Ese día estaba en casa de mi comadre Yolanda, otra muchacha, pero que ya se había casado y era madre de una hermosa bebé, estábamos en su apartamento en Caracas, donde también yo vivía, pero hacia otra comunidad; había fallecido un conocido de su mamá y nos quedamos las dos a cargo de tres niñas, su hija y dos sobrinas de seis y siete años; por supuesto, enseguida nos vino la idea de jugar a la ouija en el cuarto de Irene, la del medio, que también era mi ahijada.
Tomamos una tapa de cartón de disco de acetato, una libreta y un bolígrafo para escribir las respuestas; Yolanda le puso las letras, el si y no, los números, buscamos una copita que serviría de enlace, buscamos una mesita, unimos las rodillas y empezamos: ¿Me voy a casar?...¿Cuántos hijos voy a tener?...¿Dónde voy a vivir?...¿Voy a viajar?...¿Él me va querer mucho?...¿Él me va respetar?.....¿Tendré que remendar su ropa interior?...¿Voy a tener dinero? ....y preguntas van y preguntas vienen, la copita se mueve por todo el cartón, aceptando o negando, marcando fechas, nombres, el tiempo pasa y no nos dimos cuenta que la niña se había despertado y nos estaba observando, asustada, cotejando con su poca experiencia lo que nosotras estábamos haciendo.
Dejamos todo, me levanté de la cama, le agarré las manitas y le respondí: -¡¡vente pues, que yo te llevo¡¡
¡¡No¡¡ ¡¡No¡¡ es que no puedo, no puedo pararme de la cama.
Yolanda y yo nos miramos, con el corazón en la boca, no atinamos qué decir.
¡¡No¡¡ ¡¡No¡¡ es que no puedo, no puedo pararme de la cama.
Yolanda y yo nos miramos, con el corazón en la boca, no atinamos qué decir.
Un mundo de ideas espeluznantes nos recorrió el espinazo y nos erizó la piel, los espíritus se habrían apoderado de ella?, estará poseída?, la tendrán atrapada y no la dejan pararse? Dios, que desesperación, no saber qué tenía esa niña tan pequeña, que la habían dejado a nuestro cuido y la habíamos descuidado con ese juego maligno, que no debíamos jugar más nunca...sería el difunto que estaban velando que vino a posesionarse de Irene...no no, no, qué íbamos a hacer???.
Yo casi llorando le dije, muchas veces: -¡vente¡, vamos para el baño, ¡¡vamos párate¡¡, le agarraba las manos, la halaba, pero la niña no quería nada, hasta que por fin se decidió y me respondió:
¡¡Madrina no puedo ir al baño¡¡,
porque
ya
me
oriné...
bu bu bu