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domingo, 11 de julio de 2021

LA ASESINA

 

Los 18 de noviembre de cada año, celebramos en Venezuela el día de La Alimentación;   durante toda la semana estamos enseñándole a los niños acerca de una alimentación balanceada, con los tres grupos alimenticios, o preparando  recetas facilitas en la escuela, donde los niños se vestirán de cocineritos y prepararán un alimento junto con el maestro; realizarán entre todos una cartelera alusiva a la fecha y se concluirá con una buena ensalada de frutas o una torta o cualquier otro alimento donde los representantes  pondrán sus mejores ofertas.

Bueno, lo cierto  del caso, es que ese día 18, debía ir a Los Teques a resolver algo de administración, después de atender a los niños en la escuela. Como yo sabía que tenía que cortar muchas frutas, pues me traje de la casa un cuchillo grandote que más parecía un machete, lo metí en una cartera grande, junto con todas las carpetas y papeles que debía entregar. Lo envolví en periódico y lo amarré con pabilo para que no se abriera, debe ser que en ese tiempo yo no conocía el tirro.  

Terminé mis actividades en la escuela, el Grupo Escolar Miranda y salí disparada para El Terminal de Ocumare del Tuy, que me llevaría hasta Charallave y de ahí  a tomar el autobús para la capital del estado; en mi cartera reposaba tranquilamente el.... cuchillo, pero yo no me acordaba. Cuando veo que la supervisora de los autobuses estaba fotografiando a los pasajeros y chequeando las carteras por si teníamos objetos de metal, el corazón me pegó un salto que casi me desmaya, rogando a mis protectores que ocultaran el metal del cuchillo al detector de metales....pasó la muchacha por mi cartera y el aparato no hizo ni pío......pensé: - ¡Ese aparato no sirve!, pero no recordaba la petición que acababa de hacer.

Llegué a Los Teques y esperé un taxi, pidiéndole al chofer que por favor me llevara hasta la Zona Educativa, que quedaba cerca de la Plaza Bolívar, una o dos cuadras más arriba; cuando nos desviamos hacia la  autopista, le dije al chofer: -¿ Señor, Usted se quedaría con algo que tengo aquí, en la cartera, y no puedo seguir con eso aquí?, como yo estaba en la parte de atrás del vehículo, el hombre voltea, con una cara de susto, que los ojos casi se le brotan,  me responde: -¿QUÉ?, yo le expliqué que era maestra y que habíamos celebrado hoy el día de la alimentación y ...bla..bla...bla... saqué el cuchillo de la cartera y se lo enseñé. Que no podía seguir con el cuchillo porque tenía miedo de que de vuelta el detector de metales lo percibiera y me quedara detenida en algún lugar del mundo. Él todavía con los ojos saltones y tragando en seco, sólo asintió con la cabeza; yo sin más puse el cuchillo donde están los controles, en el medio de los dos asientos y me volví a sentar para atrás, recostada; desde ese momento hubo un silencio pesado, hasta que llegamos a mi destino y me supongo que el pobre hombre pudo respirar cuando me bajé del carro, pensando siempre que estaba viajando con una asesina.



sábado, 27 de marzo de 2021

BENDECIDA ESE DÍA

 

Terminaba la semana y debía cancelarle al obrero su mesada por hacerme un trabajo de construcción, había modificado la casa: el lugar del lavandero lo había convertido en el espacio para instalar computadoras más los libros, además de construírle una habitación en el techo con baño; había comprado cérámica para toda la casa, es decir sala, salón comedor, habitaciones, cocina, biblioteca y baños, pues nos había sido cancelada una deuda contraída por el Ministerio de Educación a los docentes nacionales, y decidí aprovechar en reconstruir mi casa que lo necesitaba con urgencia; cumplía semanalmente con los requerimientos de los albañiles, pero esa semana no sé qué pasó que me estaba viendo imposibilitada para pagar. Así que tomé mi cartera y me fuí a la calle, me dirigí al banco, revisé mis cuentas y observé con asombro que había un depósito, lo retiré y por cierto me encontré con Belkis y le pregunté: te depositaron?, me contestó que No, decidí hacerle la misma pregunta a todas las maestras que encontraba en mi camino, y todas me contestaron que No, que no le habían depositado. 

Entonces, me dije: yo fuí la bendecida, la bañada en luz, que había recibido el dinero necesario y justo para que cancelara al obrero que estaba trabajando en mi casa, debía pagarle 400 bolívares y  eso fue el depósito que encontré. "Gracias Padre que ya me oíste", claro yo leía a Cony Méndez y utilizaba sus mantras para resolver mi vida; para esa ocasión utilicé: Dios proveerá y la verdad es que da resultados ciertamente verídicos para resolver situación de carencias