Yo no sé qué maña está agarrando ese muchacho ahora de cerrar la puerta. !Voy a buscar la llave!
Abre.-
Cuando yo entro a la habitación, mi hijo estaba petrificado, desorbitado, sudoroso y no articulaba palabra, sólo hacía movimiento con los ojos y tenía sus manos colocadas en sus partes nobles, a lo que le pregunto:
-!Hijo qué te sucede que estás así!
Él me hace señas hacia el escaparate, pero yo no veía cosa alguna, por lo que decidimos sacarlo del cuarto y llevarlo a la sala; mi mamá como persona mayor que ha vivido muchas cosas espirituales incomprensibles, buscó agua bendita y le echó en la cabeza, rezándole al Dios Todopoderoso, al Ángel de la Guardia y a las Tres Divinas Personas, y me dice:
-Esto no es cosa buena lo que él ve, porque tiene la cabeza demasiado caliente y cuando le echo el agua bendita le sale mucha espuma del cuero cabelludo.
-¿Y qué crees tú que es?, le replico
-Puede ser una mala visión, no ves lo malcriado y grosero que está.
Después de un rato, ya el muchacho estaba más calmado y pudo hablar de lo que había pasado.
-Dentro del escaparate hay un animal, es como un chivo pequeño, que entra y sale, se me coloca en el pecho y trata de acomodárseme en mis genitales.
Por ello decidimos revisar muy bien el cuarto, el escaparate, por todos  los otros sitios que suponíamos pudiera esconderse y no vimos nada; el niño se calmó, se fue a su cuarto y nos volvimos a acostar los demás.
Como a la media hora, se escucha un ruido más fuerte y salimos otra vez a averiguar, lo que estaba pasando, encontrándonos al muchacho como al comienzo, y... dentro del escaparate el ruido continuaba; mi mamá abre la puerta y brota un olor realmente repugnante, que provocaba aasco.
Mi vieja muy pensativa, repite:
-!Aquí hay algo serio mija!, la cosa no es juego, esto que está sucediendo es algo que hay que ponerle atención, porque sino el Flaco va estar en problemas más graves que los que tiene.
-!Búsquenme talco si tiene; hay que averiguar qué es lo que entra y sale de esta habitación, de noche!
Con el talco en las manos, mi mamá lo echó desde el cuarto, el pasillo, la sala, hasta llegar a la puerta de afuera del patio y se dirige otra vez hacia la habitación, gritándome desde allí:
!Quédese donde está! !!No entre!!
Paralizada me quedé ahí, pero de repente sentí la necesidad de mirar lo que había en esa habitación.
-!Tengo que mirar lo que sucede ahí!
Voy apurada y cuando me asomo, me paralizo por completo, ya que en la parte superior del escaparate había un animal con la misma descripción que dio mi hijo: era oscuro, emanaba de su cuerpo un olor nauseabundo; sentí deseos de llorar, desesperada, quería gritar, pero de mi boca no salía palabra, a diferencia de mi vieja, de puro temple, un roble, ella le hablaba y ese bicho trataba de lanzársele encima; ella se defendía con su agua bendita, su rosario y lo insultaba; el animal la miraba fijamente, cuando de repente no lo vimos mas, se escabulló, se desapareció y comenzó a escucharse otra vez el ruido dentro del escaparate.
Con el alma en vilo, salimos todos hacia la sala, ya amanecía, los gallos empezaban a cantar, todo era una santa calma que presagiaba tormenta...pero ella, mi madre, me aseguró:
-Él tiene que irse de esta casa, va salir por algún lado, ese es el momento de cazarlo.
En efecto, el bicho salió, pero no lo vimos, observamos atemorizadas el talco en el piso y unas pisadas de pezuñas pequeñas, en las que faltaba una, y como despedida de la casa pegó un horrible berrido para salir y en nuestra vivienda había quedado un desagradable olor a azufre.
El muchacho que había dormido en otro lugar de la casa, se levantó y nos relató:
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-El bicho me dijo que yo le pertenecía, que él volvería por mí, que no me iba a dejar tranquilo porque yo era de él.
Desde ese momento mi madre, con mucha experiencia empezó a rezar, a cruzar la casa con oraciones antiguas, con palma y agua bendita, a pedirle a Dios que esa mala visión no se repitiera, pero... el bicho volvió... a buscar a su presa...
Pero... nosotras...lo estábamos esperando.
Seguimos sus pisadas, y lo atrapamos, !mi madre lo atrapó!, le lanzó una sábana encima, lo amarró, lo apaleamos, no se le permitió salir, le echó kerosene, le prendió fuego y sus alaridos se escuchaban aterrorizantes, hasta que dejaron de oírse en ese espacio, entre árboles frondosos, entre la penumbra de una noche mas.
Mi hijo ya es un hombre, vivimos donde mismo en los Valles del Tuy; tiene vagos recuerdos de lo que pasó, pero a veces se despierta sobresaltado y no quiere sentir miedo, porque sabe que el bicho no volverá, que sus padres aquí o desde el mas allá van a velar por él para salvarlo
                             CARMEN JOSEFINA BARRETO

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LOS COLORES

Cuánta alegría sentí
manita de mis amores
el día que necesité
pintar un cuadro de
casitas, árboles y camioncitos.

Me vino a buscar mi hermana
por preguntar cualquier cosa
sólo atiné a decir
¿Me prestarás tus colores?
hermanita de mi vida
amor de mi corazón

Y ella, todo desprendimiento
los depositó en mis manos
!Cuídalos! que no se te pierdan
mi hermana
porque de doce colores
ya se me perdieron 6
y de los 6 que me quedan
2 me los mordió Titán
2 me los raspó Mabel.

Así, que no se te pierdan, mi amor
que mi madre si lo sabe
por lo menos las orejas
de sitio las mudará
y aunque ya soy grandecita
mis ojitos llorarán
porque de doce colores
no me quedan sino seis.

Cumpliendo con su pedido
de cuidarle sus colores
me conseguí un sacapunta
que la punta no atinaba
y los colores chiquitos
más chiquitos se quedaban,
pero cumplí lo jurado
a mi hermana le entregué
sus taquitos bien cuidados.
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CARMEN JOSEFINA BARRETO









jueves, 29 de marzo de 2018

"Amado por las Ninfas" (Una historia real)

Se escuchaba, imperceptible, el quejido de un frágil retoño, en lo profundo del monte, y los cazadores que se habían levantado bien temprano, entusiasmados por el día a disfrutar, una vez alejados de la comunidad donde vivían, franquearon sutilmente la hojarasca silente y a la vez bulliciosa, por el gorgojeo alborozado de los grillos y chicharras que anunciaban la lluvia nuevamente; ensimismados, con la cadencia nirvana de las aguas de la quebrada de Güiripa, chocando con las piedras, el oxígeno que fluye burbujeante entre peces de múltiples colores y las ninfas que se cubren de pieles singulares y engañan al humano para hacerlo caer entre sus redes.
Opacando ese mundo fantástico, los rayos durmientes del ocaso, desperezándose de sueño, buscando cobijo entre las nubes y aupando a los seres que caldea, a sostener un romance con la luna; aguas que corren libremente por el cuerpo amado de las tierras vírgenes de la población de San Casimiro.
Su imaginación vivaz empezó a divagar con los cuentos de "aparecidos" y se figuraron a gnomos y ninfas escondidos entre los árboles y esa imaginación, en ese momento atolondrada les trajo de golpe ideas imprecisas, deseos intangibles de soñar y esperar del  futuro..... lo inimaginable.
Caminaron cuidadosamente, se paralizaron de pronto y su asombro fue tal, que se abrazaron inconscientemente, cuando la realidad les hizo observar a una "inexpresiva" macaurel, enrollada a la orilla de la quebrada, camuflada por las raíces de un árbol, acunando benigna en su cola, a un bebé, quien a ratos hacía pucheros y a ratos lloraba, con frío, hambre, casi deshidratado, abriendo inconsistente los labiecitos, buscando inútilmente el néctar albo de la madre, el regazo tibio, las manos toscas y amorosas que le arrullaron, y esos ojos dulces, ofrendas de amor, inmenso amor sólo para él, expresado en cada uno de sus cantos, en cada uno de sus mimos, en cada una de sus palabras de campesina, llana, simple, como la naturaleza que lo cobijaba.........