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jueves, 11 de marzo de 2021

GRITANDO PASÉ POR AHÍ...HASTA QUE..

 Una amiga me invitó a su casa y yo encantada acepté, porque era en otro Estado y bueno arregle mis cosas y los de mi hija mayor y nos fuimos; llegamos al Nuevo Circo, en La Hoyada que es lugar de embarque para casi toda Venezuela, tomamos un carro de cinco puestos  y nos fuimos, aproximadamente 341 kilómetros, mas o menos,  mas de cuatro horas de viaje; según las indicaciones debía bajarme cerca de la Catedral y allí tomar un taxi que me llevaría hasta su casa.

Así lo hice, nos bajamos con esa pesada maleta, me dirigí hasta los dos taxis que estaban estacionados y le pregunté al primero de ellos si me podía llevar hasta la dirección que le indiqué, me respondió con un seco -_¡NO!, 

_Bueno, gracias


Me dirigí al segundo taxista y le hice la misma pregunta: _Me podría Ud. llevar hasta esta dirección?

Me respondió con un re-seco _¡NO!

_Bueno, Gracias.

Y se quedaron los dos recostados de sus respectivos carros.

No entendí la negativa, agarré mi muchacha, mi maleta y crucé la autopista, era aproximadamente las diez de la noche, noche silenciosa, desolada como las noches de cuarentena, no pasaba ningún vehículo, silencio absoluto. 

A lo lejos se vislumbra los faros de un carro, que alumbran el espacio donde estábamos paradas nosotras dos, contemplando la hermosa Catedral en toda su belleza, le extiendo mi brazo, se detiene y le hago la misma pregunta, me responde que sí, que es lejos, pero que él me va llevar. 


Se lo agradezco y abro la puerta, nos sentamos en la parte de atrás, con el cansancio del día y empieza el viaje, cuando digo viaje, es porque no se terminaba nunca,, es como si hubiera ido de Ocumare a Santa Teresa hubo un momento que dudé a dónde nos llevaba, pero deseché ese pensamiento de mi mente y de mi corazón. 

Salimos de la autopista, salimos de la calle y y entramos a una vía de tierra, siempre confiando en el chofer que era dueño de mi vida en esos momentos. El chofer me indicó de donde a donde era el nombre de la calle que tenía escrito, que ya habíamos llegado, que le indicara la vivienda a donde debía dejarme; la calle estaba a oscuras, todas las casas tenían las luces apagadas, no había un alma en ninguna esquina,, a quien se le pudiera hacer alguna pregunta.  El taxista subía y bajaba la calle, de arriba abajo  y nada que encontraba la casa, todo estaba muy oscuro, no podía leer ningún número, y me daba miedo bajarme amirar losnúmeros de las casa y dejar la niña en el carro. Hasta los faros estaban apagados y el señor me preguntó que qué iba a hacer, qué iba a resolver, lo único que se me ocurrió fue: _La llamaré, la voy a llamar, y empezamos a pegar gritos en cada casa a donde él se detenía: ¡Mary!, ¡Mary!, ¡Mary!, ¡Llegué de Ocumare!,;  junto con mi hija armamos una algarabía a esa hora de la noche, donde una comunidad tranquila dormía y descansaba su fatigado día de trabajo.  


Ninguna luz se encendía, hasta que al fin una de las casas encendió la luz de afuera y adentro otras luces brillaron como estrellas en el cielo de mi existencia, salió el gentío a recibirme, ¡que alegría!, ¡me salvé!, ¡que emoción!. ¡Gracias caballero!, ¡muchas gracias  por haberme traído!. ¡Gracias a la vida que me ha dado tanto!.