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miércoles, 13 de octubre de 2021

EL HOMBRECITO GRIS

 

Había una vez un hombrecito gris, de ojos hermosamente grises, dientes grises, cabello gris, uñas grises, traje y zapatos por supuesto grises, y se llamaba Gris. 

A Gris le encantaba cantar Granada, pero ninguna persona quería oir su voz de tenor; entonces él se escondía en el baño y con el agua que le caía, creía que no le escuchaban:

GRANADAAAAAAAAA

Shitt.. y Gris se callaba.

Decidió ir por las calles GRANADAAAAAA y la gente le pegaba el chorro de las mangueras y lo mojaban.

Gris se montó en un edificio muy alto y comenzó a cantar:

GRANADAAAAAA

Cuando miró hacia abajo, todos los carros estaban parados, tocando sus cornetas para que se callara. Gris se sentía muy triste y decidió irse al bosque a cantar

GRANADAAAAAA

...y un señor que lo estaba oyendo, se le acercó y le dijo: -¡Oiga usted tiene una voz muy bonita! ¡Yo quiero que Ud vaya a la radio, a probar!, pero como gris se sentía tan gris, no le creyó y se fue corriendo, y se escondió; pero como no sabía qué hacer, decidió ponerse un pañuelo en la cara, para fingir un dolor.


Y colorín colorado este cuento se ha terminado .........................

Muchas veces el ser humano busca enfermedad para su cuerpo con el fin de disimular sus errores o fracasos; cuando estamos enfermos nadie nos señala  con su dedo, antes bien somos dignos de compasión y nada se nos exige porque estamos enfermos.

Creo que el dueño de este cuento es Pérez Clarin, me encanta 

martes, 20 de julio de 2021

LA MENTOLADA

 

Cuando la quinceañera estaba pequeña como de dos o tres años, porque era muy tremenda, decidió untarse de mentol una vez que decidí acostarme un rato, empezó por los pies, las piernas y así continuó con todo el cuerpo, los brazos, la cara, el pelo, los ooojos, las pestañas, la barriga, los glúteos, los dientes, fue tanto que el pote se terminó. 

todo estaba tranquilo, había, paz, silencio, yo estaba ya agarrando el sueñito descansando en mi habitación, cuando la muchacha me llega tiritando de frío como un pollito: pi pi pi pi, abu abu abu; la agarro y la toco que está toda empatucada de mentol, me la llevo inmediatamente al baño y le doy otra refrescada de agua fría, enjabonándola bien, sobre todo el pelo que tenía pedazos de mentol y ella llorando y gritando del frío que tenía; inclusive yo no hallaba ni como lavarle la cara, las pestañas, para que no le cayera jabón dentro del ojo, pero que caray si ya tenía mentol.

 Una vez que la saco del baño, la seco bien y la enrollo en una cobija gruesa, la pongo en su cama amenazándola con que si se levantaba de allí se atuviera a las consecuencias, ¡pero no!, ¡estaba temblando de frío! y se quedó tranquilita. 

Al rato se levantó como si nada hubiera pasado, a continuar con su proceso de experiencias vividas.