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martes, 10 de agosto de 2021

EL HOMBRE, EL TIGRE Y LA LUNA

 CUENTO PEMÓN

El hombre fue al río a buscar agua en una calabaza. Cuando regresó a su casa se encontró con el tigre que había penetrado y estaba allí dentro, sentado en el suelo. El hombre pensando defenderse, dio un salto hacia el sitio en que guardaba sus armas, para agarrar una flecha.  El tigre se puso a reir y dijo: -¡No soy tonto pemón, sé que debes tu poder a las armas que posees, por eso te las he destruído!. El hombre vio entonces que el tigre estaba sentado sobre los restos de sus flechas y sus hachas destrozadas, ¡He venido a demostrarte que soy más poderoso que tú!. El animal se puso en pie y salió afuera, conduciendo al hombre hasta un matorral cercano.


 Al cabo de un rato escucharon aletazos y vieron un paují que vino volando y se posó en lo alto de un árbol. El tigre se trepó al árbol silenciosamente, cogió al paují por el pescuezo y regresó junto al hombre ¿Eres capaz de hacer eso?, le preguntó el tigre, -¡Sin flechas o sin cerbatanas, no puedo hacerlo!. Siguieron escondidos, al poco tiempo vieron moverse el monte y escucharon ruido de pisadas.  
Una danta apareció, caminando en línea recta hacia ellos; el tigre dio un gran salto y cayó sobre la danta. De un solo zarpazo la dejó tiesa y luego la arrastró hasta el matorral, ¿Puedes dejar una danta así como la he dejado yo?, preguntó otra vez. - ¡No!, ¡Sin armas no puedo hacerlo!.  Entonces se fueron a la orilla del río. El tigre empezó a golpetear sobre el agua con su lengua rosada. Atraídos los peces se acercaron. Cuando fue tiempo, de un solo manotazo el tigre sacó fuera uno de ellos, enganchado en sus uñas. Le volvió a hacer la misma pregunta al hombre, -¡Sin los aparejos necesarios, eso tampoco puedo hacerlo!.

El tigre se quedó mirándolo, y luego le dijo: -¡Ahora te toca a ti, pemón, ejecutar también tres hazañas, si yo no puedo imitarte, quedaremos amigos, pero si las llevo a cabo, te devoraré!.

La luna estaba en el cielo rodeada de nubes, el hombre la miró y dijo al tigre: -¡Aguárdame aquí Kaikusé, ya vuelvo!; el tigre desconfiado gruñó: -¡No pretendas huir, porque si lo haces, te buscaré y cuando te haya encontrado te comeré!. -¡No tengas cuidado!, dijo el hombre y se fue. Se metió en la selva y cuando estuvo fuera del alcance de la vista de la fiera, dio un rodeo y regresó a su casa por detrás, entró y buscó una torta de casabe, luego miró al cielo y al ver a la luna esconderse detrás de una nube, volvió donde estaba Kaikusé, le mostró la torta de casabe, preguntándole: ¿Sabes qué es esto, amigo Kaikusé?. -¡No sé!. Pemón dijo: -¡Mira el cielo!, no ves que la luna ha desaparecido?. La fiera miró al cielo y enseguida a la torta de casabe: -¡Ah! ¡Has agarrado la luna!. -¡Si! y comenzó a comer casabe; el tigre mirando el gusto con el que el pemón comía, dijo: -¡Debe ser sabroso comer luna!. El hombre le dio lo que le quedaba de casabe al animal, diciendo: -¡Sí! ¡es bueno, come!. En ese momento el tigre devoró todo el casabe y se quedó relamiéndose: -¡Es una lástima que se haya acabado!. -¡No importa! dijo pemón, -¡Ahora saldrá otra luna!. -¿Y podré agarrarla yo?. -¡Naturalmente!, de la misma manera que yo agarré la mía. -¿Y cómo hiciste para darle alcance?. 

-¡Muy sencillo, me subí a los copos de un árbol y de un salto me llegué hasta ella!. La luna salió de las nubes en que se había ocultado y comenzó de nuevo a correr por el cielo. Apenas la vio el tigre, fue rápido y se subió al árbol más alto. Allí se agazapó  y mirando fijamente el astro para afinar la puntería, dio al fin el gran salto, pero no alcanzó la luna sino que se vino de cabeza y se estrelló en el cielo contra una piedra.



El hombre llevó a su casa el pescado y el paují y arrastró también hasta ella al tigre y a la danta.

lunes, 28 de junio de 2021

´LA DANTA


 El pueblo venezolano tiene sus creencias que cada día se afianzan más, porque sencillamente las vive con milagros en cada una de sus calles. Así le sucedió a mi amiga Josefina un día, en el cual estaban reunidos en la puerta de su casa conversando acerca del gas que no llegaba; por cierto el que preguntaba por el gas era un muchacho de la comunidad de Los Alpes, que venía con la bombona a cuestas, y se detuvo a preguntar. En aquel momento Josefina había salido a limpiar el frente porque tenía pensado ir hasta "la montaña", ya que debía dejar todo en su sitio, limpio, las plantas bien regadas....Durante la distraída conversación, se va acercando lentamente una mujer con la piel dorada o vestida de dorado, montada arriba de una danta, por cierto, animal no común entre nosotros... todos en silencio, mudos por el asombro al ver el paso de los personajes, que pasan por la vereda uno y se pierden hacia Parosquita.  Después que pasan, los dos se piden explicaciones, entre sí,  por lo sucedido, pero cuando cosas o situaciones suceden es mejor no entrar en detalles, ni pedir explicaciones, porque no las tiene, ya vendrán las respuestas a medida que avanza el tiempo para entender. El muchacho decía: - ¿Pero usted no me vio, como yo levantaba el cuello para ver mejor?

-Que te voy a estar viendo yo, si yo lo que estaba era mirándola sin pestañear, asustada, porque justamente, tengo pensado hacer una visita a "la montaña".

-¡Ah! ¿Pero entonces algo le vino a decir, porque ella María la Onza se movió hasta aquí?.

-¡mmmmm! ¡Tengo que esperar!.

Bueno..... esperó y resulta que una de las yernas, tuvo un embarazo fallido y en vez de ir a la montaña, el viaje cambió de rumbo y tuvo que ir al estado Falcón, a atender a la parturienta.

Asimismo le sucedió a una representante escolar en Súcuta, cuando toda alborozada me contó que acababa de ver a Mauricio el Encantado en la bodega, comprando tabaco en rama en la única bodega de Súcuta, muy limpiecito, vestido de likiliki blanco y después que compró se montó en un caballo blanco, que nadie sabía de dónde había salido y se fue calle arriba. Después que se va, todos los que estaban comprando en la bodega se despertaron del sueño vivido, absortos como estaban, para preguntarse: - ¡¡¿Ese no era Mauricio?!!

Es igual, como cuando el doctor José Gregorio Hernández se le presenta a los enfermos en los hospitales, igualito, todos son espíritus.

Cuando en Venezuela se habla de "la montaña", nos referimos a un lugar en el estado Yaracuy, muy apreciado por las personas que creen en esta otra religión, la de los espíritus que se quedaron en la tierra para ayudar a los humanos. Estas creencias pertenecen a nuestros ancestros que las trajeron de África y llegaron para quedarse y no tiene crítica posible, cada quien pertenece a la religión que quiera, y absolutamente nadie debe criticar esa creencia, ya que hay bastantes religiones y cada uno se va con la que le ofrezca mayor tranquilidad espiritual. Yo particularmente me crié en un ambiente católico, y aunque después de pasado el tiempo haya desviado mi atención hacia mi corazón, donde sí está mi Dios, no le niego crédito a todo lo que escuche o me cuenten. Vivimos en un plano físico, que se toca constantemente con otro plano espiritual, que es donde residen estos espíritus que quieren contactar con nosotros. Religión no quiere decir catolicismo, no nos enredemos la vida, tengamos un criterio más amplio, en paz con la humanidad.