De Rafael Rivero Oramas
Un día muy de mañana, Tío Zorro andaba por el bosque y al pasar junto al río, vio una gran cantidad de peces nadando dentro de un pozo; entusiasmado se puso a pescar y eran tanto los peces, que en muy corto tiempo pescó tres hermosas guabinas.
Muy contento se fue a su casa y le dijo a su mujer:
-¡Tía Zorrita, mira que suerte he tenido hoy!-¡Oh, que guabinas tan enormes! exclamó, relamiéndose de gusto.
-Si, son tan grandes, que bastará una sola para cada uno de nosotros. Por eso he pensado en invitar a Tío Tigre a almorzar.
-Como tú digas querido Tio Zorro. Freiré con mucho esmero las guabinas. ¡Quedarán muy ricas!. ¡Ve a invitar a Tío Tigre!Tío Zorro se frotó las manos satisfecho y salió en busca del tigre, mientras tanto Tia Zorra se dispuso a preparar los peces y cuando estuvieron bien fritos, era tan apetitoso el olor que despedían, que murmuró:-Voy a probar la guabina que me toca, a ver si ha quedado bien de sal...un pedacito nada más.
Y dicho y hecho, comenzó a pellizcar el pescado, lo encontró tan sabroso, que se olvidó de lo que había dicho. En pocos segundos el plato quedó limpio: -¡Estaba delicioso! Es necesario que pruebe el de Tío Zorro, él es muy delicado y si su guabina no está bien frita, seguro que se molestará.
Se comió la colita tostada, luego una aletica, después la cabeza y cuando vino a fijarse, toda la guabina de Tío Zorro había desaparecido
-¡ Dios mío... me la he comido íntegra ! , pero el daño está hecho, ya no importa que me coma también la última. Y se la comió igualmente. Al fin llegaron los dos, y el zorro preguntó: -¿Has preparado ya, las guabinas?
-¡Claro que sí, las tengo al fuego para que no se enfríen!
-¡Sírvelas pronto, que tenemos mucha hambre! ¿Verdad Tío Tigre?
-Indudablemente Tío Zorro, yo por lo menos, y con el olorcito a pescado frito que hay por aquí....mmmmmm
Voy a poner la mesa. Siéntese allí Tío Tigre...
-Gracias, Tía Zorra.
Tío Tigre se sentó y Tía Zorra llamó aparte a su marido.
-Anda al patio y afila bien los cuchillos contra la piedra de afilar.
Después se acercó a Tío Tigre y le dijo:
-Escuche Ud. mi marido está afilando un cuchillo, se ha vuelto loco y tiene la manía de querer comerse las orejas suyas; Tio Tigre ¡Huya!, antes de que él regrese, ¡Por favor!
Tío Tigre se llenó de espanto y salió de la casa a todo correr, momento que aprovechó Tía Zorra para gritar:
¡¡Tío Zorro!! ¡¡Tío Zorro!! ¡¡Ven pronto!! ¡¡Tío Tigre se llevó todas las guabinas!!, a lo que Tío Zorro echó a correr detrás de Tío Tigre, con un cuchillo en cada mano, diciéndole: -¡Tío Tigre! ¡Tío Tigrito! ¡Dame siquiera una solita!
Y Tío Tigre creyendo que el zorro le estaba pidiendo sus orejas, apretó el paso lleno de miedo y no paró hasta que estuvo bien seguro en su casa.
Moraleja:
Si no estamos seguros de las buenas intenciones ajenas, cuando nos sugieran algo, debemos evitar seguirlas.
Tomado de Cardenalito. Libro de Lengua y Literatura venezolano