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jueves, 24 de febrero de 2022

¡Y LA NIÑA ME DESCUBRIÓ!


 modelo


Bueno, me encomendaron un trabajo de manualidades que consistía en un sombrero con los símbolos naturales de Ocumare, que son la cayena,


el roso blanco

y el tordito,

montado sobre cartulina doble faz; culminé el trabajo la semana pasada y la persona a quien se lo hice me dio como premio un chocolate y una chupeta; tenía tantas ganas de comer dulce, que me los comí sin decir nada y sin invitar a la prole, cuestión que nunca hago cuando me traen un premio comestible, porque siempre invito.

Después la misma muchacha me pidió  que por favor le realizara un delantal con esos mismos símbolos, se lo terminé y me entregó un galletón que también escondí, con la salvedad  de que me fui a mi cuarto, prendí el ventilador y me dispuse a iniciar su degustación, solitaria;


Cuando tengo la galleta en la boca y estoy ensimismada en su rico sabor, la puerta de mi cuarto se abre de golpe, con mucho ruido y entra la perrita a quien le decimos Niña, se sube a la cama ladrando y oliéndome las manos, me brincaba de izquierda a derecha, buscando la galleta, y yo pegando gritos: ¡Saquen esta perra de mi cama!, entró Vicki también gritando: ¡Abuela, te descubrí!, estás comiendo galleta! ¡Dame! ¡Dame!, por un lado la muchachita y por el otro la perra; que después de olfatear por debajo de la puerta de mi cuarto, se determinó a entrar interrumpiendo así mi ensoñación, total que con ese desbarajuste  tuve que entregar parte de mi tesoro. 

¡Que viva la familia!

viernes, 22 de octubre de 2021

¡¡ESTO... ES INSOPORTABLE!!

 


En la madrugada como a las cinco, estaba oscuro, todos dormíamos y escucho unos gritos desesperados, me asusto, me levanto medio dormida, temblando, cayéndome, con los ojos cerrados, y voy con el corazón en golpeteo hacia el lugar del desespero, que no es otro que el cuarto de mis nietas; paso un cuarto, llego al otro, abro la cortina y veo a Gabriela y a Andrea abrazadas, llorando, gritando: -¡Una rata! ¡Una rata me saltó en el pecho!, encendí la luz, ya se había escapado; revisé por debajo de las camas, y las muchachas gritando. -¡Ya, ya, calma, calma!; recogí las sábanas. -Cómo fue?.


-Bueno, yo no tenía sueño, me cuenta Gabriela, estaba mirando el techo, bajé la mirada y veo una rata a los pies de Andrea, pego un grito y el animal al escucharme se me lanza encima y me cae en el pecho. (Hay como un metro de separación entre cama y cama, y más de uno, desde los pies hasta el pecho), Con la misma grito y me lanzo a la cama con Andrea, tengo la horrorosa sensación en el pecho, estoy hedionda....esto es insoportable, me quiero bañaaar.

-¡Anda y te bañas!, te busco el agua.


Se bañó, se puso crema en el cuerpo, se cambió de ropa, pero seguía con la terrible sensación del golpe, luego desinfectaron las camas, le pusieron ropa limpia, y bajó Gregorio a cazar la rata, la buscó entre los juguetes de Vicki y allí la encontró, empezó a darle bastonazos con una cabilla para sacarla de ahí, mientras yo, toda aterrorizada para que el animal no me llegara a los pies, 
abracé con toda mi fuerza la columna central de la casa, pensando, por supuesto,  en como se agarran los koala, al igual hice con las piernas, con el convencimiento de que sí podía; y en un segundo de fuerza  descomunal, fuí cayendo... rodando... deslizándome, sin previo aviso; me ví en el piso agarrando la base de la columna en el suelo y parándome de inmediato, mirando para todos lados, como pajarito en grama, esperando que no se dieran cuenta de este fallo de mi realidad virtual.

  Bien, la rata no se pudo escapar, las niñas se fueron a la cocina a preparar las arepas, me desayuné con una arepa con mantequilla, jamón y queso rallado, con café, y las niñas buscaron una película para verla en el cuarto mientras consumían sus alimentos, luego se quedaron dormidas. 




martes, 24 de agosto de 2021

TÍA ZORRA Y LOS PECES

 

De Rafael Rivero Oramas

Un día muy de mañana, Tío Zorro andaba por el bosque y al pasar junto al río, vio una gran cantidad de peces nadando dentro de un pozo; entusiasmado se puso a pescar y eran tanto los peces, que en muy corto tiempo pescó tres hermosas guabinas.

Muy contento se fue a su casa y le dijo a su mujer:

-¡Tía Zorrita, mira que suerte he tenido hoy!

-¡Oh, que guabinas tan enormes! exclamó, relamiéndose de gusto.

-Si, son tan grandes, que bastará una sola para cada uno de nosotros. Por eso he pensado en invitar a Tío Tigre a almorzar.

-Como tú digas querido Tio Zorro. Freiré con mucho esmero las guabinas. ¡Quedarán muy ricas!. ¡Ve a invitar a Tío Tigre!

Tío Zorro se frotó las manos satisfecho y salió en busca del tigre, mientras tanto Tia Zorra se dispuso a preparar los peces y cuando estuvieron bien fritos, era tan apetitoso el olor que despedían, que murmuró:

-Voy a probar la guabina que me toca, a ver si ha quedado bien de sal...un pedacito nada más.

Y dicho y hecho, comenzó a pellizcar el pescado, lo encontró tan sabroso, que se olvidó de lo que había dicho. En pocos segundos el plato quedó limpio: 

-¡Estaba delicioso! Es necesario que pruebe el de Tío Zorro, él es muy delicado y si su guabina no está bien frita, seguro que se molestará.

Se comió la colita tostada, luego una aletica, después la cabeza y cuando vino a fijarse, toda la guabina de Tío Zorro había desaparecido

-¡ Dios mío... me la he comido íntegra ! , pero el daño está hecho, ya no importa que me coma también la última. Y se la comió igualmente.  Al fin llegaron los dos, y el zorro preguntó: 

-¿Has preparado ya, las guabinas?

-¡Claro que sí, las tengo al fuego para que no se enfríen!

-¡Sírvelas pronto, que tenemos mucha hambre! ¿Verdad Tío Tigre?

-Indudablemente Tío Zorro, yo por lo menos, y con el olorcito a pescado frito que hay por aquí....mmmmmm

Voy a poner la mesa. Siéntese allí Tío Tigre...

-Gracias, Tía Zorra.

Tío Tigre se sentó y  Tía Zorra llamó aparte a su marido.

-Anda al patio y afila bien los cuchillos contra la piedra de afilar.

Después se acercó a Tío Tigre y le dijo: 

-Escuche Ud. mi marido está afilando un cuchillo, se ha vuelto loco y tiene la manía de querer comerse las orejas suyas; Tio Tigre ¡Huya!, antes de que él regrese, ¡Por favor!

Tío Tigre se llenó de espanto y salió de la casa a todo correr, momento que aprovechó Tía Zorra para gritar: 

¡¡Tío Zorro!! ¡¡Tío Zorro!! ¡¡Ven pronto!! ¡¡Tío Tigre se llevó todas las guabinas!!, a lo que Tío Zorro echó a correr detrás de Tío Tigre, con un cuchillo en cada mano, diciéndole: 

-¡Tío Tigre! ¡Tío Tigrito! ¡Dame siquiera una solita! 

Y Tío Tigre creyendo que el zorro le estaba pidiendo sus orejas, apretó el paso lleno de miedo y no paró hasta que estuvo bien seguro en su casa.

Moraleja:

Si no estamos seguros de las buenas intenciones ajenas, cuando nos sugieran algo, debemos evitar seguirlas.

Tomado de Cardenalito. Libro de Lengua y Literatura venezolano

 

jueves, 11 de marzo de 2021

GRITANDO PASÉ POR AHÍ...HASTA QUE..

 Una amiga me invitó a su casa y yo encantada acepté, porque era en otro Estado y bueno arregle mis cosas y los de mi hija mayor y nos fuimos; llegamos al Nuevo Circo, en La Hoyada que es lugar de embarque para casi toda Venezuela, tomamos un carro de cinco puestos  y nos fuimos, aproximadamente 341 kilómetros, mas o menos,  mas de cuatro horas de viaje; según las indicaciones debía bajarme cerca de la Catedral y allí tomar un taxi que me llevaría hasta su casa.

Así lo hice, nos bajamos con esa pesada maleta, me dirigí hasta los dos taxis que estaban estacionados y le pregunté al primero de ellos si me podía llevar hasta la dirección que le indiqué, me respondió con un seco -_¡NO!, 

_Bueno, gracias


Me dirigí al segundo taxista y le hice la misma pregunta: _Me podría Ud. llevar hasta esta dirección?

Me respondió con un re-seco _¡NO!

_Bueno, Gracias.

Y se quedaron los dos recostados de sus respectivos carros.

No entendí la negativa, agarré mi muchacha, mi maleta y crucé la autopista, era aproximadamente las diez de la noche, noche silenciosa, desolada como las noches de cuarentena, no pasaba ningún vehículo, silencio absoluto. 

A lo lejos se vislumbra los faros de un carro, que alumbran el espacio donde estábamos paradas nosotras dos, contemplando la hermosa Catedral en toda su belleza, le extiendo mi brazo, se detiene y le hago la misma pregunta, me responde que sí, que es lejos, pero que él me va llevar. 


Se lo agradezco y abro la puerta, nos sentamos en la parte de atrás, con el cansancio del día y empieza el viaje, cuando digo viaje, es porque no se terminaba nunca,, es como si hubiera ido de Ocumare a Santa Teresa hubo un momento que dudé a dónde nos llevaba, pero deseché ese pensamiento de mi mente y de mi corazón. 

Salimos de la autopista, salimos de la calle y y entramos a una vía de tierra, siempre confiando en el chofer que era dueño de mi vida en esos momentos. El chofer me indicó de donde a donde era el nombre de la calle que tenía escrito, que ya habíamos llegado, que le indicara la vivienda a donde debía dejarme; la calle estaba a oscuras, todas las casas tenían las luces apagadas, no había un alma en ninguna esquina,, a quien se le pudiera hacer alguna pregunta.  El taxista subía y bajaba la calle, de arriba abajo  y nada que encontraba la casa, todo estaba muy oscuro, no podía leer ningún número, y me daba miedo bajarme amirar losnúmeros de las casa y dejar la niña en el carro. Hasta los faros estaban apagados y el señor me preguntó que qué iba a hacer, qué iba a resolver, lo único que se me ocurrió fue: _La llamaré, la voy a llamar, y empezamos a pegar gritos en cada casa a donde él se detenía: ¡Mary!, ¡Mary!, ¡Mary!, ¡Llegué de Ocumare!,;  junto con mi hija armamos una algarabía a esa hora de la noche, donde una comunidad tranquila dormía y descansaba su fatigado día de trabajo.  


Ninguna luz se encendía, hasta que al fin una de las casas encendió la luz de afuera y adentro otras luces brillaron como estrellas en el cielo de mi existencia, salió el gentío a recibirme, ¡que alegría!, ¡me salvé!, ¡que emoción!. ¡Gracias caballero!, ¡muchas gracias  por haberme traído!. ¡Gracias a la vida que me ha dado tanto!.




lunes, 10 de junio de 2019

MAMÁ...MAMÁ...MAMÁ.

                       
Mi mamá estaba hospitalizada en el Clínico Universitario de Caracas, tenía el hígado destrozado, creo que por amibas y eso se la llevó. 
Me tocó esa noche que me quedé, dormir en un mueble que estaba a los pies de su cama. Me acomodé, me arropé porque estaba haciendo mucho frío, y me dispuse a echar un sueñito, porque ella ya estaba arreglada para dormir, le estaban poniendo suero, el que tenía en ese instante era nuevo y todo estaba en orden para que yo pudiera descansar un rato.
Estaba muy cansada, en la mañana atendí la escuela y en la tarde me trasladé con mi volskwagen hacia Caracas, no sin dejar a buen resguardo a mi hija de cinco años que no podía estar conmigo en el hospital. Recibía ayuda de mi familia en Caracas que me servía para paliar de lo que carecía en el otro lado del mundo: Ocumare
Cuando llegué a la habitación, le pregunté cómo se sentía, me contestó que quería irse del hospital, bueno eso lo hablamos mañana cuando hablemos con el médico. Me dispuse a descansar un rato del vaivén de todo el día y me fuí a un mueble dispuesto para tal fin.
Era media noche y escucho a lo lejos a alguien gritando de dolor, se quejaba mucho, gritaba y gritaba sin parar, medio me despierto, me tapaba los oídos con mis manos, porque aquellos gritos horrorosos me producían escalofríos y me incomodó ese  sufrimiento que parecía que a nadie importunaba; traté de igual forma apaciguar mis nervios y tratar de dormir un rato, empiezo a cabecear hasta que me quedo escuchando y oigo cerquita de mi oído una dulce voz que me repite dos o tres veces: - "Ya no hay remedio", "Ya no hay remedio".
Con la misma pego un salto, me volteo a mirar a mi mamá pero la veo dormida, le sigo mirando la cara a ver si hay alguna señal de que está despierta y que haya sido ella quien dijo eso, pero no, sigue dormida, además estaba muy lejos para decirme algo en el oído. Me levanto del asiento a revisar la puerta, cerrada, las ventanas, cerradas, todo en orden, nadie ha entrado y salido para decirme ésto. Me voy otra vez al asiento, me vuelvo a acomodar y espero la mañana, pues ya estaba completamente despejada entre miles de preguntas, dudas y martilleos de mi cerebro.
Llega el médico de guardia a la mañana siguiente y me pregunta: "¿Qué piensas hacer?, si dejarla hospitalizada o trasladarla a la casa, le contesté: -Yo me la llevo, y así lo hice.
Después de esto, mi mamá permaneció con nosotros (mi hermano, mi hija y yo) un mes, y un fatídico once su alma se desprendió entre mis brazos, dejándome sólo un cuerpo exánime, mientras yo repetía inconscientemente  mamá..mamá..mamá.  
Nos volvimos a encontrar, cuando la visité en su palacio, y me encontré con una mujer radiante de belleza, juventud y salud.