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sábado, 20 de marzo de 2021

MI NOVATADA Y EL SOCIOGRAMA



 Había llegado nueva a dirigir una escuela de educación inicial, y me pareció lógico aplicar un sociograma porque a mi me lo había aplicado el profesor de sociología en mis estudios como maestra, pues quería saber qué calidad de amistad o compañerismo existía en la escuela, ya que sentía algo de tensión, además necesitaba saber cómo hacer los engranajes para el trabajo que se avecinaba.

Apliqué mi sociograma y supe quién quería trabajar con quien; la escuela estaba dividida en dos partes, una donde estaba la dirección del plantel y la otra en otro lado cerca de este local, sólo había que bajar unas escaleras.

Las muchachas que querían estar juntas, quedaron juntas y dos muchachas que no aparecieron en ningún grupo, quedaron fuera para trabajar en la sección después de las escaleras, donde tenían más espacio, porque era un salón abierto, espacioso, sin problemas para mí que era la que iba a estar en el centro de la reunión. Pero pasó lo inimaginable, se me presenta en la tarde a mi casa la madre de una de las chicas que por cierto ya estaba casada y con fruto, a reclamarme el por qué yo había mandado a su hija a la parte de abajo, con unos ademanes y vocabulario que fueron muy desagradables; le expliqué lo del sociograma,  lo que significaba y que yo sencillamente estaba ejecutando lo que el 99% de la comunidad quería. La señora no aceptó mis explicaciones, se marchó muy contrariada, pero la chica, a diario insistía en un lenguaje de amenazas a las compañeras, con venganzas mágicas y demás tonterías.

Así pasó el poco tiempo, un año, muy incómodo en convivencia, hasta que decidí renunciar a un cargo que no me importaba en absoluto, porque yo lo que soy es maestra, no dirigente de adultos, me fuí a Los Teques, Ministerio de Educación, departamento de Recursos Humanos y les expresé mi deseo de renunciar para irme a la escuela que me quedaba en el  frente de mi casa: me extendieron una hoja de color, escribí mi renuncia y el lugar a donde quería ir, me hicieron inmediatamente el traslado y llegué a la escuela Rosa Peña para el turno de la mañana, al día siguiente, sin pena ni gloria, en el año 1984, de donde salí jubilada en el año 1996. 27 años de servicio, para el Ministerio de Educación desde 1968, con un año privado que no me aceptó. 


                         El que se va no hace falta.